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El método y la Gestalt

Carlos Leyba 16 diciembre de 2016

por Carlos Leyba

Mauricio Macri sorprendió: “Marcos Peña, Mario Quintana, Gustavo Lopetegui, son mis ojos y mi inteligencia” (La Nación). Y agregó “son yo”. Estamos ante algo que es más que humano. La conducción de PRO no es un individuo, tampoco es un comité ni una mesa chica. Es una Gestalt.

¿De qué hablamos?

Theodore Sturgeon (“Más que humano”, 1953) relata que seis niños, con habilidades psíquicas particulares, formaban una Gestalt (forma, en alemán) porque eran capaces de unirse psíquicamente, de tal manera, que formaban una sola entidad. Lo que llamamos Macri, no es Mauricio, sino que es una Gestalt.

En la novela de Sturgeon, la Gestalt estaba integrada por seis. En el caso Macri, ¿son sólo cuatro? El “alma” inspiradora es Jaime Duran Barba: el quinto miembro.

El misterio es quién es el sexto que ha de ser el que brinda el carácter mutante de esta Gestalt. El sexto no es siempre el mismo ?hay enormes diferencias de acción que indican lo distinto?, y su aparición mutante ha de ser la causa que cambia la dirección de la “forma”, que es la dirección del Gobierno.

Hay aspectos imprevisibles en la Gestalt de Macri. Veamos ejemplos: un decreto nombrando miembros de la Corte y vuelta inmediata atrás; una ley de blanqueo promulgada cerrando ese generoso perdón fiscal a los familiares de los funcionarios y luego otro decreto inmediato con incorporación del perdón a los funcionarios vía familiares.

Quien inspira pasos tan contrarios no puede ser el mismo miembro, aunque la forma o Gestalt siga siendo la misma.

Los miembros que entran y salen brindan esa imagen de provisorio, de “ya corrijo”, de nada es definitivo.

¿La definición de Mauricio de Gestalt ayuda a comprender lo que a los ojos simplemente humanos aparece como contradicción? ¿Se trata simplemente de un cambio de integración de la Gestalt lo que hace azarosa las idas y vueltas gubernamentales? ¿Cómo podríamos entender la acción de la Gestalt Macri sin “un sexto miembro mutante”?

Pero?

Cómo explicarnos, sin descalificaciones tempranas y sin introducir el criterio del sexto mutante, que se haya afirmado que se disponía del mejor equipo de gobierno de la historia y al mismo tiempo reconocer que no conocían (el equipo) el real estado de la Nación a fines de 2015.

La única explicación es que el miembro de la Gestalt que hizo el diagnóstico en 2015 no es el mismo que hizo el diagnóstico una vez en el poder.

En criollo, si el sexto miembro de 2015 es el mismo que el de 2016, la cuenta da ignorancia. Le damos el crédito que uno es el del 2015, y otro el de 2016. Mutación y no ignorancia.

¿Es el mejor equipo aquél que fue incapaz de un diagnóstico correcto? Siendo indulgente pensemos que el sexto miembro de la Gestalt ? el que marca los pasos ? cambió y el de 2015 no es el de 2016.

De esa “diferencia” se desprende el galimatías en el que hoy todos estamos metidos. La cuestión Ganancias, Presupuesto y la marcha de la economía.

Globos y políticas

El Presidente y los miembros de la etnia marketing prometieron, en campaña, excluir a los asalariados del pago del Impuesto a las Ganancias. Hasta noviembre de 2016 la promesa estaba sepultada. Y como todos los que salen de bajo tierra, que es lo que ocurrió cuando el Ejecutivo incluyó un proyecto en sesiones extraordinarias, generó el pánico lógico que producen los enterrados cuando se ponen a caminar.

Importa destacar que los errores, cambios, idas y vueltas, seguramente, no son responsabilidad de los cinco miembros plenos de la Gestalt (Macri, Quintana, Peña, Lopetegui, Durán) sino de aquellos que se incorporan de manera fugaz a “la forma”. Ellos causan daño por pasos exploratorios e improvisados y al retirarse, paradojalmente, habilitan la solución. Logran dar paso a la solución porque previamente dieron el paso del daño. Es el problema de la mutabilidad del sexto que también es parte de “son yo”, pero en este caso provisoriamente: los otros cinco son permanentes.

La confesión de su carácter gestáltico, ofrecida por Mauricio, ayuda a comprender los pasos de un Gobierno. Veamos. El Gobierno está signado por el marketing que, a su vez, está gobernado por las encuestas. Ese es el mundo Duran-Peña. El marketing es el alma de este Gobierno. Un marketing sin intermediación. De uno a uno. Vía redes sociales, que en realidad son vías individuales (Twitter y demás) y que para el PRO son la “nueva política”. Es un aspecto fundamental de la Gestalt de Macri.

Las visiones

Para los marketineros el PRO no hay sociedad y no hay pueblo. En todo caso, hay gente, que son individuos con problemas concretos, individuos a los que dirigirse individualmente y a los que hay que resolverle el problema “concreto” sin atender a cuestiones sistémicas que, para ellos, no existen: solo hay individuos.

Tentado estoy de decir que, en esta dimensión, la política es una suma de soluciones de gerentes municipales. Salvando la distancia, es notable la coincidencia con la transformación del peronismo que reemplazó la columna vertebral del movimiento obrero, que lo ponía de pie en torno a la producción como objetivo, por la columna vertebral de los intendentes del conurbano, que se sostiene mediante la distribución para sostener el mínimo consumo.

Sería muy largo reflexionar acerca de esto, pero hay un insólito parentesco cuya síntesis tal vez sea Maria Eugenia Vidal. Pero es otro tema. Dejemos el marketing.

La visión de la Gestalt de Macri también está motorizada por “la gestión”. Y ese el mundo Quintana- Lopetegui. La gestión y el Excel es la otra fase permanente de esto “más que humano”: todos sumados, dice Mauricio, son un yo.

Marketing más gestión completan la plataforma sobre la que divisamos la cara visible que es Mauricio.

Todo parece indicar que los pasos que dan dirección (no el marketing ni la gestión ni la cara visible) aparecen como consecuencia de la acción del sexto y fugaz miembro de “la forma”.

Ese miembro, que entra y sale, ha sido a veces Elisa Carrió, otras Alfonso Prat Gay o Daniel Angelici, etcétera.

A partir de esa frase original y provocadora del Presidente es posible despuntar el actual método de conducción de los asuntos públicos.

El rumbo

Nadie duda que el Gobierno pondera “la gestión” y no sólo el marketing. Pero se gestiona para comprar o para vender, para exportar o para importar, para producir o para consumir. La gestión es independiente de qué, del para qué y del por qué. Por eso, los CEO's, consultores y managers gestionan. En este caso todo. La salud, la educación, la seguridad o la macro son gestionadas por las mismos miembros de la Gestalt que no están especializados en ninguna rama y sí en “la gestión”. Pensemos en la idea de gestión sin objetivos. ¿Qué nos dice?

Si para la Gestalt de Macri en la gestión anida la idea de éxito, estamos ante un error grave. “Éxito” no es una categoría de la política pública.

El qué, el para qué y el por qué ?en esta definición de la Gestalt de Macri? están relegados al arbitrio del sexto miembro ocasional, que entra y sale, cuyos pasos son provisorios y pueden ser rectificados sin pudor.

Nunca son pasos largos, pasos con proyección de futuro y por eso son rápidamente rectificables. Si esto no funciona, corregimos. Esta idea de la política torna a la proyección ocasional. Una malformación.

La característica de los pasos, que orienta el sexto miembro ocasional, no son ni de marketing -que es permanente- ni de gestión, que también se adjetiva de esa manera. Son pasos “al toro”. Veamos.

Hubo presión por Ganancias y aquí va un proyecto. No sabemos como terminará esta cuestión. Pero lo que sí sabemos es que ese proyecto del Ejecutivo no será ley. Será otra cosa pero no la que el Ejecutivo, a instancias del sexto miembro, se propuso.

El problema

En este esquema conceptual reside el problema principal del Gobierno. El orden de las jerarquías altera su resultado. De lo que se ocupa el sexto miembro, los pasos a dar y la dirección, está relegado a ser el último orejón del tarro. Cuando debía ser el primero.

Los pasos a dar (el para qué) es lo ocasional, lo que se puede cambiar, el contragolpe. Muy K.

Al igual que para el kirchnerismo, el marketing sin intermediación, pero que en los K era lanzado en cadena nacional, es lo más importante. La comunicación. Durán y Peña.

La primera diferencia con el kirchnerismo es la preocupación por la gestión. Los K jamás se ocuparon de eso: la prueba es el despilfarro de recursos y la ausencia de resultados. Nadie duda que la construcción de rutas será ahora mejor administrada.

Pero la coincidencia fatal entre ambos elencos está en el manifiesto repudio a los planes, programas y consensos que Néstor y Cristina Kirchner ejercitaron de manera instintiva.

La coincidencia en el rechazo al plan y al consenso la manifiesta plenamente la Gestalt de Macri cuando pone en el máximo nivel al marketing y a la gestión, sin siquiera ocuparse seriamente del para qué.

Con pésima gestión y buen marketing, a Néstor le fue bien cuando el “para qué” vino de los términos del intercambio y cuándo esa dinámica se desaceleró, todo empezó a ir mal.

La Gestalt de Macri no tiene los términos del intercambio a favor y tiene a la economía en el piso y a la sociedad perforando la superficie hacia abajo. Nada indica que algo de eso vaya a cambiar sino se lo propone.

Primero, “porque no hay viento favorable para velero sin rumbo”, como se dice y segundo, porque tampoco hay viento favorable. Con rumbo y motor se puede avanzar.

¿Entonces?

Sin rumbo ni motor, no hay marketing ni gestión que transforme la realidad. Pueden venderla mejor y administrarla de maravilla. Pero no cambiarla.

Macri, con su definición de Gestalt, ha dicho que eso, marketing y gestión, es lo que le preocupa. No alcanza. En realidad, lo que debería hacer ya mismo Cambiemos es repensar la función del sexto miembro de la “forma” de Sturgeon. Ese sexto miembro tiene que ser el que piense el largo plazo, el país deseado y el que formule un programa de verdad: no hay programa sin instrumentos.

Ninguna de esas condiciones (país deseado, largo plazo, programa e instrumentos) tiene el menor sentido sin la búsqueda de consenso, de argumentar y pactar. Esa carencia nos está asfixiando.

Me temo que la forma y la Gestalt sea un sustituto del diálogo y del consenso con “los demás”. Porque se sustancia sólo entre ellos que, además, son yo. El ensimismamiento trágico.

Es el método que, desgraciadamente, la Gestalt implica. Argumentan y pactan entre “nosotros cinco” y a veces seis. Ese método fracasó. Y todos necesitamos que a Macri le vaya bien.

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