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El cambio de ministro y los ojos de Macri

27 diciembre de 2016

Ellos son mis ojos y mi inteligencia y cuando ellos piden algo, lo estoy pidiendo yo”. La frase resonó fuerte en el CCK, durante la última reunión de gabinete ampliado, hace trece días. Sin que dejase margen para confusión posible sobre protagonistas señalados y destinatarios. Con ese “ellos”, el presidente Mauricio Macri hacía mención a su núcleo duro, a su espacio de decisiones más próximo.

Ese que forman Marcos Peña, jefe de Gabinete y Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, sus dos vices. O Marcos, Mario y Gustavo, como los llamó en aquella ocasión. En la platea de la Ballena Azul, apoltronados en sus butacas, escuchaban ministros y funcionarios de segunda y tercera línea del Gobierno. Algunos más consustanciados con esas palabras que otros.

Por entonces, ya había pasado el “retiro espiritual” en Chapadmalal. Y el Gobierno empezaba, con contrariedades, el proceso de negociaciones por la modificación del impuesto a las Ganancias, con media sanción en Diputados del proyecto opositor y sin la certeza, todavía, de llegar al acuerdo finalmente alcanzado. Alfonso Prat-Gay, ministro de Hacienda y Finanzas, quedaría desplazado de la primera línea de negociaciones, ésa que ocuparían el ministro del Interior, Rogelio, Frigerio y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y reaparecería en escena sólo cuando el acuerdo fuera refrendado por los gobernadores. Ya desdibujado. Ya fuera de foco.

Prat-Gay nunca perteneció al círculo de afinidades del macrismo. Y no pudo incorporarse a él. Aunque recibiese más de una palmada durante el proceso de negociación con los fondos buitre. La recesión en curso, indicadores en baja y la promesa incumplida de un “segundo semestre” reparador jugaron en su contra, para el pase de factura interno. Sus intermitencias con el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, por diagnósticos diferentes sobre la naturaleza de la inflación y recetas diversas sobre política fiscal hicieron más empedrado el camino. Y algunas rivalidades en la disputa de espacios de poder (y de egos) con otros ministros, también. Cuestión que parecía acentuarse con la decisión de Macri de parcelar las responsabilidades que en otro tiempo tenían los superministros de Economía.

Por cierto, ese esquema parcelado elegido por Macri para tener bajo su comando el repertorio de instrumentos económicos parece reproducirse aquí con una nueva división: la de Hacienda y Finanzas, a cargo de Nicolás Dujovne y de Luis Caputo, escolta de Prat-Gay en el acuerdo con los buitres. Ambos con mucha mejor sintonía con ese círculo próximo de decisiones. Sobre todo, con Quintana. La renuncia por “cuestiones personales” de Isela Costantini a la presidencia de Aerolíneas Argentina había marcado el antecedente más inmediato. A modo aleccionador, incluso, para aquellos que no quisieran ajustarse a la impronta de Gobierno. Esa que apunta con ser más marcada durante el año próximo.

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