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“El 2° semestre será mejor que el 1° y el 2017, mejor que el 2016”

Entrevista a Fernando Marengo, Economista jefe del Estudio Arriazu.

31 agosto de 2016

En diálogo con El Economista, Fernando Marengo analiza la coyuntura económica y, si bien es optimista, señala algunos riesgos que el Gobierno deberá administrar. A continuación, el diálogo completo.

El ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso Prat-Gay, declaró el lunes que “la inflación ya no es un tema” y, como no podía ser de otra manera, se armó el debate. ¿Cómo está viendo la desinflación, la palabra hoy en boga?

Según las proyecciones, uno espera que la tasa de inflación anualizada hacia fines de año esté en torno a 20%. En parámetros argentinos, podríamos decir que una tasa de 20% no es un problema. Pero, en parámetros internacionales, estamos hablando de una inflación extremadamente elevada que es necesario seguir bajando. La inflación es una estafa para los tenedores de pesos, y hay que llevarla lo más rápido posible a 0%. El Gobierno asumió con diversos desequilibrios macroeconómicos y, una parte, los relacionados a los precios relativos, tenían que aproximarse a algo más real. Se sinceró el tipo de cambio oficial con una devaluación, se bajaron retenciones a algunos sectores exportadores y se hicieron ajustes de tarifas, aunque hubo que hacer marcha marcha. Todo esto generó inflación. En el momento en el que dejas de devaluar, subir tarifas y bajar retenciones, la tasa de inflación se iba a desacelerar, y ahora los estamos experimentando. El BCRA, también, aportó a esta desaceleración subiendo la tasa de interés, y eso tuvo costos recesivos.

La inflación estaría en 20% hacia finales de 2016 y, como dijo, hay que seguir bajándola. ¿Será complicado perforar ese umbral?

En 2017, van ser fundamentales las negociaciones salariales. Si uno piensa que este año vamos a terminar con una inflación entre puntas del 38% y que las negociaciones salariales de los empleados registrados estuvieron en torno al 33%, podemos decir que los salarios perdieron 5% en términos reales. Cuando uno vaya a comenzar las negociaciones salariales del 2017, no puede ir pensando que la inflación va a ser la misma que en 2016 y pedir el 38%. Para lograr el 17% que plantea el BCRA, hay que lograr ajustes en torno al 22%-25%. Pero, para eso, el mercado tiene que creer en el programa antiinflacionario. Si cree, y piensa que ajustando salarios al 22% va a terminar igual o incluso mejor en términos reales a fin de año, se va a lograr bajar la tasa. Ahora, si las paritarias empiezan con el 40% porque este año la inflación fue 38% y se quiere recuperar lo perdido en 2016, va a ser mucho más complicado.

¿Qué pasará con el dólar y las tarifas en 2017?

Allí también entra en juego la cuestión electoral? En un año electoral, y con un blanqueo que puede generar un ingreso de capitales, me cuesta ver una depreciación importante del tipo de cambio. Respecto a las tarifas, vamos a terminar a fines de este año haciendo el ajuste que se pensaba hacer a principio de año y eso te va a reemplazar todo el sendero que tenías pensado. Y lo que no hagas en el primer trimestre del año que viene difícilmente lo puedas hacer en el resto del año por ser, como decía, electoral.

Se está empezando a cumplir una de las dos grandes promesas del Gobierno: una baja “drástica” (Mauricio Macri dixit) de la tasa de inflación. Ahora, falta el crecimiento. ¿Cuándo estima que llegará?

Entre julio y agosto transitamos un punto de inflexión en la actividad económica y, consecuentemente, estamos en el momento de mayor conflictividad. ¿Por qué creemos que estamos tocando un punto de inflexión? Hay que ver cuáles son los factores que impulsan la demanda. Ahí tenemos un Brasil en que, con su crisis política y todo, las variables económicas están mostrando que se estabilizó y empieza a mostrar crecimientos marginales. Los precios internacionales todavía están por arriba del año pasado, a pesar de que en el Hemisferio Norte la cosecha parece que va a ser algo extraordinario y eso te presiona a la baja en los precios. Después tenemos el tema de ingreso de capitales. Si bien mucha gente cuestiona que está yendo principalmente a inversiones financieras y no a reales, esto es algo natural: siempre la primera inversión viene a buscar diferencial de tasas de interés, es decir, es financiera. A este financiamiento también están accediendo el Gobierno, las provincias y las empresas. Si uno lo piensa desde el punto de vista de la demanda, esto claramente es expansivo e incluso el último dato que publico el BCRA del MULC muestra que la IED fue récord histórico desde que existe. Una parte fue directa y otra financiera, como decía, pero fue el mayor ingreso mensual de capitales extranjeros desde que existe la serie en 2002. O sea, capitales están entrando. Desde el punto de vista de la política nacional, el BCRA baja la tasa de interés cuando cede la inflación y eso ayuda en el costo del financiamiento y también desde el punto de vista de la demanda. Y, finalmente, el Gobierno, dada la recesión, está dispuesto a generar crecimiento a través de obra pública. Si bien eso puede ocasionar incertidumbre respecto a la sustentabilidad en el mediano plazo, en el corto plazo es expansiva. Entonces, el segundo semestre, contra el primero, tiene que ser mejor. A todo esto, y pensando más en 2017, hay que pensar el ingreso de capitales y el impulso en la demanda que puede generar el blanqueo. El segundo semestre va a ser mejor que el primero y el año que viene, mejor que este.

Un tema clave es el consumo, el principal driver de la actividad. La expectativa es que el salario real tome algo de oxígeno en los próximos meses con la baja en la inflación. ¿Lo ve así?

Bajar la inflación, baja la tasa de interés. Además, va a recuperar la demanda brasileña: en el primer semestre, Brasil no solo no demandaba sino que te quería vender sus productos porque tenía su mercado deprimido. Después si ves los indicadores de actividad económica, el sector más afectado es la construcción y, principalmente, el relacionado con la obra pública. El Gobierno empezó con el proceso licitatorio y hay un fuerte incremento en la cantidad de licitaciones. Cuando se empiece a ejecutar esa obra, va a crecer el empleo y eso es lo que debería ayudar a que la rueda se mueva.

Colegas de usted sostienen que, si bien la economía va a crecer en 2017 y a tasas no desdeñables de 3% o 4%, advierten que los drivers no van a ser los virtuosos (inversiones, exportaciones o productividad) sino estímulos menos sustentables cosas como el atraso cambiario y el gasto público expansivo. ¿Le preocupa eso o piensa que, ante todo, lo importante es crecer y después acomodar la macro?

Si tengo que elegir un orden de prioridades, primero vamos a crecer. Después, definitivamente importa cómo se genera ese crecimiento y que sea sostenible. Lo deseable sería crecer en base a inversiones y exportaciones, pero si uno ve la participación del consumo en el PIB argentino, necesita que el consumo acompañe. Respecto a las exportaciones, el Gobierno identificó algunos sectores en los cuales el país tiene ventajas y les dio incentivos. Si uno piensa en el agropecuario, el energético y minero, la política del Gobierno fue mejorarle su rendimiento relativo con baja de retenciones, suba de tarifas y/o algún movimiento cambiario. Claramente, estos sectores fueron beneficiados. Si uno ve la evolución que tiene el sector agropecuario, se lo ve muy dinámico. Con una cosecha mucho más dedicado al maíz, que es mucho más intensivo en capital que a la soja. Se va a necesitar más inversión para generar esas intenciones de siembra. Eso va a ayudar. El problema que enfrentaría ese mercado es que en el Hemisferio Norte hoy hay un clima excepcional y eso está generando estimaciones de cosecha record y empuja los precios a la baja, pero esos sectores ayudarán con las exportaciones.

Sugirió que el blanqueo será exitoso. ¿Qué números estiman en el estudio?

Primero, hay una motivación por la situación internacional. No es un tema que haya cambiado la expectativa argentina de mediano plazo y la gente haya decidido exteriorizar sus capitales. Hay un tema de persecución externa y, en este contexto, el Gobierno dispuso dos alternativas: pagar el impuesto y si, no querés pagarlo, comprar bonos públicos innegociables e intransferibles por un horizonte mínimo de tres años o la inversión en fondos comunes de inversión. Cuando se analizan las distintas opciones, parece que lo más viable es pagar el impuesto y quedarse líquido. Y después, ver si querés entrar o no al país. Si uno toma las cifras de activos externos en poder de residentes del BCRA, se calcula que son US$ 240.000 millones. De ellos, poco más de US$ 30.000 millones están declarados en Bienes Personales. Por ende, hay unos US$ 210.000 millones y habría que agregarle si hubo alguna salida de capitales oculta con subfacturación de exportaciones o eventualmente contrabando. El potencial elegible está arriba de los US$ 240.000 millones. Creo que podemos aspirar a un blanqueo del 20% de eso, es decir, US$ 50.000 millones. Son 10 puntos del PIB. Si uno lo compara contra el tamaño del sistema financiero, es casi un sistema financiero entero. No quiere decir que vaya a ser todo repatriación. Mucho va a ser exteriorización que el Gobierno lo recaudara en impuestos. Lo que sea repatriación generará actividad económica y crecimiento.

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