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Temer a la apreciación

El panorama político brasileño no parece dar señales esperanzadoras en el plano económico. Después de todo, los lineamientos de la política macroeconómica de un eventual gobierno de Temer sería una suerte de continuismo de la política fallida del PT.

04 mayo de 2016

 Por Juan Matías De Lucchi (*)

El viernes de la semana pasada, la cotización del dólar en la plaza brasileña alcanzó el valor más bajo desde los últimos nueve meses, como consecuencia de una tendencia bajista que se inició a finales de enero. En la mayoría de los análisis se hace hincapié con crudeza en la mejora del estado de confianza de los empresarios frente a la eventual destitución de Dilma Rousseff.

En general, los mercados financieros no son ajenos a factores políticos de esta naturaleza, sin embargo, es justo mencionar que durante el mismo período en cuestión también se observa una tendencia global a la apreciación nominal de las monedas y un repunte en los precios de las commodities. Una vez más estas tendencias están asociadas a la cautela y moderación de Janet Yellen en la fijación del target para la tasa de los fondos federales. Luego de la tempranamente descontada ligera suba de diciembre pasado, el rango de tolerancia para la tasa de interés “internacional” de corto plazo se ha mantenido en 0,25-0,50%.Vale mencionar por cierto que, mas allá de las particularidades del mercado financiero argentino, como la persistencia de las atractivas tasas de corte para las Lebac a 35 días, las presiones bajistas sobre el peso no han sido ajenas a este proceso global, sobre todo, en el marco de un nuevo escenario institucional de apertura a los flujos financieros.

Un eventual Gobierno de Michel Temer no parece verse cómodo con un tipo de cambio perforando los 3,5 reales por dólar. Esta es la razón por la cual, según fuentes periodísticas, habría un visto bueno para la actual conducción del Banco Central de Brasil (BCB) que estaría siendo incorporado para un eventual periodo de transición. Lo concreto es que el BCB ha estado interviniendo fuertemente en derivados financieros de dólar a fin de contrarrestar las presiones bajistas en el mercado spot. A diferencia del pasado reciente, el BCB ha estado realizando ahora operaciones de compra de swap cambiarios (reversos) por importes considerables. Recuérdese que el BCB ha sido una de las autoridades monetarias que más ha utilizado los mercados de derivados a los efectos de moderar la volatilidad cambiaria, en general, con el objetivo de contrarrestar las presiones alcistas y evitar pérdidas de reservas internacionales.

Considerando las críticas que se desprenden del documento político del PMDB (“Un puente para el futuro”) para dichas ventas a término, podría explicarse todavía más la consistencia de las operaciones reversas de los últimos días. En dicho documento se afirmaba que “la política cambiaria, incluida naturalmente la constitución y gestión de reservas externas y las operaciones de swap para moderar la volatilidad del cambio u ofrecer protección a agentes privados expuestos a la variación del tipo de cambio, tiene impacto fiscal, dado los costos que incurrimos con la formación de reservas a través del endeudamiento a tasa internas muy altas y con pérdidas en los mercados de futuros”. Cualquier similitud con la realidad argentina es pura coincidencia.Siguiendo su propio razonamiento, entonces, todo parece indicar que el BCB estaría matando dos pájaros de un tiro con las operaciones de compra. Por un lado, evitaría los supuestos “costos” de la intervención en el mercado spot. Nótese que, aun con similitudes en el enfoque ortodoxo, en Brasil, a diferencia del oficialismo local, el problema principal no sería el efecto monetario inflacionario de las compras en el mercado de cambios sino el costo fiscal de la esterilización. Por otro lado, los contratos de swap reversos no hacen más que reducir la posición neta vendida en el balance del BCB.

El PMDB ha estado reclamado un baja en la tasa de interés a fin de evitar una una excesiva apreciación cambiaria y con vistas a mantener estable el ratio deuda/ PIB. Sin embargo, según se afirma, la precondición para iniciar un ciclo bajista en la tasa de interés sería un programa de ajuste fiscal en el marco de un clima de negocios de apertura al sector privado e ideológicamente opuesto a todo tipo de “estatismo”.

El panorama político brasileño no parece dar señales esperanzadoras en el plano económico. Después de todo, los lineamientos de la política macroeconómica de un eventual Gobierno de Temer sería una suerte de continuismo de la política fallida del PT. La centralización de programa basado en metas de ajuste fiscal no hará mas que agravar las tendencias ya experimentadas. Afortunadamente, el BCB acumuló cuantiosas reservas durante la década pasada y ya hace tiempo que deberían haberse colocado al servicio del crecimiento económico. Insólitamente, Brasil se está ahogando en la liquidez de sus reservas. (*) Economista y profesor de Moneda, Desarrollo Financiero y Crisis en MDE-UNSAM

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