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Los beneficios del neoliberalismo: ¿sobrevendidos?

31 mayo de 2016

por Pablo Mira

Todo apunta a que la gestión de Mauricio Macri desea retomar la agenda neoliberal, o al menos propiciar políticas en esa dirección, por lo que es un buen momento para evaluar las experiencias en este sentido. Los países que llevaron a cabo una estrategia neoliberal sostenida no son tantos, pero tenemos un vecino que es un buen representante: Chile. El modelo chileno fue rescatado más de una vez por las autoridades actuales como un caso exitoso al que apuntar, y muchos lo consideran como “el mejor alumno” (si no el único) de la tradición neoliberal.

Recientemente, tres investigadores que trabajan en el FMI tomaron como referencia la experiencia chilena para evaluar la efectividad de las políticas neoliberales. Tras una crisis casi terminal a principios de los '80 por una violenta política de apertura, Chile logró sostener un modelo económico neoliberal basado en dos pilares. Uno es la competencia basada en la desregulación y la apertura comercial y financiera y, el otro, es la reducción del Estado a través de un amplio programa de privatizaciones y una autolimitación en el diseño de la política económica.

Los autores del trabajo sostienen que estas políticas tienen en realidad ventajas y desventajas, y arriban a tres conclusiones no tan positivas. Primero, los beneficios de estas políticas en términos de crecimiento cuando se observan grupos de países son opacos. Segundo, los costos distributivos son claros: el neoliberalismo produce más desigualdad. Tercero, esa mayor desigualdad termina afectando la sostenibilidad del crecimiento. ¿Por qué ocurre esto?

Para empezar, la desregulación financiera trae consigo enormes riesgos de crisis bancarias, cambiarias y financieras. Desde 1980 ha habido cerca de 150 episodios de oleadas de ingreso de capital en más de 50 economías emergentes, y 20% de los cuales acabó en crisis. Estos eventos de crisis tienen, además, consecuencias muy negativas sobre la equidad.

En cuanto al tamaño del Estado, los autores se concentran en el tamaño de la deuda pública y las consiguientes políticas de austeridad necesarias para reducirla. Se ha afirmado que las “consolidaciones fiscales” (una forma elegante de nombrar al “ajuste”) pueden ser expansivas, pero la evidencia empírica demuestra lo contrario: las consolidaciones reducen el PIB, y además aumentan la tasa de desempleo y la desigualdad, no solo en el corto sino también en el largo plazo. Y recordemos que estos efectos sociales tienen a su vez, tal como lo demuestran estudios recientes, efectos negativos sobre el crecimiento tendencial de la economía.

Las advertencias sobre el costado nocivo de las políticas neoliberales han sido moneda corriente en las últimas décadas, pero cuando vienen directamente de un organismo que las ha estimulado sin rubor como el FMI, debemos prestar especial atención.

En cuanto a las recomendaciones para imitar el modelo chileno, deberá tenerse en cuenta no solo que Chile estableció variados controles de capital, sino que además cuenta con la herramienta clave para realizar política anticíclica: 100% de retenciones sobre su principal recurso natural. Dicho más claramente: propiedad estatal sobre el cobre.

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