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“Terminó la etapa preliminar”

Entrevista a Javier González Fraga (Economista y expresidente del BCRA entre 1989 y 1991)

27 abril de 2016

En diálogo con El Economista, Javier González Fraga ofrece su visión sobre la economía tras la salida del default. “La idea fue cerrar las hemorragias para empezar, ahora sí, con la política económica”, dice. Asimismo, habla sobre el segundo semestre, los nuevos ejes de la política económica, la visión de los empresarios, la necesidad de que aumente la inversión y bregó porque se “desate un proceso inversor en las pymes”.

El Gobierno cree que, con la salida del default, se cerró una etapa y, naturalmente, comienza otra. ¿Usted coincide y cuáles deberían ser los ejes de la política económica en esta nueva etapa?

Más que una primera etapa, terminó la etapa preliminar. La idea fue cerrar las hemorragias, para empezar, ahora sí, con la política económica. Todas las medidas que se tomaron en estos primeros cuatro meses tienen que ver con llegar a la posibilidad de negociar con los holdouts. La salida del cepo, la baja de las retenciones para atraer los dólares de los exportadores y la baja de los subsidios para recomponer los números del sector público eran medidas preliminares al acuerdo. Logrado el arreglo con los holdouts, en los próximos treinta días veremos los anuncios de la política económica definitiva de este Gobierno. Por ejemplo, el plan antiinflacionario. Las metas de 20-25% eran para orientar expectativas. Habrá un programa más serio y preciso de metas de inflación porque ahora se cuenta con un programa monetario y fiscal. También podremos empezar a recorrer el camino de la pobreza cero y hasta ahora no se pudo hacer nada e, incluso, se podría decir que hubo retrocesos por los aumentos de precios. Ahora se van a poder jugar las cartas más importantes que tiene este Gobierno para combatir la pobreza y que no pasan sólo por aumentar el ingreso sino mejorar la calidad de vida de los sectores más postergados mediante las cloacas, el agua corriente, el pavimento para que entren las ambulancias y los patrulleros, la luminaria, extender el SAME a todo el Gran Buenos Aires y todo lo que constituye educación, seguridad y salud. Todo eso es una gran apuesta y requiere financiamiento internacional, y estaba frenado por el acuerdo con los holdouts. Por eso digo que, más que una primera etapa, se terminó la preliminar y estamos ante el lanzamiento de las verdaderas políticas económicas, que van a tener que producir algunos cambios clave, por ejemplo, una caída en la tasa de inflación y una consecuente caída en la tasa nominal de interés para empezar un proceso de remonetización de la economía que le va a permitir al BCRA comprar los dólares que vendrán masivamente. Esto va a exigir un aumento de la demanda de dinero para que no se traduzca en un proceso inflacionario. Pero antes tiene que venir el proceso de reactivación, que debe llegar de la mano de la inversión de las empresas grandes, las pymes y el sector público. No hay otra variable.

¿No hay riesgos de que la inflación se mantenga, quizás no arriba de 4%, pero sí arriba de 2%? Es necio decir que no hay riesgos. Los hay. Pero si uno mira la inflación núcleo actual observa que está más cerca del 2% que del 3%, 4% o 5%. Los índices generales que estamos viendo son todos por recomposición de precios relativos. También las lluvias han hecho subir las verduras y la carne subió por falta de oferta. En general, lo que uno ve es una caída importante del consumo, una reducción importante en el ritmo de aumento de precios y, en algunos casos, incluso, algunas caídas. Soy muy optimista. Mayo y junio mostrarán índices mucho menores. Pero, es cierto, en una economía tan inflacionaria como la nuestra decir que la inflación ha muerto es una simplificación irresponsable.

Usted habla con frecuencia con los empresarios. ¿Qué es lo que está frenando hoy el proceso inversor?

Dependiendo del tamaño de la empresa y la capacidad de los empresarios para saber qué es lo que está pasando, hay mayor o menor optimismo. Los grandes, con acceso a la información, saben que estamos pasando por una burbuja de ajuste de desinflación de una economía que fue inflada artificialmente en la segunda mitad del año pasado cuando se duplicó el ritmo de expansión monetaria y se aumentó el gasto público, y eso generó una caída de todas las reservas de la economía, subas en los precios y una gran serie de inconvenientes. No había otra receta que desinflar la economía.

Y ¿cómo está viendo a los empresarios pequeños?

Allí veo temores más profundos. Por ejemplo, temen que haya una apertura económica como en los '90. Tienen miedo a la competencia de un Brasil recesivo y de una China con una gran capacidad para invadir nuevos mercados. Estos temores no han sido despejados aun por las autoridades respectivas. En resumen, a las grandes las veo dispuestas a invertir porque ven posibilidades de inserción internacional y, las pequeñas, como decía, atravesando una etapa de incertidumbre.

¿No tiene un sesgo excesivamente primario el modelo?Lo primario es lo primero que se beneficia de una devaluación. Para que esto vaya hacia lo agroindustrial o lo industrial, hace falta financiamiento; despejar el camino impositivo y una ley de amnistía, por no decir blanqueo, que tiene otras connotaciones, para que haya inversiones. El fomento industrial lleva más tiempo y está sujeto a incógnitas que no se han despejado.

Mencionó que se terminó “la etapa preliminar” y que el Gobierno presentará un nuevo plan más acabado?

Eso estimo. Lo han dicho tanto el presidente del BCRA como el ministro de Hacienda y Finanzas. Hasta ahora sólo hubo señales para conducir las expectativas.

¿Qué otros temas no podrían faltar en esta nueva agenda?

Primero, y fundamental, debe haber una serie de medidas para detonar un proceso de inversión en las pymes industriales y por eso es clave despejar las dudas a las que aludí antes. Siempre pensé que el Presidente era un industrialista, pero hasta ahora no hubo señales muy claras de ello. Tiene que haber más simplificación tributaria y ofertas de financiamiento. Quizás me apresuro en reclamarlas porque recién a partir de haber cerrado con los holdouts van a llegar los fondos a través de los bancos que van a terminar en el sector privado, pero el Banco Nación debería estar tomando la posta anunciando créditos a largo plazo y a tasas bajas. Hay que tener alguna forma de indexación o animarse a prestar en dólares a empresas que no sean sólo exportadoras. Como mencioné antes, tiene que haber una amnistía. Hace falta. También hay que desgravar a las pymes que inviertan, así como se hizo con el empleo joven, como planteaba Roberto Lavagna, siempre que la inversión no sea a costa de los despidos. Asimismo, las políticas sociales son muy importantes porque van a generar, como las anunciadas hace unos días en la provincia de Buenos Aires, casi 100.000 empleos. Eso ayudará a salir de la situación de enfriamiento en la que nos encontramos, que se ha sumado al freno en la obra pública, los temores a la apertura económica y varias cosas que han complicado las cosas por demás.

¿O sea que son necesarias las llamadas “políticas activas”?

Por supuesto. Creo en ellas, y no en el mercado. Hay que orientarlo. Un caso paradigmático es la reducción de los costos de transporte. Hay que invertir allí. Son innumerables las medidas por la subinversión y el Estado debe orientar.

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