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La biomasa empieza a brillar

Hermana poco conocida de la generación solar o eólica, la energía que producen los residuos agrícolas empieza a despegar con un potencial local que puede sorprender

25 abril de 2016

Los últimos movimientos en el sector de energías renovables pusieron de nuevo a la biomasa entre las protagonistas de la transformación. Hermana poco conocida de la generación solar o eólica, la energía que se alimenta de residuos agrícolas empieza a despegar con un potencial local que puede sorprender. Los estudios indican que en quince años podría llegar a 2.300 MW de potencia instalada. Y esto es como decir que se agregaría al sistema una represa similar a la de Salto Grande.

La reciente reglamentación de la Ley de Energías Renovables desempolvó proyectos y renovó el entusiasmo. Todos esperan el primer llamado de subasta de compra de energía que se pautó para mayo para tener una señal certera de precios. Pero ya están seguros de que las energías alternativas avanzarán como nunca antes, con la zanahoria de llegar a 20% de la matriz energética en 2020.

“Las posibilidades de la energía a partir de biomasa en Argentina son enormes”, asegura convencido Federico Moyano, consultor especializado en energías renovables y miembro del equipo de Probiomasa, un programa nacional que funciona como articulador y facilitador de estos emprendimientos. El protagonismo del sector agropecuario en la economía local le augura un brillo especial a este tipo de energía. Según los registros que manejan ellos, existen actualmente cerca de 130 proyectos en cartera, y 40 de ellos ya están en funcionamiento.

“Si bien la mayoría se concentra en generación térmica (de vapor o calor para secado para procesos), ahora empezamos a tener gran cantidad de consultas para volcarse a la producción de electricidad”, explica Moyano. El nuevo escenario de tarifas y de reglas es un motor para el desarrollo eléctrico o de cogeneración.

Todos los proyectos de biomasa que están en agenda son proyectos que tienen detrás a un productor o un industrial relacionado, de alguna manera, con la producción agropecuaria. Todavía no hay grandes inversores específicos dispuestos a aprovechar el negocio junto a los mayores jugadores del sector forestal, azucarero, frutícola, de granos o pecuario.

El esquema actual involucra básicamente a una empresa agroindustrial que tiene residuos y que le interesa darle algún uso o solucionar algún problema energético propio. En general son proyectos medianos de de entre 5 y 10 MW. La nueva normativa y el fomento de la actividad aumentaron el deseo de vender el excedente al sistema nacional y de incrementar la escala de los proyectos.

De todas formas, la producción de energía biomásica tiene en general una distribución específica que está atada a la disponibilidad del recurso a un área geográfica. Y es difícil tener concentraciones del residuo que habiliten proyectos mayores a los 50 MW. “Se necesita una logística eficiente de recolección para poder operar con mayores plantas de generación porque hay un punto en que se vuelve demasiado costoso”, explica Moyano. También hay un tema de propiedad y de derechos sobre esa biomasa. Y es complejo poner de acuerdo a muchas partes para que una provisión constante.

A pesar de que no logra una producción de grandes escalas, la energía de biomasa tiene, según los expertos, algunas ventajas respecto a sus competidoras. “En primer lugar tiene un impacto mucho mayor en el desarrollo socioambiental que un proyecto eólico o solar”, considera Moyano. “Genera y utiliza más mano de obra, y, además, trata un residuo que es un efluente pasivo”. Con este sistema ?asegura? se le otorga valor al residuo, que pasa de ser un costo a ser un activo. Esto también es un aliciente para los productores e industriales que se vuelcan a darle utilidad al descarte de sus empresas.

Asimismo, dentro del diseño de la matriz de renovables es una alternativa atractiva porque tiene la gran particularidad de ofrecer potencia firme. A diferencia de la energía eólica o solar que dependen de la aparición del Sol o el viento, la energía de biomasa tiene un manejo muy similar a otro tipo de energías fósiles en las que se puede planificar y manipular el factor de carga disponible.

El mayor potencial actual de estos proyectos es la disminución de costos de las tecnologías necesarias para llevarlos a cabo. Si bien Argentina llega con demora a las energías renovables, hoy es mucho más barata su implementación que hace diez años. La biomasa un poco más costosa que la eólica pero competitiva frente a la solar. Y existe una alta diversidad de tecnologías y escalas, lo que permite buscar presupuestos diferenciados y adaptables a cada proyecto. En un proyecto mediano, el precio oscila entre US$ 1,5 y 2 millones por cada 1Mw nuevo instalado.

Sectores en potencia

La Subsecretaría de Energía Renovable asegura que el mapa verde argentino presupone gran oferta de energía eólica en las provincias de la Patagonia, de solar en la zona Andina y del Noroeste y de Biomasa en el Noreste. Pero las iniciativas de biomasa se multiplican a los largo de todo el país.

El sector forestal es naturalmente uno de los grandes proveedores por la cantidad de residuos que genera, tanto en la industria de transformación de la madera como en la de los subproductos de la cosecha forestal. En este sentido, las provincias de Misiones y Corrientes son las estrellas de la biomasa. Aquí participan desde pequeños aserraderos hasta los gigantes de la industria. La chilena Arauco tiene en Puerto Esperanza y Puerto Piray (Misiones), uno de los proyectos más grandes con una potencia instalada combinada. Además se destaca la construcción de una planta en la localidad correntina de Virasoro a cargo de la forestal Pomera, integrante del Grupo Insud. Con una inversión e US$ 60 millones pretenden generar 40 MW.

El sector azucarero también tiene proyecciones muy positivas de desarrollo a través del uso del bagazo de la caña de azúcar. El proyecto pionero es el de Tabacal Agroindustria que tiene una planta de Cogeneración de Energía Eléctrica, con una producción cercana a 50 MW. La producción apunta al consumo propio pero también a abastecer al norte salteño a través del Sistema Interconectado Nacional. Ledesma desarrolló un proyecto interesante con la utilización de la “malhoja”, la hoja de caña que queda en el campo tras la cosecha. Gracias a este residuo logró disminuir hasta 20% del uso de gas en sus campañas.

El sector frutícola primario e industrial se sumarán entre los protagonistas de la generación. Los productores del sector vitivinícola, de olivos o de cítricos se empiezan a mover para convertir los desechos en energía. El descarte de la cáscara de los cultivos también presenta oportunidades. El arroz, girasol o soja pueden convertirse en fuentes de energía renovable. Nidera lo implementa en sus plantas de Venado Tuerto y Junín. Y en Córdoba, las empresas Prodeman y El Zorzal, proyectaron una planta de generación eléctrica que utilizará biomasa de cáscara de maní como materia prima.

En el segmento de residuos húmedos, participan del boom de renovables los tambos, los criadores de cerdos, los feedlots o las industrias lácteas y de alimentos. En estos casos, la producción de biogás a partir de estiércol o de descarte húmedo está creciendo cada vez más.

Más fondos renovables

Hasta ahora, encontrar financiamiento para los proyectos de biomasa no fue fácil. Pero en el sector esperan que la salida del default y la apertura del crédito también beneficien a las energías alternativas con fondos frescos. Entidades locales e internacionales empiezan a incluir líneas específicas para llevar a cabo estas iniciativas. El BICE y Nación Fideicomisos ya se lanzaron a fomentar este tipo de proyectos. También el Fondo Verde del Clima las Naciones Unidas y organismos como la Corporación Andina de Fomento, el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial tienen en su cartera capitales destinados exclusivamente a las energías renovables.

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