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¿Cuán atrasado está nuestro tipo de cambio?

Convengamos que el nivel del tipo de cambio de Argentina no se encuentra en una situación cómoda. No es que le sobre poco, sino que le falta bastante y aún no ha concluido la totalidad de las paritarias salariales del sector privado. El Gobierno se enfrenta a un dilema clásico.

29 abril de 2016

 Por Jorge Lucángeli (*)

The Economist publica semestralmente (enero y julio de cada año) la estimación del Big Mac Index, creado en 1986, basado en la paridad de poder de compra para hacer la evaluación del alineamiento de las divisas. El “Indice Big Mac” se fundamenta en la “teoría de la paridad del poder de compra” según la cual la relación de cambio entre dos divisas debería igualar la relación entre los valores expresados en las dos monedas de una canasta que contenga el mismo monto de un conjunto similar de bienes. Tratándose de bienes transables internacionalmente, la doctrina asume la vigencia de la “ley de un solo precio”.

La última estimación (enero 2016) relevó los datos de 56 países. A fin de tener una aproximación del nivel del tipo de cambio argentino, se actualizó la información a abril de 2016 para un conjunto de 33 países. En el gráfico se han volcado los datos de los desvíos del tipo de cambio de cada país respecto del de paridad. Los desvíos con signo negativo indican la proporción en que el tipo de cambio está por arriba del tipo de cambio de paridad. El tipo de cambio está sobrevaluado (la moneda local está subvaluada).

Por el contrario, los desvíos con signo positivo indican en qué proporción está por debajo del tipo de cambio de paridad. El tipo de cambio está subvaluado (la moneda local está sobrevaluada), y habría “atraso cambiario”. A fin de obviar la dificultad del precio regulado del “Big Mac”, se recurrió a otro combo de la cadena: el cuarto de libra con queso. El combo incluye papas fritas y gaseosa mediana. Este menú tiene su correlato con la cadena en EE.UU.: Quarter Pounder with Cheese Meal. Pero a diferencia del Indice Big Mac de The Economist, en nuestro análisis hemos normalizado los datos de los tipos de cambio con relación al tipo de cambio de Argentina. En consecuencia, los desvíos se refieren al tipo de cambio local.

Como puede deducirse de la observación del gráfico, de los 33 países relevados, con 3 de ellos Argentina tiene el tipo de cambio devaluado: Suiza (28%), Noruega (8%) y Suecia (6%). Por el contrario, con el resto de los países, Argentina tiene el tipo de cambio revaluado. Con el rublo ruso es el mayor atraso, ya que alcanza casi el 69%. Pero, particularmente, Argentina, tiene su moneda revaluada respecto de sus principales socios comerciales. Respecto de China, el peso argentino está revaluado 48%, respecto de México está atrasado 36%, con la eurozona lo está en 20% y con EE.UU., 16%. Con nuestros vecinos, el peso chileno está devaluado relativamente 32%, el real 22% y el peso uruguayo 26%. Esto último explicaría el flujo de argentinos hacia los destinos turísticos de los países limítrofes durante el verano.Convengamos que el nivel del tipo de cambio de Argentina no se encuentra en una situación cómoda. No es que le sobre poco sino que le falta bastante. Un tipo de cambio de $ 20 por dólar aproximaría el tipo de cambio real con el de nuestros vecinos, pero seguiría revaluado respecto del yuan, del rublo y del peso mexicano. Y, como dato adicional, aún no se han concluido la totalidad de las paritarias salariales del sector privado, lo cual afectará al tipo de cambio en relación a los salarios. Todo hace sospechar que, una vez más, Argentina se aproximaría a las arenas movedizas del atraso cambiario. Si el Gobierno decidiera anclar el tipo de cambio nominal, dadas las expectativas de inflación,durante el año el tipo de cambio real seguiría revaluándose.

Por otro lado, la apuesta fuerte del Gobierno es que una vez finalizado el arreglo con los holdouts se pueda acceder nuevamente al financiamiento internacional. Si realmente se concretan las expectativas optimistas de ingreso de capitales que todos pronostican, habría otra presión a que el tipo de cambio se siga revaluando. Los efectos sobre la estructura productiva serían similares a los de la enfermedad holandesa. Quizá sería pertinente buscar antídotos contra la endemia a fin de evitar adentrarnos en los laberintos borgeanos.

(*) Director de la Maestría en Relaciones Económicas Internacionales. Facultad de Ciencias Económicas. UBA

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