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El mundo ofrece pocas oportunidades para Argentina

No obtendremos de allí la holgura que supimos tener los años anteriores

18 marzo de 2016

(Columna de Ramiro Albrieu, economista e investigador del CEDES)

Las tareas del Gobierno entrante frente al desorden macroeconómico imperante son muchas. Queremos resaltar aquí un factor totalmente exógeno que será clave al respecto: el contexto externo. No obtendremos de allí la holgura que supimos tener los años anteriores. Repasemos.

Comencemos por Estados Unidos. Allí la evolución positiva del mercado de trabajo y la trayectoria creciente para la inflación núcleo ?aquella que deja de lado productos con precios volátiles para concentrarse en la evolución tendencial- dan cuenta de un regreso a la normalidad y, por lo tanto, a una inminente suba de tasas. Sin embargo, la fuerte apreciación del dólar ocurrida en los últimos dos años puede acentuarse con la suba de tasas, lo cual a su vez erosionaría el perfil exportador de la principal economía del mundo. Por lo pronto, el ajuste en la política monetaria parece seguir su curso, lo cual implica para Argentina ?cuya moneda suele estar ligada al dólar- mayores presiones sobre la competitividad externa.

Pasemos a China. La economía asiática está transitando un cambio en su modelo de crecimiento, priorizando el impulso del consumo por sobre el de la inversión y las exportaciones. Más allá de que poco se ha avanzado en el incentivo al consumo, lo cierto es que el viraje de políticas ha tenido como principal consecuencia una fuerte desaceleración en la tasa de crecimiento. El próximo Plan Quinquenal, que se discutió estos días, habla de un target de crecimiento de entre 6% y 7%, cuando en años pasados la expansión superaba cómodamente el 10%.

Los cambios en la economía internacional no se agotan allí. El fortalecimiento del dólar y la desaceleración de China han producido efectos negativos en el comercio mundial, reflejados en un crecimiento modesto en los volúmenes y una fenomenal caída en los precios de los commodities (volveremos sobre esto último más adelante). En las finanzas, el panorama también se ha modificado. Luego de varios años de tasas de interés cercanas a cero y buenas perspectivas para los países emergentes, en 2015 hubo salida neta de capitales desde estos países, dando cuenta de un proceso de “vuelo a la calidad” que quizás está recién empezando. Una secuencia de suba de tasas en Estados Unidos, como se espera, puede acentuar este proceso.

Y al dólar fuerte, la desaceleración de China, la caída en los precios de exportación y la volatilidad financiera hay que sumarle la delicada situación de nuestro vecino mayor: Brasil. Allí el escándalo político de Petrobras ha tomado dimensiones que amenazan seriamente la continuidad del recién comenzado segundo mandato de Dilma Rousseff. En el último mes la Corte Suprema decidió la apertura de juicio contra el presidente de la Cámara de Diputados, el empresario de la construcción Marcelo Odebretch fue sentenciado a 19 años de cárcel y la principal figura del oficialismo, Luiz Inácio Lula da Silva, fue detenido para un interrogatorio. Luego de la masiva marcha popular del domingo 13 de marzo, las chances de un impeachment crecen. Frente a este desorden político, la macroeconomía sigue girando en falso. Se espera que el nivel de actividad se contraiga 3,5% en 2016 (había caído 3,8% en 2015) y la inflación minorista se ubica en niveles superiores al 10%. El déficit fiscal también se desmadró: roza el 10% del PIB, lo cual tiene como contrapartida un aumento del financiamiento externo (cada vez más oneroso) y un fuerte ajuste del sector privado. De hecho, el nivel de inversión se ubica 25% por debajo del pico de principios de 2014, y el consumo privado 8% por debajo de ese pico.

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