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La inflación no perdona

¿Es transitoria esta aceleración?

22 febrero de 2016

El Gobierno se confió. Los precios minoristas no estaban valuados al tipo de cambio paralelo y es por ello que la inflación es más alta a la esperada. Además, los ajustes de tarifas pendientes le ponen un piso elevado para una economía estancada desde hace cuatros años y con un pobre dinamismo en el empleo. Hasta no estabilizar definitivamente el mercado cambiario y corregir las distorsiones de los precios relativos, el Gobierno deberá actuar tanto en las causas como en las consecuencias para moderar el impacto en el consumo. No podrá confiar sólo en las bondades de la menor expansión monetaria sino que deberá tener una participación activa para administrar el ajuste.

Contrariamente a las expectativas del propio Gobierno, en enero la inflación se aceleró del 3,9% en diciembre a 4,1% de acuerdo al IPC que elabora el instituto de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires (IPC-CABA) que sirve de referencia hasta que el Indec de a conocer sus primeras estimaciones.

Con este resultado, tras la salida del cepo y la consecuente unificación cambiaria, los precios minoristas subieron a razón de 4% mensual, bordeando el 30% interanual. Sin dudas, una mala noticia para el ingreso de las familias que, más allá de los resultados de las negociaciones paritarias, aún no vieron actualizados sus ingresos. Esta dinámica de precios nuevos con salarios viejos agudiza el parate en el nivel de actividad, y el consumo en particular, tal como lo marcan los primeros datos de enero.

La aceleración inflacionaria es generalizada, aunque en los últimos tres meses lo que marcó el rumbo es la dinámica de los precios de los bienes que, de subir al 2% mensual entre julio y octubre, desde noviembre lo vienen haciendo al 4%, acumulando en los últimos doce meses un alza del 33%. Por el lado de los servicios, si bien crecen menos que el de los bienes, no muestran señales de moderación. De hecho, tras el alza de 2,9% en diciembre, en enero lo hicieron al 3,5%, el mayor incremento desde marzo de 2014, debido principalmente a las subas en hoteles y equipos telefónicos.

Para febrero esperamos una dinámica similar a la de enero aunque con comportamiento opuesto al de los últimos meses: con el ajuste en los precios de las tarifas eléctricas, los precios de los servicios aumentarán 5% mientras que los de los bienes lo harían al 3,5%, promediando un alza total del 4,3%. En este escenario, en febrero los precios habrán acumulado un alza del 33% interanual, lo cual constituye una muy mala noticia para las negociaciones paritarias pues será muy difícil que este año la inflación baje del 30%.

Esta dinámica echa por tierra uno de los supuestos básicos del equipo económico oficial y que tantas veces hemos alertado: los precios no estaban valuados al tipo de cambio paralelo sino que ponderaban mucho más el tipo de cambio oficial. Por ende, tras la unificación cambiaria y la salida del cepo, había que esperar un salto inflacionario como el que estamos teniendo. La buena noticia es que el traslado a precios de la devaluación (el pass-through), por el momento, está siendo menor al de 2014 (la devaluación fue mayor ?50% vs 30%? y la inflación es muy similar).

¿Es transitoria esta aceleración? Todo indica que sí. El tipo de cambio está subiendo en febrero básicamente porque la exitosa salida del cepo ubicó al valor del dólar en un nivel más bajo que el de equilibrio gracias al shock de oferta de divisas del agro. Eso, sumado al incremento en las tasas de interés y a las expectativas favorables que generaron un exceso de oferta “inusual” en el mercado cambiario que, con muy poca intervención del BCRA, llevó el dólar a $13,5.

Si bien esto parecía una buena noticia para anclar las expectativas, a medida que se fue licuando el efecto de las divisas del agro el mercado cambiario va reflejando la realidad: con caída de exportaciones y default selectivo, los dólares no alcanzan y ello presiona al alza tipo de cambio oficial. En víspera de un acuerdo con los holdouts, dado el importante impulso que le daría al mercado local, el tipo de cambio se estabilizaría en torno a los $15, lo cual perece más acorde con los fundamentals de la economía.

Queda claro entonces que mientras los precios se van acomodando a este nuevo esquema, la inflación permanecerá alta por lo que el Gobierno deberá combinar una política monetaria muy ortodoxa con herramientas más heterodoxas. Por caso, intervención en el mercado cambiario para evitar nuevas rondas de suba de precios por alzas del dólar. También es fundamental contar con datos de inflación confiables y un manejo de las expectativas adecuado.

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