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La encrucijada brasilera

Política y economía se combinan en un cóctel crítico para el país vecino. ¿Qué se espera para 2016?

14 enero de 2016

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

El déficit fiscal de Brasil entre enero y noviembre de 2015 alcanzó R$ 54.330 M (US$ 13.501 M, 1% del PIB), el peor resultado en 18 años y el triple al registrado en el mismo período del año anterior (R$ 18.200 M, US$ 4.522 M). Para peor, podría ascender hasta R$ 120.000 M al sumar diciembre, dado que el Gobierno decidió pagar los R$ 57.000 M de las llamadas "pedaladas" fiscales (deuda del Estado con bancos públicos que fueron atrasadas para mejorar artificialmente las cuentas públicas, maniobra por la que el Gobierno es investigado por el Tribunal de Cuentas). Asimismo, la inflación proyectada por analistas del mercado relevados por el Boletin Focus del Banco Central do Brasil es del 7%; el tipo de cambio esperado para fin de año es de 4,21 reales por cada dólar; la tasa Selic proyectada para diciembre es de 15,25%; y la caída del PIB para 2016, de 2,95%. Mientras tanto, la Presidenta Dilma Rousseff reviste niveles de popularidad de un dígito, su coalición navega entre el resquebrajamiento y la estabilidad y se multiplican los casos de corrupción contra tanto sus copartidarios como contra dirigentes de la oposición, con el consecuente eco en el Congreso, que se encuentra virtualmente paralizado. Con ese cuadro ingresa Brasil al nuevo año.

“El pronóstico es reservado. No hay ningún indicador que diga que la caída se haya frenado y el mejor escenario es que la actividad caiga alrededor del 2% en 2016”, analiza Dante Sica, director de Abeceb. “Habrá que evaluar este trimestre en función de cómo avanza la cuestión política y de qué políticas pone en práctica el Gobierno tras el cambio de ministro para poder ver si hacia fin de año hay una leve mejora en el nivel de actividad o no”, agrega.

NUEVO MINISTRO, ¿NUEVO PROGRAMA?

Tras casi un año de gestión, el economista ortodoxo Joaquim Levy dejó su cargo como ministro de Hacienda para dar paso a Nelson Barbosa, ex titular de la cartera de Planeamiento y ministro de Hacienda entre 2011 y 2013, durante el primer mandato de Rousseff. ¿Qué motivó el cambio y qué implica hacia futuro? Hay factores políticos y económicos.

Entre los primeros, está la necesidad de consolidar su base de apoyo, que se ha ido erosionando cada vez más en los últimos años y particularmente, en los últimos meses. En ese sentido, la salida de Levy, una figura que causaba discordia entre los mismos integrantes del PT y sus votantes, se entiende tanto como su reemplazo por Barbosa, un dirigente más heterodoxo, de larga data en el PT y de buena sintonía con las clases populares brasileras. “Además, Barbosa es bien considerado por miembros de partidos menos cercanos al PT e incluso hay sectores en el PMDB que le tienen en buena estima, por lo que es también una estrategia para dividir al PMDB”, asegura el politólogo Adrián Albala, de la Universidad de Sao Paulo, en diálogo con El Economista.

Como contrapartida, el cambio de ministro resta de cara a los mercados internacionales. “Barbosa no es el ministro que el mercado desea. No le cree que vaya a seguir con el ajuste y estima que hará un giro a la izquierda, descuidando las cuentas públicas y buscando el crecimiento de la economía por medio de la actividad del gobierno”, describe Gustavo Segré, CEO de Center Group ante la consulta de El Economista.

Precisamente, la pregunta es si el cambio de ministro significará un cambio de política económica, como cree Sica, o seguirá el ajuste pero con una presentación más afable a las bases del partido de gobierno. Una política fiscal más expansiva podría provocar una mejora de los niveles de consumo y la popularidad de la Presidenta en el corto plazo, pero según el consenso de los analistas, no sería sustentable a largo plazo.

Más aún, cuando Brasil se halla envuelto en una encrucijada mayor, que es que en la medida en que sube la tasa de interés para atacar la inflación, aumenta su deuda ?que está en gran parte atada a la tasa Selic- y consecuentemente, se frena la actividad y se incrementa el déficit.

Pero como señala Sica, “más que mirar la parte económica, este trimestre hay que mirar la parte política”. Por lo pronto, hasta marzo cuando se reanuden las sesiones ordinarias del Congreso y se defina el camino del impeachment contra la Presidenta, la economía brasilera se encuentra paralizada y reina la incertidumbre.

Los hermanos sean (des)unidos

En ese sentido, lo que suceda con la coalición de gobierno será fundamental para el futuro político y económico de Brasil. “Una parte de la literatura sobre coaliciones señala que a medida que se acerca la elección presidencial, los partidos aliados del ejecutivo tienden a alejarse para no asumir los costos del desgaste de ser gobierno. En este caso, dado que aún faltan dos años es el momento ideal para que el PMDB pueda demostrar cintura política, liderazgo y aplomo para capear el temporal sin ser la cabeza visible de la crisis”, sostiene la politóloga Paula Clerici.

En ese sentido, agrega Facundo Cruz, politólogo y co-director del grupo de Coaliciones Multinivel de la carrera de Ciencia Política de la UBA junto a Clerici, Lara Goyburu y Miguel de Luca, “un sector importante del PMDB presiona por romper filas con el PT porque considera que las acusaciones de corrupción y la mala gestión de la economía puede costarle caro al partido en futuras elecciones”, aunque otras ramas internas del partido disputan poder guiados por la motivación de preservar o ampliar los cargos públicos de que se nutre su militancia y dirigencia políticas.

Así, dentro del PMDB se destacan tres liderazgos divergentes en su relación con el Gobierno: el férreo opositor Eduardo Cunha, el aliado Renan Calheiros y el vicepresidente Michel Temer, quien oficia como una suerte de mediador al interior del partido. De cómo siga la relación entre ambos partidos que componen la coalición, dependerá en buena parte la estabilidad política del gobierno y por tanto, en la estabilidad económica y las perspectivas a futuro en ese sentido.

Comercio con Argentina

Para Argentina, la crisis brasilera es hartamente costosa y significará mayores complicaciones en el año que recién comienza, según Sica. “La relación se va a tensar porque Argentina se encuentra en un proceso de volver a la normalización de los mercados con un Brasil que no va a demandar, pero que por otro lado va a ser un gran exportador porque ha mejorado mucho su competitividad, tiene mucha capacidad instalada y porque las empresas van a querer compensar su caída interna con exportaciones”, asegura el director de Abeceb. Como contrapartida, destaca, si Argentina concreta su recuperación y la normalización de su relación con los mercados internacionales, el país podría pasar a ser más atractivo para el mercado de capitales que un Brasil en recesión y bajo una severa crisis política.

Por lo pronto, el comercio bilateral entre ambos países cerró 2015 con un valor de U$S 23.083 millones (-18,8% respecto a 2014), y un saldo comercial deficitario para Argentina de U$S 2.515 M, mucho mayor al cuasi equilibrio que se había alcanzado en 2014 (U$S -139 M), según relevó Abeceb. En tanto, las exportaciones hacia Brasil cayeron más que el doble de lo que lo hicieron las importaciones, con variaciones acumuladas del -27,3% y el -10,4% respectivamente.

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