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El sector energético se metió en la campaña

A días del balotaje

17 noviembre de 2015

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

Una frase de Juan José Aranguren, ex CEO de Shell y principal referente del sector energético en el frente Cambiemos, puso un manto de duda respecto al futuro del esquema de propiedad mixta (pública y privada) que el Gobierno le imprimió a YPF cuando decidió su nacionalización. El fallo de la Corte Suprema que obliga a la petrolera a revelar su contrato de asociación con Chevron, publicado a escasas semanas del balotaje presidencial, no hizo más que reforzar las sospechas según el oficialismo. ¿Podría privatizarse nuevamente si gana Mauricio Macri?

Si bien es cierto que el PRO votó en contra de la vuelta a manos del Estado de la petrolera, en los equipos técnicos de Cambiemos no piensan en desandar el camino trazado por el oficialismo. Y si así lo hicieran, no les sería fácil llevarlo adelante por cuanto sería una medida altamente antipopular y difícil de pasar por el Congreso, donde Cambiemos no tendrá mayoría.

Lo que sí proponen -y a esto se refería Aranguren cuando habló de "evaluar la continuidad o no de este tipo de administraciones"- es a que la compañía vuelva a ocupar un rol regulador, deje de tener una posición dominante en el mercado y deje de funcionar como un actor político para pasar a comportarse como una empresa más. “YPF tiene que ser competitiva, eficiente, ganar dinero y ser transparente e independiente y no ser utilizada, por ejemplo, para financiar los déficits del Estado", señalaba Emilio Apud, otro de los asesores de Macri, hace algunas ediciones de El Economista.

En ese contexto, en caso de ganar, en el macrismo planean hacer una auditoría de los tres años de gestión estatal para decidir en base a ello un curso de acción. A su favor tienen que el marco regulatorio vigente es el sancionado en los '90, mientras que los cambios que el Gobierno introdujo se dieron a través de resoluciones fácilmente revocables sin tener que pasar por el Congreso.

El futuro de Galuccio

El problema, no es Macri sino Aranguren, reconoce en off the record un integrante de los equipos técnicos de Cambiemos. Al candidato presidencial no le disgusta la gestión de Miguel Galuccio al frente de YPF pero es el ex CEO de Shell quien no tiene buena relación con el presidente de la petrolera.

No es que el entrerriano no tenga números positivos para mostrar. En tres años, Galuccio logró ponerle fin a las sucesivas caídas anuales que sufría la producción de hidrocarburos en YPF y logró recuperar la senda del crecimiento. Este año, la producción de hidrocarburos podría crecer 0,5%, poniéndole fin a varios años de caídas ininterrumpidas. En cambio, lo que le critican sus detractores se resume centralmente en cuatro puntos.

En primer lugar, que al mismo tiempo que ocupa la presidencia de YPF, es su CEO, y desde esos dos lugares ha centralizado el comando de la política energética del Gobierno. Los secretarios de energía, que siempre han sido una figura relevante, prácticamente no existieron en los últimos años.

En segundo lugar, se le critica que al encolumnarse detrás de todas las cruzadas de la Presidenta, cumplió un rol político y no técnico en una empresa que es en esencia mixta, y no pública.

En tercer lugar, se ha dicho que desde su función al frente de YPF, Galuccio ha favorecido a empresas con las que se vinculó en su período en el sector privado, algo que había sido parte de las denuncias de Sergio Massa.

Por último, los críticos de su gestión le reprochan el sesgo demasiado a favor de los no convencionales que ha tenido, dejando a un lado al gas y petróleo convencionales. Aranguren, además, mantiene una diferencia crucial con Galuccio respecto a la decisión de mantener alto a través de subsidios el precio del barril de petróleo, a lo que se opone el ex Shell.

De todos modos, todos estos puntos podrían solucionarse con Galuccio todavía en YPF si dejara de ser CEO y Presidente al mismo tiempo, se ajustara a los nuevos cambios y respondiera a un secretario de energía con mayor jerarquía en el proceso de toma de decisiones, que podría ser el mismo Aranguren, aunque en su entorno dicen que todavía no tomó la decisión. Por eso, si bien la continuidad del ingeniero entrerriano no está garantizada, tampoco está descartada.

¿Y si gana Scioli?

En caso de que se imponga el candidato del FpV, la petrolera continuará sin dudas bajo administración del Estado, aunque no es seguro qué pasará con Galuccio. Al igual que con Macri, el punto no está en Scioli sino en su principal referente en la materia, el gobernador saliente de Neuquén, Jorge Sapag, quien ocuparía un cargo en el hipotético gobierno sciolista.

Sapag mantiene una relación tensa con Galuccio desde la sanción de la Ley de Hidrocarburos, que el CEO de YPF digitó a favor de la petrolera nacional y en detrimento de las petroleras provinciales.

Por el contrario, otro eventual integrante del gabinete sciolista, el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, se anotaría entre los interesados en que su coprovinciano continúe al frente de la petrolera ya que fue el propio Urribarri quien lo recomendó para el cargo ante Cristina Fernández.

Los primeros pasos de la próxima gestión

Adaptando una tristemente célebre frase de la historia económica vernácula, en materia energética, el próximo Gobierno "tendrá que pasar el verano". En el sector energético, los grandes cambios se ven en el largo plazo, pero algunas cuestiones serán centrales en el corto.

Los cortes de luz

A pocos días de que asuma, empezará la época de mayor demanda de energía eléctrica. Por razones estacionales (léase, el calor), los argentinos demandan más energía en diciembre, lo que vuelve más frecuentes los cortes de luz, habida cuenta del deterioro del mapa de oferta energética. Ese panorama es el que se avizora para la próxima administración máxime cuando por más promesas que puedan hacer los candidatos, le tendrán que hacer frente a esta situación con el escenario actual en materia de infraestructura en generación y distribución y no con el esquema que proyectan o desean para el futuro.

Asimismo, si el que gana es Mauricio Macri, que propuso una corrección del tipo de cambio de shock, -y en menor medida, aunque también si es electo Daniel Scioli- otro de los puntos que deberá seguir de cerca en el primer mes de gobierno, son las consecuencias de la devaluación sobre el sector.

La devaluación

Los efectos no son iguales para cada segmento. En el upstream, la devaluación  beneficia a la reducción de los costos operativos (por salarios en dólares más bajos) mientras los gastos de capital seguirán iguales y habrá probablemente un ajuste del precio en boca de pozo para llevarlo a la paridad de importación del crudo. En cambio, en el downstream el impacto será negativo en tanto no se van a poder mantener en dólares los valores actuales de la nafta y el gasoil, con lo cual la demanda se podría ver resentida.

El plano externo será clave

Lo que suceda en la región será fundamental. Argentina y Chile negocian para reacondicionar el Gasoducto del Pacífico o generar un mecanismo alternativo para la importación-exportación de energía eléctrica y de importación de Chile a Argentina de gas natural a un precio menor al que el país paga actualmente por el GNL que se importa vía barcos. Si se concreta el proyecto, se abaratarían los costos del componente dominante de la matriz energética argentina. Mientras tanto, en Uruguay se frenó la construcción de una regasificadora que se proponía exportar gas a Brasil y Argentina, también a precios más económicos a los que se produce en el mercado local. El desenvolvimiento de la crisis en Petrobras, en tanto, también tendrá su impacto del otro lado de las cataratas del Iguazú, como también lo tendrán los vaivenes de los precios de los hidrocarburos.

Lo que falta en el país

Como señala el ex secretario de Energía Jorge Lapeña, “el secreto de una mayor producción está en alcanzar mayores niveles de exploración”. En la medida en que se haga, habrá más reservorios jóvenes descubiertos. De lo contrario, lo que queda son los yacimientos más longevos, que son más costosos de explotar, precisan de técnicas más complejas y son menos productivos.

En eso, Argentina tiene mucho más para ofrecer de lo que actualmente está siendo aprovechado. El país tiene la segunda reserva más grande del mundo en shale gas y la tercera en shale oil, pero hoy día apenas el 3% de la energía que consumimos viene de Vaca Muerta, el yacimiento estrella de ese tipo de hidrocarburos. En convencionales, sucede algo similar: el 70% de las cuencas sedimentarias no han sido exploradas todavía. El desafío, por tanto, será convertir esas reservas cuantiosas en utilizables.

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