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Recapitalizar el BCRA

¿Cómo mejorar la oferta de dólares en el corto plazo?

23 octubre de 2015

(Columna de Martín Vauthier y Federico Furiase, economistas del Estudio Bein)

La intención de recapitalizar al BCRA está al tope de las prioridades en todas las agendas que vienen. En este esquema de recapitalización rápida del BCRA, en medio del período de baja estacionalidad en la oferta de dólares comerciales, se encuadran tres líneas de acción, incluidas en nuestro último informe, que apuntan a:

1) Generar incentivos para atraer los dólares retenidos de la exportación vía cambios en la política fiscal que devuelvan rentabilidad al sector Realizando estimaciones en base a los datos del Ministerio de Agricultura a diciembre restarían sin liquidar alrededor de 20/22 millones de toneladas de soja (considerando stocks de la campaña previa), que valuadas al precio FOB actual ascenderían a un valor de US$ 7.600 millones. Para lograr este objetivo se requiere trabajar desde el arranque con un programa para devolver rentabilidad a la exportación por la vía fiscal, que incluya la corrección del esquema actual de ROE's con el objetivo de eliminar la brecha de precios que existe entre el FAS teórico y el precio que percibe el productor, la quita de retenciones a todo excepto a la soja (donde se reducirían 15 puntos porcentuales) y en paralelo un aumento (junto al pago en tiempo y forma) de los reintegros, en algunos casos hasta el límite del 12% que permite la OMC. El costo fiscal de este programa alcanzaría en 2016 a $70.000 millones y sería financiado con una agenda de reducción de subsidios mal asignados con el fin de evitar en el arranque el deterioro de las cuentas públicas.

2) La puesta en marcha de un esquema voluntario de repatriación de capitales que permita en el arranque generar el retorno de parte de los dólares de los argentinos en el exterior. Según datos del Indec, a fines de 2014 el stock de activos externos de los argentinos, excluyendo las reservas del BCRA y las inversiones directas, se ubicaba en US$ 204.000 millones, de los cuales alrededor de US$ 80.000 millones corresponderían a tenencias de dólares billete. El esquema propuesto incluye la emisión de un bono en moneda extranjera, negociable en los mercados de capitales, que contenga adjunta una “estampilla” (no negociable) que brinde el derecho a exteriorizar una determinada suma. La ventaja, en términos de apuntar a maximizar el éxito en pos del objetivo, es que, al tiempo que constituye un ingreso de divisas al BCRA, no fuerza al sujeto, en caso de no desearlo, a colocar los fondos exteriorizados en el sistema financiero local o a posicionarse en activos locales. En el momento de la compra del bono el BCRA registra el ingreso, pero el sujeto siempre dispone de la opción de desprenderse del título en el mercado y hacerse de las divisas correspondientes según el precio de mercado para colocarlas en la plaza que desee. El “costo” de la exteriorización queda definido por la diferencia entre los fondos repatriados (de suscribirse a la par) y el monto obtenido por la venta del instrumento en el mercado, algo que dependerá de la relación entre la estructura del bono (e.g. cupón, esquema de amortización) y la curva soberana vigente. Por este programa se espera recibir en el arranque entre US$ 5.000 y US$ 8.000 millones.

3) Apelar al financiamiento bilateral y/o de organismos internacionales. Una tercera posibilidad corresponde en aprovechar el financiamiento disponible en organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial (BM) y la Corporación Andina de Fomento (CAF). Aunque el país tiene vigentes programas con estas instituciones, en la última década canceló deuda en términos netos, no aprovechando la posibilidad de acceder a financiamiento en condiciones preferenciales que podría destinarse a proyectos de inversión con alto impacto en términos económicos y sociales. Adicionalmente, el país podría recurrir a esquemas de financiamiento bilateral, tal como el swap de monedas negociado con China (del cual actualmente el país se encuentra negociando una extensión por alrededor de US$ 2.000 millones, según trascendió) o los préstamos de corto plazo del Banco de Francia como mecanismo de liquidez transitoria. Una posibilidad sería continuar buscando financiamiento destinado a inversiones en infraestructura, como las centrales financiadas con fondeo de China y Rusia, o las obras con acceso a financiamiento preferencial por parte del BNDES brasileño o los bancos de fomento de los países integrantes del Club de París, tras la normalización en las relaciones con la institución en 2014. Otro mecanismo podría consistir en esquemas de financiamiento comercial a mediano plazo con países con los cuales la Argentina registra un fuerte déficit, como Brasil.

Con una combinación de los tres puntos previos, y asumiendo un éxito moderado, Argentina podría lograr una recomposición en la liquidez que le permita negociar desde una posición de mayor fortaleza con los fondos buitres, buscando una solución justa y acorde a los intereses nacionales que permita en lo inmediato destrabar el default técnico que impide cancelar los vencimientos de la deuda restructurada. Esto ayudaría al país a acceder en mejores condiciones a los mercados de crédito internacionales para seguir recomponiendo el balance del BCRA y financiar las obras de infraestructura y los proyectos de inversión que se requieren para dar el salto al desarrollo, en un contexto donde si bien los días de la “hiperliquidez” global parecen haber quedado atrás, la inédita situación de solvencia de la que se parte posiciona al país en una posición inmejorable ante la “liquidez selectiva” que caracterizará los próximos años frente a un mundo desarrollado con altos niveles de endeudamiento y escasos incentivos a iniciar un ciclo de suba abrupta en las tasas de interés.

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