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Cambiaron las preguntas

Tras las elecciones, hay un nuevo escenario

30 octubre de 2015

Mauricio Macri logró su cometido de forzar un balotaje y lo hizo con creces. Realizó una elección muy superior a la esperada y sumó nada menos que 2.859.153 votos entre el 9-A y el 25-O. Quedó, como todos ya saben, a 2,5 puntos de Daniel Scioli quien, por el contrario, hizo una elección peor a la esperada y apenas sumó 281.495 desde las PASO. Nos encaminamos, por lo tanto, al primer balotaje presidencial de nuestra Historia. ¿Quién se impondrá? El que obtenga, es obvio, la mayor tajada de los 7 millones de votos que fueron a las otras cuatro fórmulas.

El gran cofre a conquistar es el del Frente Renovador (FR), que obtuvo nada menos que 5.211.705 votos (21,34%). Uno de los análisis de la hora es la morfología de ese votante. ¿Es más peronista y está más cerca de Scioli o, por el contrario, es más opositor y está más próximo a Macri? Teniendo en cuenta el tenor antikirchnerista de la campaña que realizó el líder renovador, Sergio Massa, todo parece indicar que ese votante, hoy, está más cerca de Cambiemos que del FpV.

Asimismo, las declaraciones preliminares desde la tropa renovadora sugieren que están mucho más cerca de Macri que de Scioli. Varios referentes dijeron que no votarán a Scioli y que el 25-O se impuso “el cambio”. Es lógico. Ellos quieren ser el principal espacio opositor a partir del 10-D y eso sólo es posible si Cambiemos llega al poder porque si el FpV retiene el poder el FR corre el riesgo de diluirse en el universo peronista y que el principal referente opositor no sea Massa sino Macri.

Si todo esto es cierto, el gran favorito para imponerse el 22 de noviembre es Macri el que, además, viene con el momentum a su favor. “Los resultados de la elección trajeron muchas sorpresas y cambiaron la tendencia electoral, ya que ahora Macri aparece con más chances de ganar en el balotoje”, coincide Miguel Kiguel. Lo mismo opina Federico Muñoz: “Macri partirá como claro favorito para convertirse en el sucesor de Cristina”. En líneas generales, los analistas políticos y las primeras encuestas que se dieron a conocer comparten la apreciación y sugieren ese desenlace.

Y, si esto también es cierto, las proyecciones económicas para 2016, el tema que nos ocupa, cambian sensiblemente. La reacción del mercado es elocuente. Desgraciadamente, y como venimos lamentando desde esta columna, las pistas que ofrece Macri, y su equipo económico, sobre su plan de acción son escasas, y lo mismo vale para Scioli & Cía.

Pero algunas cosas sabemos, por ejemplo, que la política agropecuaria cambiará rotundamente. Tal como se comprometió el líder de Cambiemos en abril de 2014, se eliminarán las retenciones a todos los complejos primarios exportadores (en el caso del “yuyo”, gradualmente), se eliminarán los ROE's, se reducirá la presión tributaria efectiva y se creará un Ministerio de Agroindustria, entre otros cambios. Allí veremos si las retenciones servían, o no, “para cuidar la mesa de los argentinos”.

¿Qué más sabemos? Por otro lado, aumentan las chances de una rápida resolución de los litigios pendientes en el frente externo, es decir, holdouts. “Macri es el candidato que da más seguridades de un cambio para que el país vuelva a una normalizar las relaciones con los mercados financieros internacionales”, razona Kiguel, cercano a Cambiemos. Pero acá las cosas se empiezan a complicar porque, para ello, hay que pasar por un Congreso en el que el kirchnerismo tendrá más de 100 diputados en la Cámara Baja y una amplia mayoría en la Cámara Alta. No será fácil (ni rápido), pero tampoco imposible. ¿Convocarán a sesiones extraordinarias para tratar el tema en el verano? Además, ¿emitirán un nuevo título, por cuánto y a qué tasa? ¿Buscarán ayuda financiera del FMI o sólo pretenderán recomponer las relaciones y reactivar las visitas del artículo cuarto? ¿Lloverán dólares?

¿Qué harán con el “billete”? Lo anticipó Macri hace unos días: unificación cambiaria en una paridad $/US$ inferior a la del “blue”, que hoy ronda los $16. El blue está “carísimo”, confirmó Alfonso Prat- Gay, que suena firme para un eventual Gabinete y algo sabe de pilotear tormentas. Pero, ¿será en $11- 12 o en $14-15? ¿Y la inflación, quo vadis? En el equipo económico creen que el pass-through (es decir, la inflación adicional que generará la devaluación) no será tan alto porque ya está incorporada, parcialmente, en los precios y, además, porque bajará sensiblemente el blue que, dicen con buen tino, también fija precios. Entonces, la combinación de suba del oficial y baja del paralelo se compensarían mutuamente. La suba de tarifas, añadió Prat-Gay, será gradual para evitar bombear demasiado la inflación en el corto plazo.

Esa es la teoría y, quizás, del éxito del programa económico en el corto plazo: conseguir un tipo de cambio real más competitivo para reanimar las exportaciones y el flujo de divisas comerciales (un proceso que no es automático) sin acelerar la inflación. Pero, ¿si la apuesta falla y los precios se desbocan? En ese caso, la economía real sufrirá (caerá el consumo) y se resentirá la recaudación, aumentando el agujero fiscal. Por eso, para coordinar la nominalidad también faltarán políticas monetarias y fiscales más prudentes, así como un nuevo termómetro para los precios que, admiten, arreglarán el mismo 10-D. Hará falta, también, buena comunicación, sobre todo con los sindicatos que desde el 1° de enero comenzarán a ventilar sus pretensiones salariales. El equipo económico debe lograr que las paritarias se guíen por la inflación futura y no la pasada.

¿Cepo? “No va a haber más cepo”, añadió Prat-Gay. Con un “BCRA pelado” (Macri dixit) será clave reestablecer un flujo de dólares importante, y rápido, para no pelar aún más las arcas de Reconquista 266. ¿Y el cepo a las importaciones también llega a su fin? ¿Y qué pasará con el giro de utilidades y dividendos? ¿Cómo se financiará esa demanda de dólares con un BCRA con escasas reservas de libre disponibilidad? Varias incógnitas.

Sin duda, el activo del programa de Cambiemos es su ambición. No hay dudas de que la economía necesita cambios grandes para retomar una senda de crecimiento. Pero esa ambición es, al mismo tiempo, su gran pasivo. Por supuesto, hay más preguntas (e incógnitas) sobre lo que viene. Nos vemos la semana que viene con más.

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