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Sobre la desigualdad

Los más ricos (Europa y Estados Unidos) se están haciendo más desiguales que los más pobres (América Latina)

16 septiembre de 2015

(Columna de Jorge A. Paz)

La desigualdad en la distribución de los ingresos se ha reducido en Argentina durante los últimos años. La recuperación económica, por un lado y la de instituciones clave como la seguridad social y el Salario Mínimo, por otro, operaron en el mismo sentido: mejoraron más el ingreso de los que se encontraban en la parte más baja de la distribución. Casos similares de mejoras distributivas sucedieron en otros países de la región como Brasil y Bolivia, por ejemplo.

Una pregunta inquietante al respecto tiene relación con la discusión que sobre este tema se libra a nivel internacional. Datos muy recientes dan cuenta de un fuerte aumento de la desigualdad en los países más desarrollados del mundo. En la mayoría de países de la OCDE, la brecha entre ricos y pobres está en su nivel más alto desde hace treinta años. Hoy, el 10% más rico de la población de los países europeos de la OCDE gana 9,5 veces el ingreso del 10% más pobre. En la década de 1980 esta proporción era de 7:1 y ha aumentado continuamente desde entonces. Más preocupante aún es la situación de Estados Unidos: la desigualdad en este país no deja de aumentar desde la década del '70 y se aceleró luego de la crisis internacional de 2008/09.

Todo parece indicar entonces que América Latina, en general y Argentina, en particular, van a contrapelo de la Historia. Mientras que los países más desarrollados del mundo ven en la desigualdad económica un futuro inquietante, nosotros aquí festejamos por el éxito de nuestras políticas redistributivas.

Los datos

La paradoja entonces es la siguiente: los más ricos (Europa y Estados Unidos) se están haciendo más desiguales que los más pobres (América Latina).

Una explicación posible de esta aparente paradoja es que estamos mirando fenómenos diferentes. Los datos que permiten evaluar la desigualdad en nuestros países (Argentina, Brasil, etcétera) provienen de encuestas a hogares, y sólo para dar un ejemplo, el ingreso más alto captado por la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de Argentina (3er. trimestre de 2014) es de $300.000 y se trata de sólo una persona. A esto puede agregarse que en esa EPH hay sólo 9 individuos de más de 60 mil encuestados (el 0,009%) que declaran ganar más de $100.000. ¿Qué nos dice esto? Simplemente, que la EPH no permite ver ingresos altos, esto es, no sabemos (ni podemos saberlo) qué pasa en la parte alta de la distribución. Una posibilidad es consultar los datos que figuran en The World Top Income Database, pero ahí tropezamos con otra limitación: las cifras de la Argentina que figuran ahí llegan a 2004.

Al desconocer cuánto ganan los más ricos es difícil formarse una idea de la magnitud de la desigualdad. Justamente lo que se discute en los países desarrollados es la relación entre el ingreso de la parte alta de la distribución y el del resto de la población. Por ejemplo, en la literatura internacional se insiste sobre un “umbral simbólico” infranqueable: el 10% más rico se apropia del 50% de lo producido en un año en el país. Superado este umbral habría revolución y derrumbe social.

Actualmente EE.UU. está ubicado justo en ese umbral, y es el que se dio en Europa en 1910, por ejemplo, cuando comenzaron las tensiones que culminaron con la Primera Guerra Mundial. Ahora en Europa, el 10% más rico de la población, la clase alta, se lleva el 35% del PIB. ¿Qué sucede en la Argentina? No lo sabemos. ¿Qué sucede en América Latina? Sabemos poco o nada también. Chile es una de las excepciones.

La región

Como dijimos, no contamos con datos suficientes para formarnos una idea acabada del nivel y de la tendencia de la desigualdad durante la última década. Recientemente, investigadores de la Universidad de Chile mostraron que la situación de ese país no es del todo alentadora en términos de desigualdad. La participación del 1% más rico de la población en el ingreso total (incluyendo las ganancias de capital) es del 30%. Para formarse una idea del nivel de la desigualdad nótese a cuánto asciende este indicador en otros países: en los escandinavos, a 7; en el promedio de Europa, 10% y en EE.UU., el país desarrollado con más alta desigualdad, a 20%. Es decir, Chile supera en 10 puntos porcentuales el nivel de uno de los países más desigualitarios del planeta.

En suma, mientras no contemos con las cifras que nos permitan llegar a conclusiones contundentes sobre la evolución de la desigualdad no podremos elaborar las políticas que se encaminen en la dirección deseada por los hacedores de esas políticas. En Argentina sabemos que se ha reducido la desigualdad pero, debemos aclarar, de los grupos que perciben ingresos medios y bajos: el 99% o el 90% restante.

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