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Crecimiento, desigualdad y pobreza en Argentina

El papel que juegan el crecimiento y la desigualdad de ingresos en el combate a la pobreza

05 agosto de 2015

(Columna de Jorge A. Paz, economista, investigador del CONICET y director del IELDE)

Para pensar en reducir la pobreza en Argentina debemos ser capaces primero de responder a este interrogante. ¿Apostamos a crecer económicamente sin ocuparnos por ahora de la redistribución de los ingresos o redistribuimos sin priorizar el crecimiento? La pobreza se define en términos de escasez de bienes y servicios, y el crecimiento implica un aumento sostenido y sustancial de la producción de esos bienes.

Y no sólo eso, sino también de la ampliación de la capacidad de la economía para producir esos bienes y servicios.

Pero esto no agota la cuestión. La redistribución puede sacar gente de la pobreza sin necesidad de crecer. Veamos un ejemplo.

Una economía muy sencilla

Defoe describe en su novela una economía formada por dos personas: Robinson (Crusoe) y Viernes. Imaginemos que se producen allí 10 cocos por día (su PIB) y que el consumo necesario para mantenerse vivo es de 2 cocos. Si al final del día Robinson se queda con 9 cocos y deja solamente 1 para Viernes, éste será pobre y el primero un súper rico. En cambio, si Robinson entregase a Viernes 2 cocos y se quedase con 8, éste seguirá siendo rico, pero Viernes ya no podrá ser considerado pobre. Habrá desigualdad sin pobreza.

La otra posibilidad es el crecimiento. Si Robinson y Viernes se las ingenian para producir más en un día sin alterar la manera en que se distribuyen los cocos, podría ocurrir que Viernes salga de la pobreza sin redistribución. Partiendo del patrón de distribución original de 9:1 (Robinson 9, Viernes 1) para que Viernes obtenga los cocos necesarios para salir de la pobreza ambos deberán ser capaces de producir 20 cocos por día, con lo cual el patrón quedaría inalterado (18:2) y Viernes dejaría de ser pobre. Un crecimiento enérgico podría remover la pobreza en esta simple economía.

¿Qué pasó en Argentina?

La pobreza cayó en el país en 22,2 puntos porcentuales distribuidos de la siguiente manera: 17,8 puntos entre 2004 y 2009 y 4,4 puntos entre 2009 y 2014. Es decir que más del 89% de la caída se dio en la primera mitad del período y el 11% restante en la segunda.

¿Qué pasó con el crecimiento y la desigualdad? Algo muy interesante: durante la última década Argentina experimentó una recuperación notable económica (que puede asemejarse al crecimiento) primero (2004-2009) y un redistribución sin crecimiento mediante la aplicación de políticas sociales diversas (2009-2014), después. Entre tales políticas se destaca la Asignación Universal por Hijo.

Durante “quinquenio de crecimiento” (2004-2009) el ingreso familiar per cápita aumentó a una tasa anual promedio de 6,6% por año, mientras que en la segunda mitad del período, 2009- 2014, el crecimiento fue prácticamente nulo (0,1% por año). La caída de la desigualdad puede confirmarse con un Gini que pasó de 48,8 en 2004 a 41,6 en 2014. Nuevamente esta reducción de 7,2 puntos Gini entre puntas fue un poco más intensa en la primera mitad del período: 4,5 puntos entre 2004 y 2009 (63% de la caída total) versus 2,7 puntos entre 2009 y 2014 (37%).

Durante la primera mitad, entonces, el crecimiento y la desigualdad operaron ambos a favor de la reducción de la pobreza, mientras que la segunda parte de la década hubo redistribución sin crecimiento, lo cual permite sostener que los avances de la pobreza se dieron fundamentalmente debido a la disminución de la desigualdad.

La pista regional

Una manera de ampliar lo anterior es observando lo sucedido en las jurisdicciones de Argentina. Así puede comprobarse que las provincias que crecieron más rápido fueron a la vez las que redujeron más sus niveles de pobreza por ingreso. No obstante, se aprecian ciertos casos raros, como por ejemplo Salta, que creció menos que el promedio del país y logró reducir mucho más que el promedio su tasa de pobreza. Son menos claras las correlaciones desigualdad-pobreza. No puede verse a priori un patrón definido.

Sin embargo, aparecen evidencias nítidas cuando segmentamos el período en dos. En el quinquenio de crecimiento todas las jurisdicciones redujeron pobreza, independientemente del cambio en la desigualdad (y, como ya se dijo: las que crecieron más se hicieron menos pobres). En el quinquenio siguiente, crecimiento ausente, sí se observa un patrón desigualdad-pobreza más definido: las provincias en las que la desigualdad cayó más, fueron las que más éxito tuvieron en reducir los niveles de pobreza.

El mensaje, entonces, es muy claro: el país necesita un nuevo impulso de crecimiento para remover la pobreza remanente. Si nos regimos por la evidencia internacional (más específicamente por lo encontrado en otros continentes, como Asia y Africa), en un contexto de menor desigualdad como el actual de Argentina, este nuevo impulso sería más importante que el anterior (con desigualdad mucho más elevada que teníamos antes) y permitiría en un plazo no demasiado prolongado abatir, de una vez por todas, la pobreza en Argentina.

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