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Una tormenta perfecta para las exportaciones argentinas

El saldo comercial sigue cayendo. ¿Cuáles son las causas del bajón exportador?

03 junio de 2015

Las ventas externas del país enfrentan una tormenta perfecta. Entre los nubarrones negros se divisan un deterioro en los términos del intercambio (una caída en el precio de los productos que exporta el país), una caída del PIB en el principal socio comercial (Brasil, que recibe 20% de nuestras ventas externas) y una política macroeconómica que, según los expertos, atenta contra las exportaciones. Con este estado de cosas, no debe sorprender que las ventas externas caigan 17% en el primer cuatrimestre. En base a los datos del Balance Cambiario del primer trimestre, que acaba de publicar el BCRA, la liquidación de exportaciones en el período enero-marzo fue la más baja desde la Gran Recesión de 2008-2009, calcula Miguel Kiguel. Apenas US$ 12.885 millones.

Los precios

La caída en el precio de las commodities impactó de lleno en el valor de las ventas externas. Si bien las exportaciones de productos primarios y Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) crecieron 13% y 7% en cantidades, respectivamente, sus precios cayeron 15% y 18%. Resultado: medidas en dólares, las ventas de estos dos grandes rubros (explican el 62% de las exportaciones totales) cayeron 4% y 12%, respectivamente, en el primer cuatrimestre. La drástica caída del petróleo también se sintió en las ventas del rubro combustibles y energía, que mermaron 58% en el primer cuatrimestre. En este caso, sin embargo, también cayeron las cantidades vendidas (-14%). De todas maneras, la caída en el precio de las commodities energéticas tiene un saldo positivo para el país dado que es un importador neto en este rubro. Pero el “efecto precio” no explica todo el bajón exportador. Por ejemplo, las ventas de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) cayeron, medidas en cantidades, 17% mientras que los precios retrocedieron 1%.

El “efecto Brasil”

Si de exportaciones industriales se trata, hay que poner la vista en Brasil. En el primer cuatrimestre, el país exportó MOI por US$ 6.243 millones. De ese total, US$ 2.662 millones fueron a Brasil. Es decir, el 42% de la industria que exportó la Argentina fue al país vecino. Y las ventas de MOI al país vecino retrocedieron nada menos que 27% en el primer cuatrimestre. Es lógico: se espera que su PIB caiga 1,24% este año y su producción industrial, nada menos que 2,8%. En el renglón que más se siente esta caída es en las ventas de material de transporte terrestre, que caen 33% este año. Pero el “efecto Brasil” tampoco explica  íntegramente el bajón de este rubro. Según el Indec, las ventas industriales hacia el Mercosur caen 26%; hacia Chile, 12%; hacia el resto de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), 20%; hacia la Unión Europea 23%; hacia la Asean, también 23%; hacia Japón, 38%, y hacia Magreb y el Egipto, también 38%. Sólo hubo aumentos en los envíos industriales a China, Corea del Sur y la India: 5%, 74% y 9%, respectivamente. En 2014 las exportaciones de MOI habían caído 15%.

El lustro

Si bien el “efecto precio” y el “efecto Brasil” explican una parte del déficit exportador de 2015, la tendencia es previa a la caída de Brasil y al desplome en el precio de las commodities. En rigor, la anemia exportadora está por cumplir un lustro. Veamos la película reciente. En 2012, las exportaciones habían caído 3% por una suba de 2 puntos porcentuales de los precios y una caída de 5 puntos de las cantidades. En 2013, habían crecido 3% por una suba de 3 puntos porcentuales de las cantidades y una retracción de 1 punto en los precios. En 2014, las exportaciones cayeron 12% por una caída de 10 puntos de las cantidades y de 2 puntos de los precios. El último buen año para las ventas externas fue 2011, cuando crecieron 24% (básicamente por los precios), llegaron a US$ 84.269 millones e invitaban a muchos a pensar que se podría romper la barrera de los US$ 100.000 millones. Pero el balance del segundo mandato de Cristina, como en otras áreas de la economía, fue muy magro. Como muestra, basta un botón: en 2015 exportaremos menos que en 2011, y una cifra similar a la de 2010.

Los incentivos

Y aquí juega la política macroeconómica. Como señala Kiguel, “si bien los menores precios de la soja y otros productos explican parte de esta caída, una mirada de más largo plazo indica que las exportaciones de bienes y, especialmente, las de servicios, han estado cayendo en forma sostenida desde el cepo cambiario. Lógicamente, en paralelo también cayó la cantidad de empresas exportadoras”. En concreto, “las exportaciones de bienes han caído US$ 15 mil millones al año o 18% respecto a los valores previos al cepo, mientras que las de servicios han caído US$ 4 mil anuales o 33%. En conjunto representan una caída que equivale a casi 4 puntos del PBI. Por su parte, en el período han dejado de exportar bienes unas 1,800 empresas, lo que representa una caída de 23%”. Los cálculos de Kiguel no dejan margen para las dudas: “La caída de las exportaciones de bienes se explica por la caída de los volúmenes exportados. Este año los volúmenes exportados serán 5% inferiores a 2005, aunque la performance ha sido muy mala especialmente desde el cepo, en tanto desde 2011 los envíos se contrajeron 17%, mientras los volúmenes exportados mundiales crecieron 16% y los emergentes 21%”. ¿Y los incentivos de la política económica?: “El cepo es un componente importante del sesgo antiexportador del esquema de política vigente, aunque no es el único. También influyen el atraso cambiario, las retenciones y prohibiciones para exportar, los aranceles a la importación, la falta de inversión en infraestructura y energía, con el resultante colapso de las exportaciones energéticas, etcétera”. Kiguel vaticina que “las exportaciones argentinas seguirán cayendo en tanto no se modifiquen estas condiciones”.

Desde Invecq Consulting plantean que detrás del bajó exportador hay factores externos (caída de precios y de la demanda global) pero, también, internos. ¿Cuáles? “Los problemas más relevantes son la inflación, la apreciación real del tipo de cambio (al mantener un tipo de cambio nominal cuasi fijo) y la presión tributaria. Son todos elementos que atentan contra la competitividad del sector transable argentino frente a sus competidores y clientes en el resto del mundo. La persistente inflación hace aumentar los costos, hecho que no es compensado con una corrección adecuada del tipo de cambio. Por su parte, la elevada presión tributaria, que no era un obstáculo tan importante en años de mejores precios y tipo de cambio alto, comienza a tener un peso relevante sobre el sector”, sostiene el último informe de Invecq.

Jorge Vasconcelos, del Ieral, carga las tintas sobre el tipo de cambio: “Es cierto que el tipo de cambio actual más que duplica en términos nominales la paridad de fin de 2011. Pero, desde entonces, la inflación ha aventajado por varios puntos a la devaluación, por lo que hoy el país es menos competitivo que tres años y medio atrás”, dice.

Mientras el saldo comercial se retrae a su mínima expresión (según los expertos, sin los controles a las importaciones ya estaríamos en rojo comercial) y se encamina a ser el más bajo de la era kirchnerista (a este ritmo, difícilmente supere los US$ 3.000 millones), aparece el salvataje de los dólares financieros y una incómoda rémora ante la erosión del último superávit que quedaba del modelo. “Mal que le pese al kirchnerismo, el Balance Cambiario terminó adquiriendo un claro perfil noventista: el endeudamiento (caro) termina financiando el déficit de Cuenta Corriente al que nos condena el creciente retraso del tipo de cambio”, opina Federico Muñoz en su último informe. Así las cosas, recuperar el dinamismo exportador y una fuente virtuosa de dólares, como supo ser el saldo comercial, aparecen como desafíos de la nueva administración.

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