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Una nueva crítica al capitalismo contemporáneo

El Papa presentó "Laudato Si"

28 junio de 2015

(Columna de Tomás Múgica)

Protagonista inesperado de la política internacional, el Papa acaba de presentar “Laudato Si” (“Alabado Seas”), su primera encíclica y también el primer documento de este tipo dedicado íntegramente a la cuestión ambiental. De esta manera la Iglesia Católica suma su voz de manera más decidido a un debate que lleva décadas y que ha ido pasando desde los márgenes al centro de la agenda pública global, impulsada por una sociedad civil cada vez más activa, pero también como reacción a catástrofes naturales cada vez más frecuentes.

En un documento que ha tenido amplia repercusión, Francisco llama la atención sobre la degradación del agua, del aire y del suelo, sobre la pérdida de biodiversidad, y fundamentalmente sobre el cambio climático y sus consecuencias. Sobre esta última cuestión, acepta como válida la evidencia científica que sostiene que dicho cambio es producto de la acción humana. Señala, además, que los costos ambientales son soportados de manera desproporcionada por las personas y los países más pobres. Al respecto existe, dice el Papa, una “deuda ecológica” del Norte para con el Sur, generada por el uso abusivo de los recursos naturales, y el consecuente daño ambiental, que los países desarrollados realizaron para alcanzar dicho desarrollo, así como por patrones injustos de comercio internacional, que implican una sobreexplotación de recursos de países pobres para satisfacer necesidades de las economías desarrolladas.

Pero el documento trasciende en mucho las cuestiones estrictamente ambientales. Forma parte de la crítica que el Papa -en línea con sus predecesores, aunque con mayor énfasisviene realizando sobre el capitalismo de nuestro tiempo y sobre la variedad de pensamiento liberal que ?desconectado del humanismo de sus orígenes y centrado en la maximalización de los beneficios económicos- conforma su fundamento ético. “Laudato Si”, en suma, forma parte de un proyecto más amplio de crítica de la cultura contemporánea.

En la visión de Francisco, la degradación ambiental es expresión de una crisis mucho más profunda, una crisis de la cultura dominante, que coloca la maximalización de la ganancia y el consumo irrestricto y hedonista por sobre todo otro imperativo: “No se termina de advertir cuáles son las raíces más profundas de los actuales desajustes, que tienen que ver con la orientación, los fines, el sentido y el contexto social del crecimiento tecnológico y económico.” (Laudato Si, 109). Para la mirada prevaleciente en nuestra cultura, el medio ambiente es una variable sometida, como tantas otras, a la lógica de mercado: “El principio de maximalización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía: si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente” (Laudato Si, 195).

Avanzando un paso más, el Papa afirma que es esa misma visión la que lleva, por ejemplo, a sacrificar a los más débiles en el altar de la crisis financiera, salvando a los bancos en detrimento del bienestar de las mayorías: “La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación” (Laudato Si, 189).

Es por ello que la discusión ambiental no puede reducirse a una cuestión técnica. No se trata simplemente de buscar los métodos más eficaces para reducir la contaminación y revertir el cambio climático. Se trata, por sobre todo, de revisar cuales son los objetivos que perseguimos a nivel personal y social y, más en general, cual es el modelo ético imperante en el conjunto de las actividades humanas, empezando por la política, la economía y la ciencia. La política, y su relación con la economía, son objeto de especial preocupación para Francisco: “La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia.” (Laudato Si, 133). Una vuelta al humanismo.

Sobre la base de este diagnóstico ?el problema ambiental es una “manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad” (Laudato Si, 119)- la encíclica avanza en algunas líneas propositivas, más previsibles, que van desde estilos de vida más sostenibles a nivel individual al fortalecimiento de instituciones internacionales con autoridad para regular las cuestiones ambientales.

Mediante de este documento Francisco realiza una nueva apuesta en el tablero internacional. Se pronuncia sobre una cuestión central de la agenda mundial, buscando influir desde una posición de autoridad moral. A nivel político, ha recibido algunas muestras de buena voluntad -Obama, Hollande, Juan Manuel Santos, diversos organismos internacionales; también críticas ?líderes conservadores estadounidenses, como Jeb Bush y Rick Santorum. En todo caso, es una contribución valiosa a un debate político que parece atrapado en el fatalismo economicista.

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