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La dinámica del petróleo sigue ayudando

La caída del crudo compensará parcialmente la de la soja

26 enero de 2015

(Columna de Martín Vauthier, economista del Estudio Bein)

El precio del barril de petróleo pareció encontrar por el momento un piso en la zona de US$45/50 en las primeras semanas de 2015, luego del rápido desplome que experimentó desde julio del año pasado (el promedio entre enero y septiembre de 2014 se había ubicado en US$100).

La caída en el precio se dio en un contexto de “tormenta perfecta”, dado por el fortalecimiento del dólar a nivel global (llegando al final del QE III en EE.UU. y acercándose en el tiempo la expectativa del inicio de la suba gradual de tasas de la Fed), pero fundamentalmente por un exceso de oferta a nivel global. Exceso de oferta vinculado sobre todo al rápido aumento de la producción de hidrocarburos no convencionales en EE.UU., que viene agregando diariamente alrededor de un millón de barriles de petróleo por año a la producción mundial desde 2011, aunque ayudado también en el margen por la recuperación en la producción libia e iraquí y los impactos sobre el mercado en la desaceleración de la economía china, fuerte importador del insumo.

El boom del shale en EE.UU. fue impulsado por las considerables inversiones llevadas adelante en la década pasada, cuando la disparada en los precios del crudo asociada tanto a la conversión del fluido en un activo financiero como a la percepción de que el mundo se acercaba rápidamente al temido punto en que la producción global comenzaría a decrecer, algo que hoy parece más distante. Sin embargo, la baja de más de 50% en el precio desde julio del año pasado ya comenzó a afectar en el margen la perspectivas de la oferta, con una caída en la cantidad de torres de perforación activas a nivel mundial (5% desde julio de 2014 según Baker Hughes) y un aumento en el costo de fondeo de las compañías high yield de servicios petroleros en EE.UU., cuya actividad había crecido fuertemente en los últimos años, desde el 6,5% de julio de 2014 hasta la zona de 10/11% en la actualidad, y con una de cada cinco firmas en situación de distress financiero. Por el lado de la demanda, una caída de semejante magnitud en el precio genera indudablemente un efecto ingreso positivo vía un shock de términos del intercambio positivo sobre los países importadores (entre los que se destacan buena parte de las economías desarrolladas y China).

El impacto local

Argentina forma parte también de este último grupo, y más allá de las señales negativas para la inversión que genera la caída en el precio (la cantidad de torres de perforación activas creció 60% desde mediados de 2012 para representar casi el 9% del total mundial a fines de 2014), el efecto de corto plazo resulta positivo para un país que cayó en déficit comercial energético desde 2011 y donde las importaciones del sector son financiadas en buena medida con pesos del Tesoro.

En términos de divisas (y más allá de los rezagos en la fijación de precios en los contratos de importación), nuestras estimaciones apuntan a una reducción en el déficit comercial energético de alrededor de US$ 3.500 millones con un barril de petróleo promediando US$ 58 frente a la proyección con el sostenimiento de los precios promedio entre enero y septiembre de 2014 (US$ 100), compensando parcialmente la retracción en el precio internacional de la soja, principal complejo de exportación del país, y representando alrededor de 5% de las importaciones totales del país en 2014. Por su parte, en términos de necesidades de pesos, el “ahorro” estimado considerando los mismos supuestos se ubica en torno a $ 34.000 millones, poco más del 3% del gasto primario neto de transferencias automáticas a provincias estimado para 2014.

En este sentido, la dinámica en el precio del petróleo genera a priori un impacto positivo en el corto plazo, al igual que ocurre en el resto de los países importadores, con la diferencia de que en la mayor parte de estos últimos el impacto se da directamente sobre el salario real y el poder adquisitivo de los consumidores vía una disminución en el precio de la energía (e.g. en EE.UU. el precio de la gasolina en surtidores se redujo 43% en promedio desde junio del año pasado), mientras que en la Argentina se da sobre todo vía menores necesidades de pesos del Tesoro (más allá de la baja en los combustibles de 5% a principios de año y las menores presiones a la suba hacia adelante).

Como señaláramos unos meses atrás en este mismo espacio, el ajuste en los precios del petróleo es favorable para el país en el corto plazo y, de sostenerse, podría ayudar a moderar el costo de la corrección de la distorsión tarifaria, aunque ciertamente no elimina la necesidad de encararla.

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