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La economía real luego de #30J

Ahora, a mitigar los efectos de una medida audaz

13 agosto de 2014

(Columna de Victoria Giarrizzo, directora del Centro de Economía Regional y Experimental -CERX-)

La decisión de no pagarle a los fondos buitre no es neutra sobre la economía argentina. Y es normal que divida opiniones entre quienes creen que hay que arreglar cómo sea para evitar los costos, y quienes creen que hay que darle batalla a la usura financiera y a las inequidades que provocan. Los fondos buitre muestran la peor cara del sistema financiero internacional. No sólo por la voracidad, codicia, y falta de toda ética y sensibilidad con la que actúan. Sino, además, porque por motivos inexplicables aún logran respeto en el mundo financiero, consiguen el aval de jueces, abogados y, también, la neutralidad de presidentes y países del mundo que avalan con su silencio esta normalización de la usura desmedida.

El Gobierno decidió que no les pagará a los buitres más de lo que cobraron los bonistas que aceptaron el canje. Con RUFO o sin RUFO, un acuerdo entre el Gobierno y los buitres, era y es muy difícil. La decisión argentina es audaz y tiene riesgos, pero es la estrategia elegida. Y seguir discutiendo si está bien, mal, si se hubiera hecho mejor de una forma u otra, o las irresponsabilidades que colocaron al país en esta situación, no conduce a nada. Lo que sí hay que recordar es que en toda batalla, cuando la decisión es librarla, hay que estar muy bien preparados para evitar los costos. Cuántas veces cedemos posiciones, cedemos derechos, evitamos peleas, para no quedar expuestos a las consecuencias que implican esas luchas porque no tenemos la solidez suficiente para salir ilesos aun ganándola. La Argentina eligió no ceder, eligió enfrentarse al monstruo más temible y voraz de los mercados de deudas caídas.

Pero la duda ahora es si podremos contrarrestar los efectos sobre la economía real. La primera semana posdefault nos encontró económica y psicológicamente poco preparados para enfrentar la batalla. Más bien, frágiles y expuestos a transformar cualquier señal ruidosa en tormenta. Y eso no debería ocurrir. La negociación con los buitres no debería haber postergado la elaboración de medidas inmediatas para mitigar el impacto si no había acuerdo. El problema argentino no es que este pseudodefault viene a complicar el país. Sino que el suceso ocurre en un país complicado, con debilidades económicas que se vienen agravando hace tiempo. Cuando el terreno es débil, y el ánimo sensible, todo, hasta la más pequeña rispidez, se sobredimensiona y la razón se vuelve confusa. Por eso se necesitan políticas urgentes para contrarrestar el golpe sobre el estado de ánimo y, sobre todo, para reactivar la inversión productiva.

La gran mayoría de los sectores económicos pusieron en stand by sus proyectos a la espera de un panorama más cierto. No sólo las grandes empresas. También las medianas y pequeñas. Y menos inversión, es menos oferta de bienes, es menos ventas, menos producción, menos empleo, es menos competitividad, menos innovación?es mayor dificultad para combatir la inflación y es la descapitalización productiva del país.

Por ahora somos testigos de una férrea defensa de nuestros derechos. Pero a muchos nos gustaría ver esa misma convicción en la elaboración de políticas para fortalecernos y anular los efectos de los sucesos financieros. No alcanza con explicarle a la gente que no hay motivos para temer. Tampoco alcanza con hacer cataratas de anuncios para reactivar sólo el consumo si no hay objetivos claros. Hay que clarificar con gestión cuál es el rumbo económico y productivo. Hay que actuar sobre los parámetros con los cuales el público mide el estado de la economía. Y hay que recuperar la inversión productiva, que es un eje fundamental para resolver problemas de fondo como la inflación, la falta de competitividad en algunos sectores, y los atrasos salariales en otros.

Todo eso, hay que hacerlo ya. Hace dos meses que el principal tema económico en el país, son los buitres. Mientras tanto, estamos en la puerta de entrar en un ciclo recesivo explicado por el frenazo ya no del consumo, sino de la inversión productiva. Y si eso no se revierte en el cortísimo plazo, las posibilidades de viralizar y profundizar la caída aumentan. Es tiempo de pasar la hoja y planificar soluciones para los problemas más urgentes.

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