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El retiro de los subsidios

¿Una solución a medias?

16 mayo de 2014

(Columna de Rocío Eugenia Suárez, economista de Ecolatina y Juan Pablo Paladino, jefe de investigaciones de Ecolatina)

Parados en 2014 ya no resulta novedoso hablar del problema que representan los subsidios para las cuentas públicas. Con los $ 140.000 M que insumieron en 2013 (5,1% del PIB) completaron un ciclo de ocho años en el cual quintuplicaron su participación en relación al producto (aumentaron a razón de 0,5 puntos porcentuales del PIB por año) y cuadruplicaron su peso en los recursos tributarios que percibe la Nación. Lo que sí resulta novedoso este año es la sucesión de acciones que el Gobierno está llevando a cabo para recortarlos, ya que no parece acotada (como en 2009) ni parecería que vaya a quedar trunca (como en 2012).

Los interrogantes que surgen respecto de este tema son: a) ¿qué implican las medidas que ya se adoptaron y, más importante aún, qué otras debemos esperar?; b) ¿éstas alcanzan (y para qué) o si no alcanzan (y qué falta)?, y c) ¿cómo sigue la película y cuál será la herencia que reciba el próximo gobierno? Recapitulemos la sucesión de acciones que se realizaron en lo que va del año.

Al temprano anuncio de aumento en el boleto de colectivos le siguió, incluso antes del cierre de las paritarias, la más fuerte suba de tarifas de agua y gas residencial que haya realizado la actual administración. Finalmente, en el Día del Trabajador el Gobierno autorizó incrementos en los boletos de tren y pasajes de avión. El ahorro generado por estos anuncios ($ 11.000 M para este año) es importante, pero lamentablemente no implica que los subsidios (siquiera en los específicos de transporte, gas y agua) vayan a caer, dado que la brecha entre las tarifas y el costo real de los servicios, devaluación mediante, no alcanzará a reducirse significativamente. Estas medidas “sólo” alcanzarán para que el gasto en subsidios crezca menos.

Nuevas medidas y ahorro

Por ello, en el horizonte cercano se vislumbran todavía más medidas. Considerando un ajuste “esperable” en las tarifas de luz como un hecho (subas promedio de 200% a partir de la segunda mitad del año, y con mayor peso en el servicio residencial pero preservando a sectores vulnerables), la totalidad de acciones de ajuste de subsidios sumarían en 2014 un ahorro de $ 25.000 M. ¿Es esto suficiente? Depende. En primer lugar porque, nuevamente, los subsidios crecerán $ 25.000 M menos que si las medidas nunca se hubiesen anunciado, pero continuarán creciendo. En segundo lugar porque los anuncios (incluyendo el hipotético caso de la electricidad) abarcan un universo importante (70%) pero no la totalidad de los subsidios.

Suponiendo que las líneas “no ajustadas” crecen en a la par de la inflación, en 2014 los subsidios crecerían 30%-35%. Esto es, obviamente, mejor que la suba de 50% del escenario “sin ajuste”, pero implica que la batería de medidas sólo alcanzará para estabilizar, y no recortar, el peso de las subvenciones en el producto. Para que los subsidios caigan en términos reales, el ajuste debería llegar a la totalidad de las líneas. Por caso, si se respetasen los montos (nominales) estipulados en el Presupuesto 2014 para aquellas partidas que no dependen de los ajustes de tarifas, los subsidios podrían caer 0,5 puntos porcentuales del PIB.

¿Es esto posible? A favor de una respuesta afirmativa, se evidencia este año la fuerte voluntad política de atacar el nudo gordiano de los subsidios. Pero también hay que resaltar que el empinamiento de la suba de costos por la devaluación y el desgaste político de las subas de tarifas conspiran contra recortes adicionales. Por ello, creemos que lo más probable es que el “ajuste a fondo” no llegue en 2014 y este año los subsidios sólo se estabilicen en relación al producto.

Un nuevo escenario

Esto está lejos de ser poco: contemplando el shock positivo de la devaluación en los recursos del comercio exterior, los moderados aumentos otorgados en los haberes jubilatorios, un freno en la obra pública y la estabilización de subsidios en relación al producto, el Gobierno puede alcanzar su objetivo de reducir (aunque no eliminar) el déficit primario. Ya mencionamos en otras oportunidades que acotar el rojo fiscal no es una opción sino una necesidad. Sin los Adelantos Transitorios extraordinarios de 2012-2013, el límite legal de asistencia del BCRA le pone coto al aumento del gasto público, y volver a correr ese límite conspira contra cualquier expectativa de estabilidad del tipo de cambio o control del déficit cuasi fiscal. Pensemos que sólo consumiendo el margen vigente el BCRA triplicará el pago de intereses por Lebacs.

La buena noticia es que creemos que las acciones de recorte de subsidios alcanzarán para evitar que este año se profundice la necesidad de emisión monetaria para financiar gasto público. La mala noticia es que, como en 2009 y 2012, la política fiscal vuelve a ser procíclica: el consumidor se enfrenta hoy con pérdida de poder adquisitivo, encarecimiento del crédito y subas de tarifas. De hecho, hacia adelante debemos esperar que las tarifas (al igual que el tipo de cambio) dejen de ser el ancla nominal que fueron en el pasado; para evitar que los subsidios vuelvan a crecer como proporción del producto tanto este año como en 2015 deberán crecer por encima del resto contemde los precios. Pero como es poco probable que los costos de provisión de los servicios crezcan por debajo del 30%, reducir los subsidios en términos reales es un escenario poco factible.

La conclusión es que las medidas que el Gobierno tomó, y tomará, alcanzarán para que el problema de los subsidios deje de agravarse, pero no para comenzar a desandarlo. Esta tarea quedará para el próximo ciclo político. En tanto no se desactive la persistente suba de costos que alimenta el crecimiento de los mismos, los ajustes en las tarifas retrasadas quedarán siempre cortos. Desarmar exitosamente el esquema de subsidios es otra de las tantas razones por las cuales el próximo Gobierno deberá priorizar el ataque a la inflación. De otra manera, seguirán transcurriendo los años con el perro intentando morderse la cola.

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