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Los jóvenes y el mercado laboral

Entre el desempleo y el empleo precario

16 mayo de 2014

(Columna de Adriana C. Cáceres, coordinadora del equipo de Juventud en Fundación Pensar y Francisco Quintana, legislador porteño por el PRO)

Pasó un nuevo Día del Trabajador y confirmamos que, a pesar del proceso de crecimiento económico registrado durante la primera década del Siglo XXI, la situación de los jóvenes en el mercado laboral en la Argentina sigue siendo difícil. Muchos de ellos tienen dificultades para insertarse en el mercado, y la inestabilidad en el empleo es el denominador común de una generación para la cual la norma es la alternancia entre empleos precarios y el desempleo.

Los obstáculos para lograr una inserción laboral exitosa resultan más complejos para los jóvenes que no lograron finalizar el nivel medio. Al no terminar el colegio o al atrasarse en sus estudios secundarios, se crea una cadena de futuras generaciones cada vez más vulnerables. Al no tener un título, el joven sólo puede acceder a trabajos precarios o de la peor categoría laboral y, por ello, carece de acceso al sistema de seguridad social formal, entre otros derechos laborales básicos.

En la Argentina, de acuerdo a información del Observatorio de la Deuda Social Argentina, casi la mitad de los jóvenes de entre 18 y 24 años tiene un empleo precario, mientras que el desempleo afecta a 21,9% de esta población. Además, como señalamos en un documento de la Fundación Pensar, hay más de 1.100.000 jóvenes que no estudian ni trabajan: 68% no estudia, no trabaja, ni busca trabajo, y el restante 32% no estudia ni trabaja, pero busca.

Es importante señalar que los jóvenes que se encuentran en este estado de desigualdad educativa y laboral tenían entre 8 y 14 años hace 10 años. Es decir, la “década ganada” no logró mantenerlos en la escuela y, en consecuencia, no logró darles las herramientas que necesitan para hacer frente a un mercado laboral cada vez más competitivo.

Esta situación coloca a muchos jóvenes, sobre todo a los que más necesitan de la presencia del Estado, en un sistema de exclusión, de falta de oportunidades y sin un futuro prometedor. Revertir esta situación sigue siendo un desafío en nuestro país. Para superar estas barreras es necesario diagramar políticas que hagan frente a los desafíos de los jóvenes en materia de educación y empleo, una deuda social que hasta el momento ningún gobierno logró resolver.

Entonces, es necesario lograr estabilidad y solidez económicas, rearmar nuestras instituciones y ser capaces de generar un trabajo en red entre empresarios, sindicatos, universidades, académicos y funcionarios. Con la construcción de políticas integrales de Estado, en un marco de amplio consenso social, se logrará generar verdaderos mecanismos de inclusión productiva para los jóvenes, donde cada uno de ellos logre construir un proyecto de vida y hacer realidad sus sueños.

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