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El debate sobre la pobreza

Debatir políticas y no estadísticas

09 mayo de 2014

Se ha instalado en la Argentina un intenso debate sobre el porcentaje de personas que están en una situación de pobreza. El Gobierno no ha difundido los datos y como siempre ocurre frente a la ausencia de mediciones oficiales confiables, aparecen todo tipo de cifras. Así, distintas instituciones privadas estiman que la pobreza alcanza al 30% o más de la población. Y uno de los principales problemas que genera esta situación es que no se discute sobre el problema de fondo sino sobre si está bien medido o no. Lo mismo ocurrió, en su momento, con la tasa de inflación.

Precisamente la intervención en el Indec terminó con la credibilidad de las estadísticas oficiales y ahora, al comenzar a sincerar el índice de precios, también debe enfrentar el costo político de reconocer peores indicadores sociales. Al no medir adecuadamente el valor de la Canasta Básica Total (CBT) que se utiliza para determinar la línea de pobreza, se llegó a resultados increíbles. Según el último dato publicado por el Indec, en el primer semestre de 2013, la pobreza alcanzaba al 4,7% de la población.

En la medición realizada previamente a la intervención del Indec, se determinó que en el segundo semestre de 2006 el porcentaje de pobres era de 26,9%. Si se tiene en cuenta que la tasa de desempleo es ahora algo menor que en 2006, la cobertura provisional es más amplia, se puso en marcha la AUH y crecieron los salarios reales, no parece lógico sostener que la pobreza alcanza a más del 30% de la población. Es cierto que muchos avances fueron erosionados por la creciente inflación, pero no hay motivos para suponer que la tasa de pobreza se ubique en un porcentaje superior al 26,9%. Es probable que sea algo menor.

De todas maneras el debate sobre las estadísticas no debería ocultar la discusión de fondo que es sobre cómo reducir la pobreza en la Argentina. Lo primero que debe hacerse es bajar la tasa de inflación. También asegurar que no haya crisis económicas porque en ese caso los principales perjudicados son los que tienen menos ingresos, porque son los primeros en sentir el impacto y los últimos en que vuelven a la situación anterior cuando la economía empieza a recuperarse.

Las políticas sociales que impliquen transferencias de dinero son decisivas pero en ese caso deben evaluarse constantemente para asegurar que cumplan realmente con los objetivos para las que fueron diseñadas.

La necesidad de generar empleo de calidad es decisiva. No alcanza con cualquier tipo de empleo porque en este momento la tasa de desempleo es de 7% lo cual no parece compatible con tasas de pobreza tan altas. Es decir que hay una situación social peor que la parecería sugerir el mercado de trabajo. Está claro que hay muchas personas que no tienen empleo ni lo buscan pero también que no todos los que lo tienen dejan, por ello, atrás a la pobreza.

Más allá del debate sobre las estadísticas, en los próximos años la sociedad argentina debería fijarse como objetivo erradicar la indigencia y reducir sustancialmente la tasa de pobreza, no con artilugios estadísticos, sino con políticas consistentes.

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