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La economía y las primeras planas

Dólar, reservas y precios, más tranquilos

28 abril de 2014

Lentamente, la política y otros temas, como la recurrente inseguridad y sus noveles formatos, van corriendo de las primeras planas de los medios de comunicación a la economía. ¿Qué contribuyó a esto? Principalmente, que las variables más críticas, y las que habían hecho sonar las alarmas en el primer bimestre, parecen haberse estabilizado.

El dólar, en su formato exclusivo y libre, se estacionó en sus valores de $ 8 y $ 10, respectivamente. Aunque el “blue” se acercó a los $ 11 en los últimos días, pocos hubieran pensado que iba a estar en estos niveles a comienzos de año, cuando rondaba los $13. Si bien el final del “veranito” cambiario puede estar a la vuelta de la esquina, para el gran público es tranquilizador que “el billete” siga en $8 hace varias semanas.

Por otro lado, las reservas se han estabilizado e incluso se han colocado por encima de los US$ 28.000 millones, racha que podría prolongarse durante el trimestre de oro. Impulsado por la liquidación de las divisas de la agroindustria y la toma de deuda  de YPF, el BCRA ya compró más de US$ 2.500  millones en el mes, la mayor compra desde 2003. Así, abril (con una suba de más de US$ 1.000 millones), sería el mejor mes en varios años. Esto aminoró también las expectativas de devaluación.

Finalmente, la inflación ha bajado un escalón respecto a los guarismos más elevados del año y podría instalarse en una zona de 2-3% mensual de aquí en más. Según Elypsis, en abril la suba de precios estaría en el orden del 2%. Las expectativas de inflación, según la UTDT, se moderaron, aunque muy levemente. La moderación de la inflación (pese a su nivel aún muy alto y su carácter exótico a nivel global) tiene un valor subjetivo importante para los agentes (especialmente para los que tienen recuerdos frescos del '89 y el '91)  y, sobre todo, es una variable clave, quizás la más, para el plan del oficialismo. Si la inflación se desboca, el plan oficial se desarticula y la carrera dólar-precios se va al 40% interanual y más allá. Se trata, de todos modos, del año más inflacionario desde que el kirchnerismo llegó al poder y, para el país, desde 1991.

Además del “mejoramiento” objetivo de estas variables, también tranquiliza (sobre todo a los sectores más poderosos) que el Gobierno haya escogido el pragmatismo. Miró el precipicio y reculó en la ortodoxia. “En contra de las conjeturas de principios de año, es razonable asumir que se ha decidido dar la lucha para llegar al 2015 con una situación económica manejable. Por otro lado, el Gobierno parece dispuesto a pagar algunos costos para lograr ese objetivo, incluyendo enmiendas y reescrituras del relato. Es una buena noticia, pero reconocer el problema no implica resolverlo y, menos aún, estar en condiciones de calcular con precisión la cuantía de los costos a pagar y sus consiguientes repercusiones políticas”, escribe José María Fanelli en su último análisis. Una especie de Teorema de Baglini a la inversa: a medida que uno pierde poder, se vuelve más pragmático. Un pragmatismo que tiene sus costos (“no hay almuerzos gratis”, decía Milton Friedman) pero que desacredita las hipótesis más negativas y pesimistas sobre el último bienio de la economía K. En Wall Street así lo ven también.

Pero el gran público, al que el dólar a $ 8 (y ahora accesible legalmente) le da tranquilidad, asimismo sabe que se está formando un frente de tormenta en otras variables.  El enfriamiento de la economía y de la demanda de empleo, la retracción del salario y del financiamiento, las subas tarifarias que se avecinan y los efectos de la inflación pasada están lejos de configurar un escenario optimista y diciembre de 2015 luce como algo demasiado lejano y abstracto. La estabilidad financiera o nominal de la economía no debe correr la vista del ajuste que está recayendo sobre el sector privado y, como siempre, con especial hincapié en las franjas más vulnerables. Así lo atestigua el consumo.

Esta realidad es una manifestación de políticas desacertadas de varios años y, también, del mix de políticas que eligió el mismo Gobierno a comienzos de año. Pues, como señala Martín Polo, el mundo le da una mano al país. La recesión, que ya está entre nosotros según varios analistas, es autoinducida. Quizás, el pánico “financiero” de comienzos de año ya no vuelva pero sí, en su lugar, temores y preocupaciones más asociadas a la caída de la actividad económica y los efectos que trae consigo, un escenario que deja bastante mal parado al relato K.

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