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Yacyretá

La hidroeléctrica que hicieron posible Perón, Néstor y Cristina

25 febrero de 2014

(Columna del Arquitecto Julio Miguel De Vido, ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios)

Perón siempre sostuvo la idea de la síntesis entre un pensamiento estratégico geopolítico y la concreción de obras esenciales para nuestro desarrollo.

El propósito de llevar a cabo la realización de la represa de Yacyretá estuvo íntimamente consustanciado con la concepción de la Cuenca del Plata como un núcleo de integración de las naciones limítrofes y, especialmente, con la consolidación de un proceso de desarrollo común con el Paraguay.

En el Primer Plan Quinquenal (1947-1951) de Perón, ya se había definido que el desenvolvimiento de nuestra economía estaría supeditado a la racional utilización de los recursos energéticos aún inexplorados y, en particular, de los hidráulicos porque el agua era la única fuente de energía que se renovaba a sí misma. Y en el Segundo Plan Quinquenal (1953-1957) el objetivo esencial fue la progresiva y más completa electrificación del país. El programa ponía especial énfasis en la producción de energía eléctrica con base en la utilización de los recursos hidroeléctricos, para favorecer la evolución de las economías regionales.

En esa lista estaba la represa de Yacyretá, antes denominada de los Saltos del Apipé. Posteriormente se avanzó en forma intermitente con los estudios de prefactibilidad. En la década del sesenta, cuando parecía que se iba a concretar la realización de la etapa siguiente, se optó por construir la represa del Chocón Cerros Colorados. Esta decisión provocó que Paraguay se comprometiera prioritariamente con la obra de Itaipú.

Por eso cuando en 1973 Perón volvió a ser nombrado Presidente de la Nación, el 3 de diciembre de ese año firmó el Tratado de Yacyretá y al poco tiempo una carta personal enviada al mandatario paraguayo logró salvar los inconvenientes surgidos en las discusiones de los expertos para pasar a la etapa de factibilidad de la represa.

El 14 de enero de 1974, ante la crisis energética mundial, Perón dijo: “Debe pensarse que estas coincidencias, la crisis del petróleo y de la electricidad, han de llevarnos a la modificación de las fuentes productoras, tanto de combustibles como de energía, cambiando los antiguos métodos. Ya no es posible sostener las fuentes de la termoelectricidad y es preciso recurrir a la hidroelectricidad y a la producción termonuclear”.

Lamentablemente Perón no podría ver terminada la obra de Salto Grande y tampoco comenzada la de Yacyretá.

Los gobiernos militares harían de la represa un objeto de sus maniobras político-económicas. Los gobiernos civiles darían preeminencia, por el corto plazo, a las usinas termoeléctricas, energía lograda mediante la utilización de combustibles. Así, estiraron la obra de Yacyretá, desarticulando la ingeniería civil con la falta de concreción de los contratos de suministros fundamentales, como las turbinas o los generadores. También, dando escasa respuesta a la gente afectada por el ascenso de nivel de la cota del río.

En 1989 se produjo una de las mayores crisis del sistema energético argentino, siendo ésta una de las principales razones, por las que el primer gobierno de la recuperada democracia argentina, a cargo de Raúl Alfonsín, debiera traspasar anticipadamente el mandato al ya electo presidente Carlos Menem, que durante su primera presidencia, inauguraba, el 2 de septiembre de 1994, la Central Hidroeléctrica Yacyretá, con la puesta en operación comercial de la primera turbina. En el siguiente mandato intentó vanamente, por rechazo del Congreso de la Nación, privatizar la energía de la represa como una empresa pública rematada al mejor postor, y en 1998, al mismo tiempo que se ponía en marcha la vigésima turbina con el embalse 7 metros por debajo de su cota de diseño, se paralizaban las obras de Yacyretá. Mientras tanto la represa de Itaipú entraría en pleno funcionamiento.

Para ese entonces ya se había completado la construcción de 65 km presa, dos vertederos, una esclusa que permite la navegación por el río Paraná y la casa de máquinas con veinte turbogeneradores con un total de 3.100 MW de potencia instalada y conformado el embalse a una cota reducida de 76 msnm, que permitió generar energía al 60% de su capacidad (11.800 GWh año de energía) ya que no se había podido llenar el mismo hasta su cota de diseño de 83 msnm; dejándose en el olvido un capítulo importante: la resolución de la problemática social y medioambiental de las poblaciones y territorios que afectaba, desde los 70 km hasta los 140 km aguas arriba de la central hidroeléctrica.

Fue en 2003, nueve años después de haberse congelado en el tiempo la conclusión del emprendimiento, que el Presidente Néstor Kirchner decidió completar el ideal de Perón, que finalmente concretó la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, dentro de un contexto de acuerdo con la hermana República del Paraguay, retomando la terminación de Yacyretá para ponerla en el máximo de su potencial de producción energética y cumplimentar el capítulo olvidado anteriormente.

Para ello, había que finalizar la conformación del embalse, dar respuesta a la gente afectada, cumplimentando todas las obras necesarias por el cambio de cota al subir el nivel del agua, para devolverle a la región su mejor funcionamiento urbanístico y económico. Para ello se desarrolló el Plan de Terminación de Yacyretá que, a través de su implementación, resolvió la relocalización de más de 15 mil familias que en forma precaria habitaban en el área del embalse y de más de 2.500 comercios que conformaban el circuito comercial de Encarnación; adquirir las tierras afectadas, las necesarias para construir los complejos habitacionales para alojar a las familias y para compensar las áreas a inundar con la implementación de reservas ecológicas; encauzar obras de saneamiento y protección ambiental y recomponer la trama urbana de las ciudades afectadas; reponer obras ferroviarias y portuarias; atender las múltiples demandas de las actividades afectadas y de las familias en condiciones de vulnerabilidad social; y acordar con los gobiernos locales todas las obras y acciones a implementar, cooperando además con el fortalecimiento institucional a 15 municipios y 4 gobernaciones en ambas márgenes.

Inicialmente, adquirieron prioridad la construcción de obras de protección ambiental, como las del valle del arroyo Aguapey, que a través de la ejecución de un canal de 12 kilómetros y una presa de 4,5 kilómetros, evitó la inundación de unas 30 mil hectáreas de territorio paraguayo y permitió elevar el embalse a la cota 83 msnm.

Para proteger las ciudades afectadas por el embalse se ejecutaron las obras de tratamiento costero y recomposición de la trama urbana afectada; las obras viales de integración entre Posadas y Encarnación; las obras viales en la Argentina y en Paraguay; y la protección ambiental, saneamiento y reposición funcional; y la construcción de 13 Complejos Habitacionales que contienen más de 15 mil viviendas, los equipamientos comunitarios, las infraestructuras y los servicios. Estos emprendimientos están dejando un aporte ambiental conformado por más de 6 mil hectáreas de lagos, 5 mil metros de playas, 600 hectáreas de reservas urbanas y 500 hectáreas de espacios verdes equipados, destinados a actividades culturales y recreativas.

La cantidad y tipo de obras en ambas márgenes ha requerido el concurso de casi todas las empresas grandes y medianas del Paraguay y de las grandes de la Argentina y una cantidad importante de subcontratistas locales, quienes generaron más de 15.000 empleos directos y otros 20.000 empleos indirectos, cuyo financiamiento se realizó a través del Gobierno Argentino, con recursos propios y con créditos de organismos internacionales, y también con los provenientes de la venta de energía de Yacyretá.

Pero lo más importante es que la ejecución del Plan de Terminación Yacyretá ha permitido cumplir con el objetivo de generar energía y desarrollo, dos objetivos centrales que lleva adelante la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Habiendo incrementado en 8.200 GWh/año la producción de energía con el crecimiento del embalse a cota definitiva de 83 msnm el 25 de febrero de 2011 permitiendo producir un total de 20.000 GWh por año; y construyendo infraestructuras y equipamientos en 7 ciudades.

Comprometimos al Paraguay y nos comprometimos nosotros en un esfuerzo conjunto para terminar Yacyretá. Como había dicho Perón ante los Cancilleres de la Cuenca del Plata: “¿Cómo no podemos llegar también nosotros a un acuerdo para integrar países en donde todo nos une y nada nos separa?”.

Desde esta experiencia en Yacyretá, estamos construyendo un modelo de desarrollo en donde la presencia de la hidroeléctrica aporta inversiones y energía para un mayor crecimiento de Argentina y de Paraguay, y proyectando un nuevo desafío: “crecer más Yacyretá”, con la pronta construcción de la central hidroeléctrica de Aña Cuá y la repotenciación de la central principal con la incorporación de 3 turbinas adicionales a las 20 existentes; y también encarar el emprendimiento hidroeléctrico de Corpus.

Por eso, tal como lo entendieron los Presidentes Perón primero, Néstor Kirchner después y Cristina Fernández de Kirchner hoy, el desarrollo regional puede comenzar a entenderse entonces como algo inescindible de una evolución de la generación y provisión energética sustentable, donde la geopolítica se convierta además en una herramienta común para ese desarrollo e integración. Nada mejor que haber elegido la fecha de nacimiento de ese gran estadista y visonario que fue Néstor Kirchner para la inauguración de la 83, de la que hoy se cumplen tres años.

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