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La devaluación y los sectores

Ganadores y perdedores

04 febrero de 2014

La flexibilización del cepo y la devaluación del peso redefinieron desafíos para varios sectores de la economía. La primera impresión augura mejores precios para los exportadores y encarecimiento de las importaciones. Pero el entramado y la estructura productiva del mercado local revelan reacomodamientos más complejos ante el nuevo escenario. Sector por sector, estos son los principales movimientos que provoca el ajuste cambiario.

Industria automotriz. Históricamente, el tipo de cambio bilateral no determina el flujo de comercio regulado de vehículos entre las automotrices de la Argentina y Brasil, según la consultora abeceb.com. Por lo tanto, no ha - bría efectos inmediatos en este sentido. Por otra parte, la devaluación local compensa (aunque sobrepasa) la devaluación que el real viene experimentando en el último tiempo. Más allá de cualquier incentivo para la exportación de autos, los envíos están complicados en los últimos meses por la caída de la demanda brasileña. A partir de la devaluación, el principal problema para las automotrices está en el mercado interno: los precios de los automóviles registran alzas significativas. Esto teniendo en cuenta que cerca de 60% de los componentes de los autos fabricados en el país son importados. Además, el avance fiscal sobre el sector con impuestos para los autos de lujo que superen los $ 170.000 afectará los precios de todos los 0 km. Los autos eran, además, una de las principales opciones de compra de bienes durables elegidos para invertir los pesos excedentes. Ahora, con la flexibilización del cepo, el “dólar ahorro” compite con esta opción de inversión. Sobre todo en los autos adquiridos con planes de ahorro.

Exportaciones industriales. Algunas exportaciones industriales podrían verse beneficiadas con el nuevo valor del dólar y un nuevo impulso a la competitividad de los precios de sus productos. Aunque el ojo para este sector debería estar todavía en la debilidad del mercado brasileño. Además, hay que tener en cuenta que cuando la industria invierte, cerca de 80% de los bienes de capital son importados. Y una parte importante de los insumos también se adquieren en el exterior. Por ese motivo, el principal fantasma de la devaluación para las industrias está en el aumento de los costos para producir. La opción para estos sectores y, principalmente para los industriales volcados al mercado interno, será el aumento de precios o la caída de los márgenes. La disyuntiva está en que un incremento de precios, y una caída del poder de compra de los consumidores puede generar problemas en el dinamismo del consumo local. Los industriales temen, además, una escalada de los pedidos de aumentos en las paritarias.

Construcción. Este fue, junto al sector automotriz, uno de los sectores clave para entender la expansión de la industria en 2013. Si bien los principales motores fueron la construcción pública y la promoción de programas como Pro.Cre.Ar, los nuevos desarrollos privados no se detuvieron del todo. Las desarrolladoras inmobiliarias ofrecían todavía a los privados una buena opción de inversión en pesos y en cuotas para la compra de un activo que finalmente se cotizaría en dólares. La flexibilización del cepo abrió una ventana de competencia: ahora los inversores pueden ahorrar con la compra de dólares (aunque el monto no sea muy elevado) en lugar de meterse en la compra de un inmueble en pozo. “Aparece una opción que compite con la cuota de los desarrollos al costo”, explica José Rozados, de la consultora Reporte Inmobiliario. El impacto de la devaluación también se sentiría en la suba de los costos de la construcción, con un primer ajuste en los precios de los materiales, sobre todo por la adecuación de precios de ciertas commodities como el hierro o aluminio, otros metales y productos químicos utilizados en las obras. La primera reacción de algunas empresas, entre ellas Aluar, fue ?dicen en el sector? dolarizar la lista de precios. Por este motivo, el Gobierno ya anunció el lanzamiento de un plan similar al implementado en los supermercados, con “precios cuidados” para la oferta de los fabricantes delos insumos. Y presionó a las empresas proveedoras a asumir el compromiso de vender con los precios del pasado martes 21 de enero.

Sector inmobiliario. En un principio, la flexibilización del cepo ilusionó a las inmobiliarias. Si se puede “atesorar” en dólares, una de las opciones de inversión es la compra de un inmueble, razonaron. Sin embargo, por los montos finalmente habilitados, la medida no tendría ningún efecto positivo para la compra y venta de inmuebles ya terminados o usados. El 2013 fue uno de los peores años del sector: en Capital Federal se realizaron cerca de 2.800 operaciones por mes, lo que supone casi la mitad de lo que habitualmente se realizaba antes del cepo.

Soja y producciones regionales. La suba del dólar es una buena noticia para el principal complejo exportador argentino. Sobre todo en un contexto que muestra cierta caída de precios internacionales. Sin embargo, el sector teme por nuevas retenciones. “Por experiencia histórica, la principal preocupación es la posibilidad de una devaluación compensada”, asegura Gustavo López, de la consultora Agritrend. “La aparición de nuevos aranceles está latente”. Hasta ahora, los productores vendieron lo mínimo posible y decidieron “ahorrar” en soja ante las escasas opciones de inversión. Por lo tanto, los nuevos valores beneficiarían a productores y exportadores que ante la nueva cosecha podrían acelerar las ventas que vienen particularmente retrasadas. Es probable que los costos de producción se encarezcan: de modo inmediato inciden los costos de comercialización, con el flete al tope de la lista. Pero también se esperan nuevos ajustes en el arrendamiento de la tierra para la próxima campaña. En el caso de las producciones regionales, el ajuste del tipo de cambio favorece la colocación de frutas, arroz, algodón y té, entre otras producciones. Los cultivos más beneficiarios serían aquellos que son intensivos en mano de obra. En la mayoría de las producciones preocupa el aumento de costos en agroquímicos y fertilizantes importados.

Electrodomésticos y tecnología. En este caso, la oferta se vería mermada porque, además de que una parte importante de los bienes son importados, la gran mayoría de los productos de consumo más sofisticado que se fabrican (o ensamblan) en la Argentina tienen componentes adquiridos en el exterior. Esta es una deficiencia estructural de la industria argentina, que la posiciona lejos de la producción de las últimas tecnologías. El Gobierno ya le había pedido a las fábricas del Polo Tecnológico de Tierra del Fuego que disminuyan cerca de 20% sus importaciones durante el primer trimestre del año. Notebooks y netbooks, cámaras fotográficas, aires acondicionados y televisores, pueden verse afectados por nuevos costos, con precios nuevos que pueden desalentar la demanda. Las promesas de mayores ventas por el Mundial de Brasil para los fabricantes de TV pueden quedar en veremos.

Comercio minorista. El principal problema para el sector es calcular el precio de reposición en un contexto de incertidumbre sobre la evolución del tipo de cambio. Los alquileres de locales también prometen aumentos en el corto plazo. El sector teme, además, que las consecuencias de la devaluación en el poder adquisitivo de los consumidores y en los precios retraiga el consumo y las ventas pierdan volumen. El Gobierno prometió sanciones para los “especuladores” del último eslabón de la cadena. En el caso de los locales de electrónicos y línea blanca (que están presionados por la suba de los insumos importados), el Gobierno habría pactado incrementos de 7,5% y 5%, respectivamente.

Turismo. Es quizás uno de los sectores más beneficiados. Con el nuevo valor del dólar, los destinos argentinos son más atractivos para la llegada de los turistas extranjeros. Y el turismo interno promete tomar impulso porque la opción de viajar al exterior es cada vez más cara, en un contexto en el que las compras con tarjeta de crédito mantienen la restricción del 35%. Estas son buenas noticias para reducir el déficit que genera el sector, que el año pasado se acercó a los US$ 10.000 millones. A este rojo contribuían, también, las compras por Internet a sitios internacionales, que fueron restringidas a dos por año y que experimentan varios controles que apuntan a aumentar el costo de importación de los privados y a desalentar pedidos.

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