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Reservas en fuga

La caída del stock se acelera

06 diciembre de 2013

(Columna de Rodrigo Alvarez Litre, economista y socio y director de Analytica Consultora)

Pasan las semanas y el Gobierno no logra frenar la caída de las reservas internacionales. En los últimos tres meses se perdieron más de US$ 6.000 M, cifra que se eleva a US$12.000 M en el acumulado del año y a US$22.000 M desde el récord de 2011. Preocupa que la pérdida ya no obedece exclusivamente a los pagos de deuda del sector público sino que ahora son las crecientes ventas de divisas el motivo del deterioro.

Frenar e incluso revertir esta tendencia debe ser un objetivo prioritario para la nueva administración económica. En los próximos dos años el BCRA deberá utilizar más de US$ 20.000 M para pagar deuda del sector público. Evidentemente, si sigue drenando sus activos a este ritmo se abre un escenario muy complejo en el que el ajuste será traumático.

Fuente: Luis Varela

El Gobierno es consciente de esta realidad. En el frente externo, si bien está reconstruyendo los puentes que dinamitó en los últimos años, el proceso de captación de nuevo financiamiento no será rápido. Hacia adentro, la nueva conducción duplicó el ritmo de devaluación ?que en las últimas tres semanas trepó a 80% anualizado? e intervino (BCRA, ayudado por la ANSES) en el mercado de bonos para bajar el “contado con liqui” y desinflar la cotización del “blue”. Tuvo su efecto, la brecha entre el oficial y el paralelo llegó a perforar 50%.

Inconsistencias

El problema de esta estrategia, paradójicamente, es que el corto plazo puede llevar a una aceleración en la pérdida de reservas. Con la devaluación en ascenso y superando con creces la tasa de interés en pesos, los exportadores prefieren esperar y liquidar lo menos posible al tiempo que el sector privado maximiza el uso de las ventanillas habilitadas para hacerse ?lo antes posible? de dólares al tipo de cambio oficial. Hasta tanto no se estabilicen las expectativas de devaluación, el desequilibrio en el mercado cambiario va a continuar. De hecho, las expectativas de devaluación se han disparado en las últimas semanas.

En lugar de anclar las expectativas mostrando un plan coordinado y consistente para bajar la inflación y hacer rentable el ahorro en pesos, el Gobierno nuevamente apunta a las consecuencias del problema.

A la Argentina le faltan dólares porque el saldo comercial no alcanza para cubrir todas las necesidades de importaciones de servicios, pagos de rentas y cancelación de deudas. Lógicamente, el problema se agrava considerando la caída del precio de la soja y de las demás commodities.

En paralelo a los esfuerzos por achicar la brecha cambiara, el Gobierno trata de restringir algunos usos de dólares. El proyecto para aumentar hasta 50% el impuesto a la compra de autos de alta gama, por lo general importados, difícilmente tenga un impacto considerable en términos de ahorro de divisas o de aumento en la recaudación. En igual sentido opera la suba de 20% al 35% para los consumos en moneda extranjera y compra de divisas para turismo. La medida que apunta a reducir la demanda, no incentiva la oferta de divisas de los turistas extranjeros que siguen optando por volcar sus dólares en el más conveniente mercado paralelo. Además, con esta nueva restricción, todo el avance que se había logrado para bajar la brecha con el tipo de cambio paralelo comenzó a diluirse. Mientras el dólar turista esté por debajo del paralelo, seguirá siendo conveniente extraer dólares en los cajeros automáticos del exterior y los turistas extranjeros no tendrán incentivos para liquidar en el mercado oficial.

Lo que el Gobierno debe entender es que la causa de la sangría no es la cuenta de viajes y turismo. El punto es simple: en los primeros nueve meses de 2012, el sector privado ingresaba US$ 7.300 M mientras que en el mismo período de este año fugó US$ 2.700 M. Sólo 30% de los US$ 10.000 M que se perdieron corresponden a la cuenta de "viajes y turismo". El grueso obedece a un menor saldo comercial: por un lado, los exportadores liquidan menos (US$ 2.400 M hasta setiembre) y los importadores están comprando más (US$ 5.600 M). Para la exportación, se redujeron los ingresos por prefinanciación y pagos anticipados, por la pesificación del crédito y por una menor liquidación sojera. En términos prácticos, se derrumbó el financiamiento comercial que pasó de oferente a demandante neto de divisas. Vale remarcar que el “cepo” a la compra de dólares permitió un ahorro de US$ 1.000 M.

En el balance final y a pesar del cambio de expectativas, el Gobierno sigue corriendo de atrás. Las soluciones llegan tarde, de forma gradual y no atacan las causas de los problemas. En consecuencia, no logra domar las expectativas de forma permanente. Se buscan paliativos desprolijamente instrumentados que en el mejor de los casos aportan soluciones parciales.

Lo que debe quedar en claro es que para resolver el desequilibrio en el mercado cambiario se requiere de un programa integral, que coordine expectativas recurriendo a la política cambiaria, monetaria, fiscal y de ingresos. Ya no alcanza con un buen direccionamiento de las políticas y un cambio de formas en la comunicación. Es necesario avanzar rápidamente en las soluciones de fondo.

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