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La Argentina innovadora

Nuevo mundo, nuevas ideas

27 diciembre de 2013

(Columna de Enrique S. Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina -CERA-)

Cuando la reina Victoria le sugirió a su primer ministro lord Salisbury realizar algunas reformas éste le respondió: “¿Cambiar? Su Majestad, ¿las cosas no están ya lo suficientemente mal?”. Esta contestación ha pasado a la historia como una buena síntesis del pensamiento conservador. Sin embargo, a veces, la necesidad de hacer cambios es impuesta por el contexto.

El 22 de noviembre de 2011, la Presidenta de la Nación definió las claves de la política comercial externa: comercio administrado, bilateralismo y que la “salvación” en un mundo en crisis provendría de Latinoamérica. Posteriormente, redefinió la estructura administrativa quitándole competencias al Ministerio de Industria y a la Cancillería para pasarlas a Economía. En ese nuevo ámbito se priorizó la actuación de la Secretaría de Comercio Interior por sobre la de Comercio Exterior. Las dos misiones comerciales a Angola expresaron, de manera simbólica, estos cambios. Los resultados no fueron los esperados:

En el ciclo 2011-2014, las exportaciones estarán amesetadas, en un promedio anual del orden de US$ 84.600 millones.

Los lineamientos macroeconómicos para la industrialización definitiva consignados en el Plan Estratégico Industrial 2020 aún no han sido alcanzados, como el superávit fiscal, el dólar competitivo y la tasa de inversión del 28% sobre el PIB.

Se pasó de un déficit de la balanza comercial energética de US$ 2.784 millones en 2011 a un déficit estimado para 2013 de US$ 6.500 millones.

La devolución de reintegros a la exportación siguió un ciclo político que debilitó su potencial como estímulo exportador. En 2011 se pagaron US$ 1.136 millones, en 2012 US$ 378 millones y se estiman US$ 893 millones para 2013.

El Mercosur entró en una metamorfosis que le impide crear la preferencia interregional inversora.

El sistema DJAI, las restricciones a la financiación de exportaciones y el pago de royalties, más un sinnúmero de trabas regulatorias, no pueden considerarse medidas pro-exportadoras.

La matriz competitiva logística es sólo un enunciado. La reciente prohibición para utilizar los puertos uruguayos para trasbordos de exportaciones, constituye una discriminación contra las exportaciones de las economías regionales.

Como se sabe, teoría y práctica no son lo mismo, y dado que los resultados no han sido los previstos, ¿no sería conveniente utilizar una teoría que produzca mejores resultados? Desde ya, teniendo en cuenta el marco de restricciones, los cambios deben realizarse de manera pragmática. Por otra parte, hay que tener en cuenta las tendencias en la economía global que todavía enfrenta serias dificultades y que debe evitar entrar en un ciclo deflacionario. Si bien China y Japón tienen una agenda de reformas en curso, para los mercados emergentes son decisivas las condiciones de crecimiento y financieras de EE.UU. y Europa. Las decisiones de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo deben ser cuidadosamente evaluadas.

La reciente aprobación del paquete de Bali en la OMC debe ser leída en la siguiente clave: la Facilitación de Comercio es el dato estratégico pues refuerza el paradigma de las cadenas de valor globales y regionales. La cuestión de los subsidios agrícolas debe ser vista en perspectiva ya que en la OMC, la Unión Europea tiene autorizados ?72.244 millones, pero en el período 2008- 2010 utilizó solo ?10.971 millones. En el caso de EE.UU., teniendo autorizados US$ 19.103 millones, solo usó US$ 4.880 millones en el mismo período.

En 1990, Javier Villanueva en dos trabajos realizados para el Instituto de Estrategia Internacional (IEI) de la CERA planteó que con el fin de la Guerra Fría, emergía un paradigma al que denominó “Pax Global Competitiva”, donde el elemento estratégico era la competencia para atraer y localizar inversiones.

Hoy en día, con las negociaciones de los denominados “megaacuerdos” (TPP, TTIP, RCEP) está claro que la nueva frontera de las políticas comerciales es la inversión. Hay que agregar que la aparición del shale gas como megatendencia y la robótica aplicada intensivamente en los procesos industriales, van a reconfigurar el mapa productivo mundial. Por ejemplo, un EE.UU. energéticamente independiente y robotizado importará menos energía y menos bienes industriales. La contracara es que exportará menos dólares por su cuenta comercial. La consecuencia es que los que usan dólares fuera de EE.UU., cuyo caso típico es el comercio internacional, presionarán sobre las reservas internacionales de sus propios bancos centrales. Esto implica una contracción internacional de las reservas en dólares lo que significará déficit de cuenta corriente en muchos países (como se ven hoy en Brasil, India, Turquía e Indonesia).

Este escenario crea un espacio para la internacionalización de otras monedas, con un candidato con características especiales: el renminbi. China podría aprovechar para realizar sus compras de materias primas en países en desarrollo con su moneda y recibirla a cambio de sus exportaciones industriales. Dado que Sudamérica es un gran exportador de materias primas, se crearía una preferencia importadora extrarregional. Y este escenario puede materializarse en los próximos quince años.

Mientras tanto, en la Argentina, como en otros países, estamos atrapados por las exigencias del corto plazo. Pero puede sugerirse que la mejor política de corto plazo es tener una de largo plazo ya que en la economía, importa lo que se ve y también lo que no se ve. Esta es la razón por la cual la CERA promueve el concepto de la Argentina Innovadora con sus tres ejes:

Revaloriza la importancia de las instituciones económicas que favorecen el crecimiento, la libertad, y la justicia social.

Revaloriza el rol de la estructura exportadora para acrecentar las capacidades tecnológicas y la importancia de la innovación para crear empresas sustentables y empleos productivos.

Enfatiza la importancia de promover la inversión, la innovación y la integración en el diseño de una estrategia nacional exportadora de alta calidad. Para el corto plazo, recomienda aumentar la eficiencia en la devolución de los impuestos a la exportación y revisar los derechos de exportación, mejorar las regulaciones para darles un sesgo proexportación, fortalecer el financiamiento exportador, generar incentivos a la inversión exportadora con una política de amortización acelerada, construir cadenas de valor globales con una estrategia de relacionamiento positivo, y promover una logística competitiva para un crecimiento con equidad.

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