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La Argentina y Brasil

Dos casos anómalos de la economía global

29 noviembre de 2013

(Columna de Eduardo Crespo, economista y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro -UFRJ-)

La tendencia más sobresaliente de la economía mundial contemporánea es el llamado 'desacople' (decoupling, en inglés) de las tasas de crecimiento de las economías denominadas emergentes con relación a las observadas en los países desarrollados. Desde inicios del Siglo XXI, en forma sistemática el conjunto de las primeras crece entre 3 y 6 puntos porcentuales más que los segundos. Aunque las fluctuaciones cíclicas experimentadas por ambos grupos guardan un estrecho paralelismo entre sí, en el cual emergentes y desarrollados crecen o se desaceleran en simultáneo, las tasas a las que esto ocurre difieren en forma continua a favor de los primeros.

Esta tendencia a la convergencia en los niveles de ingreso per capita, en tanto fenómeno general, constituye un hecho relativamente inédito en la historia del capitalismo, sistema donde la divergencia suele ser la norma. Entre los motivos que se suelen apuntar para interpretar esta novedad se destacan las bajas tasas de interés internacionales y fundamentalmente el proceso de industrialización asiático ?y chino en especial? que tiende a abaratar los productos industriales modificando los términos de intercambio a favor de los productores de commodities.

En este propicio escenario, la mayoría de los emergentes mejoró sus indicadores de fragilidad financiera, acumuló reservas internacionales, redujo su endeudamiento externo, aumentó sus niveles de empleo y elevó sus salarios. En resumidas cuentas, esta es la tendencia que algunos analistas llaman 'viento de cola '?expresión que en la Argentina se utiliza principalmente para ningunear los éxitos del Gobierno?. Aunque algunos comentaristas interpreten que esta bonanza está llegando a su fin (1), entendemos que no existen motivos estructurales para suponer que se trata apenas de una condición pasajera y que todo volverá, en breve, a la normalidad.

La industrialización asiática llego para quedarse y el propio proceso de crecimiento diferenciado está acelerando el comercio “sur-sur” y los flujos financieros al interior del bloque de los emergentes. La acumulación generalizada de reservas y el creciente protagonismo chino, tanto en el comercio como en la Inversión Extranjera Directa mundiales, redujeron la dependencia de éstos con relación al mundo desarrollado.

La mayoría de los emergentes salió con comodidad de la crisis internacional y algunos hasta se animan a visualizar la tradicional restricción externa como una terrible enfermedad del pasado, hoy fácilmente atendible con las nuevas medicinas de la economía mundial. Una eventual suba de las tasas de interés en EE.UU. o Europa podrá moderar los pronósticos más optimistas, pero difícilmente revertirá la tendencia. Si la crisis mundial pasó con facilidad para los emergentes, es dudoso que una suba de tasas de dos o tres puntos porcentuales pueda ocasionar un daño mayor (2).

Cuando se observa con detalle al interior de estos grandes bloques, sin embargo, surgen diferencias notables. El grupo de países de América Latina y el Caribe, por ejemplo, exhibe una performance bastante pobre en comparación con las otras regiones que conforman el bloque de los emergentes. En forma persistente nuestra región crece a tasas más bajas que las observadas en el Africa Subsahariana y los países asiáticos en desarrollo.

Brasil

Brasil es el principal sospechoso de empujar el promedio de crecimiento regional hacia abajo. Excluyendo algunos años puntuales, el país crece en forma sistemática por debajo de la media mundial, regional y, desde luego, de los emergentes. Los motivos son domésticos y, más precisamente, políticos. La mayoría de los países del mundo envidiaría las condiciones financieras de Brasil. Cuenta con más de US$ 370.000 millones en reservas internacionales, es acreedor neto en moneda extranjera, coloca deuda en títulos nominados en su propia moneda y los términos de intercambio de sus exportaciones se estabilizaron en niveles elevados, pese a la moderaba reducción reciente.

Sin embargo, sus élites económicas y políticas optan por la ortodoxia fiscal, el combate religioso a la inflación y se contentan con crecer a tasas mediocres para no promover subas salariales o indeseables conflictos distributivos.

La Argentina

Otro caso anómalo es la Argentina. En parte debido a su traumático pasado financiero y al default de 2001, el país hasta el momento no pudo aprovechar las favorables condiciones financieras internacionales. Una vez reducido su superávit de cuenta corriente ?como consecuencia del crecimiento 2003-2011? comenzó a sufrir una renovada penuria en materia de divisas debido a su persistente déficit en la cuenta capital.

Si bien en esta historia existe una incuestionable herencia recibida, también es obligado apuntar errores recientes. Desde ámbitos cercanos al Gobierno se evalúa la salida de capitales como una 'fuga' que debe ser punida en términos policiales y morales, y que se intenta explicar apelando a una curiosa adhesión cultural de los argentinos por el dólar o a una perversidad intrínseca de los empresarios locales. Mientras tanto, el país mantuvo un persistente diferencial negativo en términos de tasas de interés ajustadas por el riesgo país y las expectativas de devaluación, como lo señalan en un trabajo reciente Juan Matías de Lucchi, Nahuel Guaita y Silvio Guaita (3).

Como salida a esta situación, el Gobierno optó por el denominado 'cepo', mecanismo que apunta a frenar la salida de divisas impidiendo la entrada. Con este instrumento el Banco Central le cedió a los especuladores la fijación de un tipo de cambio paralelo, que tiende a arrastrar al oficial, al tiempo que estimula la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones. Hoy sufrimos una inédita escasez de divisas en un mundo donde los dólares abundan. Los recientes cambios en el Gabinete ?en especial en el Ministerio de Economía? representan una oportunidad irrepetible para corregir el rumbo, retomar el crecimiento a tasas elevadas y volver a ser un ejemplo destacado de la trayectoria de desacople de las economías en desarrollo.

(1) Por ejemplo, Eduardo Levy Yeyati http://www.lanacion.com.ar/1631955- crisis-que-crisis

(2) Le debo esta observación al profesor Franklin Serrano, de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

(3) http://grupolujan-circus.blogspot. com.br/2013/11/una-explicacion-alternativa- la.html

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