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Soja 2013/2014

El "yuyo", cada vez más relevante

30 octubre de 2013

De cara a la nueva campaña, la soja brilla otra vez en el campo. Con un crecimiento en el área de cultivo y mejores condiciones de rentabilidad para el productor, la oleaginosa es la protagonista de un boom que parece no tener fin. Los pronósticos auguran un nuevo récord, con un alza de 3% en la superficie sembrada, hasta superar las veinte millones de hectáreas. En contraposición, el maíz restaría cerca de 10%.

Esta es una buena noticia para el Gobierno porque la oleaginosa explica la mayor parte del superávit comercial, cada vez más golpeado por el déficit energético. En los primeros nueve meses el complejo sojero sumó exportaciones por US$ 16.500 millones, 15% más que el año pasado. Y si bien para el año que viene se esperan menores precios, una mayor producción de soja compensaría en parte una caída en la cotización.

Además, las restricciones a las exportaciones de biodiésel (ver recuadro) favorecerían un mayor peso de las exportaciones de poroto, que durante este año ya crecieron 40%. Según los cálculos de abeceb.com, si se considera la totalidad del complejo agrícola (sumados todos los cultivos) con sus derivados (aceite, harinas y biodiésel) las exportaciones podrían sumar US$ 27.300 millones en 2014, un nivel muy similar al de este año.

Principales importadores de poroto de soja (en mill de ton)

2013/14

2017/18

2022/23

China

67,6

79

102,9

UE

11,7

11,2

11,3

Norte de África & Medio Oriente

3,8

4,1

4,7

Principales exportadores de poroto de soja  (en mill de ton)

Brasil

39,4

48,9

63,8

EEUU

41,2

42,9

43,8

Argentina

10,9

14,2

17,5

Fuente: USDA

Impulso asegurado

Francisco Pampuro, de la consultora abeceb.com, afirma que la actual predilección por la soja se explica por un combo de factores que inciden en la toma de decisión de los productores. “La falta de humedad en los suelos, la actual relación de precios entre la oleaginosa y el maíz y los márgenes de rentabilidad de cada cultivo le dieron un nuevo impulso a la soja”, destaca. Pampuro explica que, al contrario de lo que venía sucediendo desde 2008, los márgenes brutos del maíz están por debajo de los de la soja. “Esto se debe a la pérdida de valor que ha tenido la cotización del cereal”, afirma. Una buena cosecha de Estados Unidos impulsó a la baja el precio del maíz en los últimos meses.

Más allá del factor climático y de la rentabilidad final, la inversión inicial para la soja es menor que la de la forrajera. “La capacidad financiera de los productores pesa en la decisión de siembra”, asegura Gustavo López, consultor especialista de Agritrend, al tratar de explicar el avance de la oleaginosa. Según los cálculos de la consultora, sembrar soja en la actualidad cuesta cerca de la mitad que en el caso del maíz: en la zona núcleo de Pergamino, la hectárea de oleaginosa demanda US$ 350 y la del cereal alrededor, US$ 730. Los gastos en el caso del maíz son habitualmente más altos por la compra de la semilla y la utilización de fertilizantes, además de mayores desembolsos en flete por un mayor volumen de transporte.

“La brecha aumenta en el caso de los campos alquilados”, destaca López. “Y cerca de 60% de los cultivos en Argentina se realiza en tierras arrendadas”.  En el caso del trigo, las perspectivas no son demasiado optimistas, a pesar de que se espera remontar una de las peores campañas de los últimos tiempos, con muy bajos stocks y precios internos de la harina muy altos. “La complicación de disponibilidad se va a mantener el año que viene”, asegura Pampuro.

Cuestión de precio

Las principales expectativas de los productores están puestas en la evolución de los precios internacionales. La buena cosecha de maíz en Estados Unidos recompuso stocks y redujo el precio del cultivo. Pero en el caso de la soja todavía hay margen para algunas sorpresas. Si bien se prevé una buena cosecha en Estados Unidos, la performance de la Argentina y Brasil depende todavía de las condiciones climáticas. Esto se da en un contexto en el que los dos países aumentarían la superficie destinada a la oleaginosa.

“Hay más chances de tener una soja sostenida que un grano forrajero con precios sostenidos“, destaca López. “Si las condiciones del mercado mundial son más ajustadas, la soja puede rebotar más fácilmente”. Como ocurre desde hace varios años, la principal compradora de soja en el mundo es China que, a pesar de tener menores tasas de crecimiento, necesitará importarla soja para abastecer la expansión de su población y de su economía. Y esto aseguraría precios altos por un tiempo largo.

Los datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) muestran que dentro de diez años, las compras de soja del país asiático superarán las 100 millones de toneladas, cifra muy superior a las casi 70 millones de toneladas que requiere actualmente. Y la Argentina es uno de los principales abastecedores, junto a Brasil y Estados Unidos.

Avance sojero

Si se lo mira en perspectiva, el avance de la soja es notorio. En el año 2000, las oleaginosas (soja y girasol) se repartían por igual el área de siembra con los cereales y forrajeras (trigo, maíz, sorgo y cebada). Hoy esta relación está distorsionada: 32% corresponde a estos últimos cultivos y 68% a oleaginosas, básicamente soja. “Lo que hay que tener en cuenta es que en el mundo esta relación es inversa”, destaca López: “Cerca de 75% corresponde a cereales y 25% a oleaginosas”.

Hasta ahora, entre los mayores productores, el sistema más deteriorado era el de Brasil, pero el argentino ya está cerca de igualarlo. Los especialistas insisten en la necesidad de un sistema más equilibrado que preserve los nutrientes de los suelos. La oleaginosa es una gran consumidora de nitrógeno, fósforo, potasio y azufre, y la recomendación especial para no erosionar los suelos es aumentar la rotación de los cultivos.

Los analistas explican que, a diferencia de otros países, la Argentina se caracterizó por el alto rinde de sus cultivos, con menor uso de fertilizantes y agroquímicos. “De cara al futuro, si no se incorporan los fertilizantes necesarios para compensar la perdida de nutrientes, se puede perder la alta productividad de nuestros campos. Y esto es algo preocupante”, sentencia López.

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