Los problemas de salud que aquejan a la Presidenta, y que la llevarán a someterse a una intervención quirúrgica y le insumirán un reposo de 30 días como mínimo, obviamente constituyen un tema de Estado. En un país presidencialista, la salud de quien ocupa el Poder Ejecutivo es un tema gravitante. Y no particularmente porque CFK concentre el poder, como le endilgan sus críticos, sino porque es la Presidenta.
Con la información disponible hasta el momento, se pueden proyectar algunos posibles efectos económicos y políticos de la salud de la Presidenta, que podrían ir cambiando a medida que evolucione su cuadro.
A nivel económico, no se deben esperar grandes cambios de políticas ni en la dinámica que venían exhibiendo las principales variables. En el primer día, la Bolsa de Buenos Aires no tuvo cambios significativos y Amado Boudou, a cargo de la Presidencia por 30 días, confirmó que no hay que esperar modificaciones de rumbo. Por el contrario, el reposo de CFK disminuye la probabilidad de que haya cambios en la política económica o en los encargados de llevarla adelante, un rumor que siempre circula en los períodos pre-electorales.
A nivel político, se espera que, tal como ocurriera en 2012, los problemas de salud de CFK generen una corriente de empatía personal hacia la Presidenta pero que difícilmente alteren las conductas electorales en las PASO. La Presidente quedará afuera de la campaña (estaba hablando casi todos los días) y del día después. Asimismo, habrá una mayor moderación en los tonos de los discursos políticos pese a la inminencia de las elecciones.
Un dato negativo para el oficialismo es que obliga a darle mucha visibilidad al vicepresidente, Amado Boudou, quien tiene muy mala imagen. Todos los candidatos habían pedido que esté muy lejos de la campaña.
