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Economía y sucesión

El Gobierno debe elegir

05 octubre de 2013

El Gobierno enfrenta dos años inéditos en los que deberá administrar, ya no la bonanza, sino la escasez, especialmente de dólares aunque también de pesos, dado que la creciente relavancia de la emisión monetario como forma de financiamiento también enfrenta límites y efectos colaterales nocivos sobre otras variables. La novedad de los últimos meses fue que, además de la erosión de estas cajas, se sumó otra: las urnas.

Los resultados de las primarias, que todo indica que se repetirán en menos de un mes (incluso se podría duplicar la brecha entre Sergio Massa y Martín Insaurralde en la provincia de Buenos Aires), pusieron fin al “vamos por todo” político. La re-re, si es que alguna vez estuvo en los planes, ya no es viable y la posibilidad del “círculo rojo” kirchnerista de imponer a un sucesor en 2015 luce, actualmente, débil. ¿Irán con Daniel Scioli? ¿Seleccionarán un delfín aprobado por los sectores de 'paladar negro', aunque no mida electoralmente? ¿Se mantendrán al margen y decidirá el PJ? Son respuestas para las que habrá que esperar, al menos, varios meses más.

Más apremiantes son las decisiones que deberá adoptar en el terreno económico. De modo esquemático, las grandes opciones son dos. Según la consultora Elypsis, el Gobierno puede elegir entre una “profundización” que acentúe las contradicciones del modelo y dejarle la tierra arrasada al sucesor y, por otro lado, escoger una salida virtuosa de corrección plena de las distorsiones que facilite el terreno a la sucesión. Sin dudas, la respuesta a esta pregunta está relacionada con la política, es decir, con el rol que quiere jugar la Casa Rosada, y Cristina en especial, en la sucesión. La estrategia del “siga siga”, consistente políticamente con un oficialismo no dispuesto a entregar sus banderas ideológicas y apelar al núcleo duro (y alienar a una porción mayor del PJ y del electorado en general), sería continuar por el actual sendero de correcciones parciales y acentuación de los desequilibrios, lo cual aumentaría las chances de un “accidente macroeconómico”, como un ajuste devaluatorio, en el camino y, muy probablemente, redunde en un estancamiento de las expectativas de los consumidores y la inversión privada. En este camino se apostaría, también, a un shock externo positivo (Brasil o soja), aunque nada indica que eso vaya a ocurrir.

Por el contrario, la “salida virtuosa” implicaría seguir avanzando en la convergencia de precios relativos (devaluación, inflación, salarios y el binomio fiscal-monetario) insinuada, con señales mixtas, en los últimos meses. Esta estrategia, en términos políticos, implicaría la intención de jugar un rol más proactivo en la sucesión de CFK y, acaso, a reconstituir la alianza política y social que le dio sendas victorias en 2007 y 2011. Sería la estrategia más riesgosa en términos políticos y también económicos, pero podría llegar a ser exitosa en ambos frentes.

¿Qué implicaría este camino en términos económicos? Con respecto a la depreciación del peso, hay un dato incuestionable: se está acelerando, más allá del freno de las últimas semanas, que se mantendrá hasta octubre. “Luego del 27 de octubre el ritmo devaluatorio recobrará impulso, aunque siempre con una trayectoria parsimoniosa, dado que los saltos bruscos no parecen estar en la agenda de la actual administración política”, sostienen desde la consultora Empiria. En Elypsis, por ejemplo, esperan una tasa de devaluación de 31,6% y 31,3% en 2014-2015, respectivamente mientras que desde Empiria se limitan a decir que “podría superar el 30% en 2014”. La pregunta central es cómo impactará el desanclaje del dólar en la marcha de los precios. Mientras algunos advierten sobre una carrera dólar-precios, para otros el efecto (conocido como pass-through) es acotado. “Contra lo que sugieren algunas mediciones privadas, y contradiciendo el fantasma del traslado a precios de la devaluación, la inflación se desacelera”, sostiene Eduardo Levy Yeyati. En cambio, un factor de presión sobre los precios podría provenir de una quita de subsidios, especialmente eléctricas, una decisión con lo cual se viene especulando hace un tiempo y que podría desempolvarse luego de los comicios. El lado positivo es que sería una carga menos para el tándem fiscal y monetario.

Por el lado salarial, todo indica que el Gobierno procurará que la pauta de incrementos del año próximo se mantenga en los niveles de 2013, o incluso más abajo, y lejos de los de 2010 y 2011, lo cual no sería una buena noticia para el salario real. Finalmente, las tasas de interés en pesos seguirán convergiendo con el resto de los precios, es decir, subirá más. En Empiria esperan una tasa Badlar a 20%, y subiendo, para fin de año. Además de la incertidumbre (autoimpuesta) sobre el rumbo del Gobierno, la dinámica de otras variables, como el clima, las commodities, Brasil y los holdouts, entre otras, suman interrogantes. Después de octubre, (quizás) se comenzarán a despejar algunos.

Sin dudas, la “salida virtuosa” no garantiza, necesariamente, buenos resultados económicos. Aún si saliera bien, no habrá tasas chinas de crecimiento o aumentos elevados del salario real. Pero podría mostrar a un Gobierno más en control de la economía, sensible a las preocupaciones y deseoso de recuperar capital político. Como reza su slogan electoral, en la vida hay que elegir.

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