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La inacción del Gobierno

¿No quiere, no sabe o no puede cambiar?

23 agosto de 2013

El Gobierno no introducirá grandes cambios en la política económica en el corto plazo. La inacción del Gobierno responde a varios motivos, y no precisamente al hecho de que las actuales políticas no requieran cambios. Según un informe de Empiria, se debe a una conjunción de tres “no”: no quiere, no sabe y no puede.

El “no quiere” tiene relación con una creencia íntima de que “este es el rumbo correcto”. Así lo ha manifestado la Presidenta y todos los integrantes del equipo económico en sus diversas intervenciones públicas desde las primarias. El Gobierno, que presume de haber puesto a la política por sobre la economía, tampoco quiere dar el brazo a torcer y tomar medidas que serían contradictorias con el relato, como abrir la cuenta capital para tomar deuda o realizar un ajuste fiscal.

El “no sabe” tiene que ver, también, con su confianza en los criterios de intervención de la política económica. Pese a que muchos de las decisiones tomadas recientemente han sido ineficaces para solucionar los problemas para los cuales se aplicaron, el equipo económico sigue creyendo en que “este es el único rumbo”. Además, como sostiene el economista Eduardo Curia sobre el “racionamiento amplio de divisas”, tiene una lógica adictiva. “Por su lógica, el cepo es autoperpetuante”, sostiene Curia. El Gobierno, según esta lógica, está en un camino del cual no sabe salir de manera tranquila o gradual.

Por último, y casi por decantación, surge el “no puede”. Es entendible. ¿Cómo puede cambiar alguien si no quiere ni sabe cómo hacerlo? El “no puede” tiene que ver, también, con los menores márgenes. Ya no hay superávit gemelos y no hay decisiones gratis para otras variables. Subir el Mínimo No Imponible (MNI), sin nuevas fuentes de financiamiento, implica profundizar el déficit fiscal. Liberar las importaciones o la compra de dólares para atesoramiento, sin nuevas fuentes de financiamiento externo o con mayores subas en las tasas de interés, implica profundizar el drenaje de reservas.

“En definitiva, el período 2014-2015 no sería muy diferente a los últimos dos años: se seguirá administrando escasez (de divisas y de energía), con pobres resultados en materia de bienestar (menos crecimiento, más inflación), incubando más distorsiones y controles”, dicen Hernán Lacunza y Pedro Rabasa, de Empiria.

Aclaración: con un Gobierno reacio a dar pistas concretas sobre su plan de acción (más allá del abstracto “seguiremos defendiendo el modelo”)y que ha tomado muchas decisiones sorpresivas, todas las proyecciones deben tomarse con pinzas.

Todo cambia

Pero, en los márgenes, el Gobierno está introduciendo algunos cambios, incluso algunos que dicen que jamás va a tomar, por ejemplo, devaluar el peso. La depreciación de la moneda nacional se ha acelerado en las últimas semanas y casi todos los consultores esperan un dólar a más de $6 a fin de año y acercándose a $8 hacia finales de 2014.

El diálogo con “los titulares” (y sin Guillermo Moreno, todo un dato), tiene el fin de mostrar a un Gobierno preocupado por los reclamos de los sectores productivos y la puesta en agenda de temas como el MNI, la imagen de que está sobre los temas que reclaman los trabajadores. Y quizás haya anuncios antes de las elecciones sobre este polémico tributo.

Sobre eventuales decisiones de fondo (como reducir los subsidios para relajar las cuentas fiscales y la “maquinita” del BCRA), habrá que esperar a octubre. Para el Gobierno no tiene sentido político (y, mucho menos, electoral) plantear esa agenda “impopular” hoy. A partir de octubre se sabrá, más claramente, cuál será la política para 2014-2015.

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