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Blanqueo o incentivo

¿El reconocimiento de los problemas?

13 mayo de 2013

(Columna de Carlos Leyba)

El clima de la economía no está en su mejor momento. La novedosa mesa de cinco de los economistas gubernamentales, integrada para anunciar propuestas legales para incentivar la actividad inmobiliaria y energética, indica la preocupación gubernamental por dos de los problemas mayores del momento. Que los funcionarios presten atención a la realidad es saludable. Otro tema es la calidad de la propuesta.

1. Se ha reconocido que el sector inmobiliario está mal y que en el corto plazo este sector afecta al empleo. Desentenderse de ese problema es una mala señal. La mesa de los cinco es una contestación, sorprendente, a uno de los propagandistas del ala izquierda del oficialismo que señaló que la caída en la actividad inmobiliaria era una buena señal. El elenco económico ha propuesto un blanqueo amplio, generoso y sin costo, para que los tenedores de dólares en negro puedan incrementar la demanda del rubro, incluyendo refacciones. Al proponer esta medida les han contestado a los aliados de la izquierda que los convocaban a profundizar la caída inmobiliaria. Respuesta saludable. Propuesta discutible.

2. En segundo lugar, han señalado que los recursos para YPF o para el sector energético están demorados. Y han propuesto un blanqueo amplio, generoso, sin costo y con un rendimiento importante en términos de tasa, para que los tenedores de dólares negros puedan ofertar recursos para la inversión en energía. El Gobierno, desde las intervenciones del secretario Axel Kicillof en el Senado o de Cristina Fernándezen Tecnópolis, puso en claro la pérdida de reservas, la caída de la producción y el fracaso de la política energética desde los '90 en adelante y sin solución de continuidad a la fecha. Reconocimiento de errores u omisiones propias y ajenas. Debe celebrarse porque contribuye a la solución. Muchos expertos, de distintas orientaciones ideológicas, desde hace mucho vienen señalando los resultados negativos en esa área. Plantear el problema, otra vez, es un mérito. La propuesta amerita comentario.

3. En tercer lugar, los funcionarios merodearon el mercado ilegal, marginal, o blue, que, al día de siguiente de la conferencia de los funcionarios, aterrizó en 10 pesos arrastrando para abajo a la Bolsa de Valores. Seguramente la idea es desinflar ese mercado con este blanqueo. Pero eso es reconocer que, el inflado del valor del dólares un problema de magnitud tal que amerita un blanqueo distinto. No genera costos para el que blanquea. No responde a una crisis de recursos fiscales, derivada de la incapacidad de pagar de los contribuyentes a consecuencia de una situación crítica de la economía. Esta decisión contradice los dichos de al menos dos de los que estaban en la mesa que estiman que el marginal es irrelevante por su dimensión. Es relevante entonces. Se invita a un blanqueo gratuito, sin afán recaudatorio porque no se cobra, y sin que haya mediado una crisis de cumplimiento fiscal ?se reitera el éxito recaudatorio-. Se hace para obtener recursos para la inversión energética con una renta interesante, y para movilizar el mercado inmobiliario, garantizándoles a los vendedores que cobraran dólares físicos. Estos perceptores podrán conservar los dólares físicos o hacerse de pesos. Es difícil que se hagan de pesos al mercado oficial, y es difícil imaginar que los funcionarios insten a los ciudadanos receptores de los dólares de un blanqueo a que coloquen esas especies en el mercado marginal volviendo a ennegrecer lo blanco. No es fácil estimar si esta medida contribuirá a desinflar el paralelo.

Reconocimiento

Cualquieras sean las estimaciones sobre la suerte del paralelo, el mercado inmobiliario o los fondos energéticos, lo que es indubitable es que el Gobierno ha reconocido estos tres problemas graves entre los muchos que tenemos. Las propuestas puede que contribuyan a solucionarlos. Pero hay otras posibles propuestas ?no incompatibles? pero que resulta inexplicable que no sean adoptadas. Veamos.

Otros caminos

La inversión, en todas sus expresiones (energética, de transporte, edilicia, de obra pública y, sobre todo, industrial reproductiva) exhibe un megaatraso en un país que ha crecido. A mediano plazo, pasará a ser una carga cada vez más difícil de reparar. Está bien que, percibido el problema, se proponga un incentivo para paliarlo. La pregunta es por qué razón no se propone un incentivo a los que están al día tributariamente. Muchos de los fondos que están fuera del sistema (exterior o colchón) están en blanco. Pero Kicillof dijo que “es probable que en paraísos fiscales se encuentren depositados unos US$ 200 mil millones, una fortuna de plata no declarada de argentinos que el Gobierno aspira inyectar al mercado local a través del blanqueo”. A las sumas declaradas fiscalmente y que están fuera del sistema, habría que sumarle US$ 200 mil millones.

Durante la primera presidencia de Cristina Kirchner se fugaron US$ 80 mil millones. No todos esos fondos eran “negros” o no declarados. Para lo blanco no hay incentivo: ¿por qué? Durante toda la gestión K no ha existido incentivo fiscal o financiero de magnitud, comparable a la de la mayor parte de todos los países emergentes o no, para la inversión de los ciudadanos que están en orden fiscal. Gran parte de la fuga, de lo blanco, se debe a la ausencia de incentivos para el ahorro y para la inversión local. El dinero negro tiene otra lógica.

Para Kicillof debe cuestionarse a quienes “pretenden criminalizar por añadidura a montones de argentinos que conservan parte de su riqueza en dólares sin declarar”. Eso ?dijo? es “el resultado de políticas económicas erradas anteriores” al actual Gobierno. Es decir, la fuga de más de US$ 80 mil millones durante la gestión de Cristina es de dinero en blanco y, por lo tanto, no amerita de incentivos para que vuelva. ¿El que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen?

Desde la dictadura, casi todos los gobiernos, han realizado blanqueos de diverso tipo, han controlado los precios y han practicado retenciones a la exportación. Y todos, desde entonces, no han cumplido con el principio central de la heterodoxia: incentivar las inversiones en los ámbitos en los que el propio mercado no los premia. Las inversiones en Puerto Madero, en recursos naturales y pedales financieros varios son las orientaciones que surgen de las señales de mercado.

La verdadera heterodoxia es, justamente, establecer las condiciones fiscales y financieras que orienten los excedentes a la inversión reproductiva industrial. Hasta hoy este planteo sigue ausente para los que tienen dinero en blanco. Pero la novedad del incentivo, no recaudatorio, a los que tienen dinero en negro tampoco incluye el incentivo a la transformación heterodoxa. No hay ingeniería que pueda sustituir el canon central del pensamiento heterodoxo: lo que transforma a la sociedad, en moderna y justa, es la inversión industrial y eso es válido hoy para la Argentina, Francia o Estados Unidos.

Si lo hacemos con incentivos de impacto, y el dinero blanco no alcanza o no llega tal vez, en la necesidad debiéramos hacerlo con el dinero en negro, pero asegurándonos de que no proviene de los negocios criminales: droga, trata, armas, corrupción, etcétera. Sobre esto creo que nadie puede disentir.

Pero también creíamos que nadie iba a disentir en que no se podían regalar las empresas estratégicas, levantar las vías del tren o endeudarnos hasta la coronilla. Y pasó. Que la urgencia no sea la introducción al arrepentimiento. Esperemos.

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