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"La economía está estancada desde hace 15 meses"

Entrevista a Hernán Lacunza

05 abril de 2013

En diálogo con El Economista, Hernán Lacunza, ex gerente general y economista jefe del BCRA y actual director de Empiria Consultores, dio su visión sobre las tensiones cambiarias y otras cuestiones de la economía real. Pronostica un dólar oficial a $5,9-6 a fin de año y sostiene que, si bien las reservas crecerán en los próximos meses, el “blue” podría seguir su racha alcista.

A fines del año pasado, muchos economistas planteaban, por varios factores, un escenario más relajado en el balance de divisas de la economía. Sin embargo, concluido el primer trimestre, las reservas del BCRA no han parado de caer y la brecha cambiaria ha llegado a niveles que muy pocos especulaban. ¿Qué ocurrió?

Hay una cuestión de estacionalidad. Ya se sabía que el primer trimestre iba a ser muy malo en materia de divisas porque la cosecha de trigo fue bastante menor a la del año anterior y, por ende, había que atravesar el desierto estival de enero- marzo hasta que llegara la cosecha gruesa en abril. A esta escasez se sumó la corrida del dólar “blue” en enero y marzo. Si bien ambos fenómenos no son independientes uno del otro, los vasos comunicantes entre las reservas, que son parte del dólar formal, y el mercado informal están cortados por el cepo cambiario y el torniquete sobre la demanda.Sí se relacionan por el hecho de que, al no querer ceder reservas en enero a los turistas que demandaban unos US$ 300-400 millones, fueron al mercado informal e hicieron explotar el precio. Por eso, ahora cuando comiencen a crecer las reservas no necesariamente va a aflojar el precio del “blue”.

¿O sea que el “blue” puede seguir subiendo en los próximos meses a pesar de que las reservas aumentarán?

Exactamente. Entre abril y junioagosto se va a liquidar la cosecha de soja, que será 20% mayor a la de 2012. Si bien los precios se están debilitado, la cosecha sojera dejará entre US$ 4.000 y US$ 5.000 millones más que el año pasado. Por lo tanto, habrá una abundancia relativa de divisas.Para comprarles esos dólares a los exportadores, el BCRA emitirá pesos.Luego, habrá que ver si el BCRA comparte esa abundancia relativa de divisas con el sector privado para turismo, importar o girar utilidades.Si eso no ocurre, la abundancia de pesos en manos de los productores puede ir al mercado informal a demandar dólares. En ese escenario, tendríamos la paradoja de una abundancia relativa en el mercado formal y un precio caliente en el informal.

El año pasado se especulaba con que la abundancia de divisas permitirá financiar un aumento de las importaciones. En febrero, las compras al mundo crecieron 10%. ¿Se ha comenzado a aflojar el cepo sobre las importaciones?

No, porque el repunte importador de febrero está muy influido por las compras de energía. Las importaciones, descontando la energía, siguen sin reaccionar. De todas maneras, el cepo importador se recalibra artesanalmente todas la semanas en base a las divisas que vayan entrando.Por lo tanto, en la medida en que el Gobierno se sienta más cómodo con el nivel de liquidaciones y el ingreso de divisas, es posible que afloje un poco el cepo importador. Hasta ahora no ha sucedido.Si no se afloja, se corre el riesgo de seguir asfixiando la producción pues muchos de los insumos importados necesarios no se producen localmente.

El Presupuesto 2013 proyectaba un dólar oficial promedio de $ 5,10 para el año, un número que claramente se ha quedado corto. ¿Qué precio espera para fin de año?

El pronóstico del Presupuesto siempre está desfasado. Es una cuestión de expectativas de la política cambiaria. Si el Gobierno reconociera su pauta devaluatoria, el mercado lo haría propio y lo llevaría a ese precio antes de tiempo. En concreto, creo que el dólar oficial promediará $ 5,40-5,50 durante el año y terminará en $ 5,90-6.

Luego de muchos años, la devaluación y la inflación tendrán una carrera pareja. ¿Se frenará el proceso de apreciación?

La aceleración de la devaluación con respecto a años anteriores es producto de un atraso cambiario que hace tres años era incipiente y hoy ya es muy agudo. No hay más margen. Aun así, la apreciación continuará, aunque será mucho menor a la de otros años. Buena parte de la producción industrial quedó afuera de los mercados internacionales. El déficit manufacturero este año será de US$ 35.000 millones, el doble que el de 1998, que fue el peor año de la convertibilidad. Lo mismo ocurre en las economías regionales. Sólo la soja y sus derivados y los cereales mantienen márgenes de rentabilidad. Las frutas del Alto Valle, los vinos y las aceitunas de Mendoza o los limones de Tucumán, por mencionar algunos ejemplos, se están quedando fuera del mercado porque sus costos en dólares han subido 20% todos los años.

Sin ponerle número, ¿qué cree que ocurrirá con la inflación este año? ¿Hay que corregir hacia abajo los pronósticos luego de la aplicación, y del éxito relativo hasta el momento, de los controles de precios?

No. La inflación, a pesar del congelamiento de precios, será igual o levemente mayor a la de 2012, pero no será menor. Los controles podrán ser efectivos durante algunos meses, pero si no se aprovecha ese lapso para hacer una política antiinflacionaria seria serán pan para hoy y hambre para mañana.

Varios de sus colegas rescatan que los depósitos en pesos continúan creciendo, pero advierten que esta tendencia podría interrumpirse. ¿Qué cree que ocurrirá?

Si la emisión monetaria crece al 35% anual, los depósitos van a crecer a la misma tasa. Ese dinero que se emite termina inexorablemente en los bancos. No hay posibilidad de corridas cambiarias en este esquema porque el BCRA emitirá todo lo que haga falta para atender cualquier corrida de depósitos. El riesgo, más bien, es que la caída en la demanda de dinero presione sobre los precios y no que haya una corrida cambiaria.

¿Cuál es su opinión del esquema de pago que el país le ofreció a la Justicia?

La oferta no generó ninguna sorpresa. La propuesta argentina tenía un desfiladero muy estrecho para recorrer. Tenía un piso muy alto y un techo muy bajo. No podía ser superior a la del canje de 2010 porque si no habría que reconocerles la mejora a los bonistas que sí entraron y habría muchas contingencias. Por otro lado, tampoco podía ser muy baja para no ser ridícula o incluso provocativa con la Justicia. Los jueces pedían reconocer los intereses corridos de los últimos años, y el país no lo hizo.

¿Qué escenarios se abren a futuro?

El más favorable sería que el Bank of New York no quede involucrado y el caso devenga abstracto. Si el país pierde la cuestión de fondo, esos fondos no serían embargables. Los fondos buitres seguirían protestando, pero no tendrían donde hacerse de los fondos. Es un escenario poco probable. Lo más posible es que haya un fallo negativo para el país. En ese escenario, la Argentina puede apelar ante la Corte Suprema y pedir el efecto suspensivo mientras dure la apelación o mientras la Corte decida si toma el caso. Es probable que nos den ese recurso de no innovar y poder ganar tiempo hasta fines de 2013. Pero, en el caso de un fallo negativo y sin la posibilidad de un efecto suspensivo, podríamos estar en las puertas de un default inminente. También, por supuesto, hay que ver qué posición toma el Gobierno en ese caso, porque vale recordar que su voluntad de pago para con los buitres cambió entre el año pasado y este.

¿Qué está pasando con el nivel de actividad?

Los datos que van llegando son mediocres y, como siempre, mixtos. Estamos estancados hace unos 15 meses y no se ve un cambio de tendencia. Pasamos de crecer 8% promedio entre 2003-2007, a 4% en 2008- 2011 y a 2% en 2012-2013. Parte de eso tiene que ver con la apreciación cambiaria que fue erosionando todas las fuentes de demanda agregada. La inflación comió el poder adquisitivo del salario y eso afectó el consumo. La apreciación también erosionó el tipo de cambio real y afectó a las exportaciones. La incertidumbre asociada a la inflación y a todos los parches normativos que se implementaron para compensarla hicieron desplomar la inversión. Todas las fuentes de demanda están afectadas por la inflación. Hoy es más recesivo no enfrentar la inflación que enfrentarla. En este escenario estamos condenados a un escenario mediocre: cuando llueve crecemos al 2% y cuando no, 0%.

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