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Del crecimiento temporario al desarrollo

El desafío recurrente de la Argentina

30 abril de 2013

(Columna de José Anchorena, director de Desarrollo Económico de la Fundación Pensar)

El crecimiento económico argentino en los últimos ocho años ha sido impresionante. El país creció a una tasa promedio anual de más del6% (60%en total). Respecto a 1998, pico de producción de los '90, el país incrementó su producción en más de 30%. Sin embargo, en el pasado argentino estos grandes avances han sido frecuentes. Entre 1990-1998 se creció a una tasa promedio anual de casi 6% (55% en total y 40% por encima del pico previo de 1986), y es conocido el fracaso de los cuatro años que le siguieron. En el período 1963-1974 se creció a una tasa de casi 5%, y en los 15 años siguientes la tasa de crecimiento promedio anual fue de cero.

En suma, importantes períodos de crecimiento (difícilmente más largos a una década) han sido socavados por crisis y recesión. Uno de los grandes desafíos del siguiente gobierno será construir un sistema económico que transforme el crecimiento fuerte (pero por ahora temporario de la primera década del Siglo XXI) en permanente.

El objetivo último es el desarrollo económico y no el crecimiento per se. Pero podemos afirmar que con 20 años de crecimiento continuo a tasas mayores al 5% obtendremos desarrollo económico. Más específicamente, el crecimiento brindará los recursos para asegurar a cada argentino alimento, vivienda, seguridad, salud, educación de calidad y trabajo. Con esto el país habrá sentado las bases materiales y culturales para que cada argentino forje su destino e intente ser feliz, de acuerdo a la definición de Amartya Sen de desarrollo como posibilidad de elegir. A su vez, sin desarrollo, es decir, con sectores importantes de la población excluidos, el crecimiento económico tarde o temprano se detendrá, sea por los conflictos sociales que esas carencias conllevan o porque esos grupos marginados del sistema económico dejan de ser en esa eventualidad motores del crecimiento.

Esquema insostenible

¿Es posible que con el rumbo de política económica actual obtengamos ese crecimiento permanente? Nuestra respuesta es no. El crecimiento en el pasado reciente se basó en los siguientes componentes:

1. Alta capacidad instalada (por gran recesión en 1998-2002).

2. Ociosidad de recursos humanos que posibilitaron una recuperación una vez que la demanda agregada creció.

3. Alta posibilidad de producción de energía por las inversiones de los '90.

4. Bajas expectativas inflacionarias por estabilidad de los '90.

5. Alta competitividad de los productos argentinos por gran devaluación a principios del 2002.

6. Altos márgenes de ganancias para los empresarios por licuación de los salarios reales por la gran devaluación.

7. Altos precios internacionales de los bienes primarios que exporta la Argentina.

8. Crecimiento de los vecinos, en particular Brasil.

9. Políticas monetaria y fiscal expansivas.

De estos componentes, sólo dos, el crecimiento de los vecinos y los altos precios de los bienes primarios exportados, pueden considerarse estructurales (o permanentes), aunque no exentos de riesgos.

Todos los otros son temporarios y están en su última etapa de contribución al crecimiento. La capacidad ociosa en la industria se ha esfumado; el desempleo ha bajado y es posible adjudicar el todavía alto número del presente a la inempleabilidad; la generación de energía ha caído; las expectativas inflacionarias se han disparado por la creciente expansión monetaria y la puja distributiva que genera; los productos argentinos han perdido competitividad por la gran inflación local, en particular vis à vis Estados Unidos y los países que mueven sus monedas con el dólar (como China); los márgenes empresarios se han achicado a medida que los salarios y los precios de insumos crecieron en mayor medida que los precios del productor. Por último, y quizás lo más importante, las políticas monetarias y fiscal, que han apuntalado la actividad económica en los últimos años, son insostenibles.

Por un lado, existe un consenso básico en la ciencia económica (quizás uno de los pocos) de que la política monetaria puede atenuar los ciclos pero que si se la quiere usar como instrumento de crecimiento sólo llevará a mayor inflación y menor crecimiento de largo plazo. También existe consenso de que no puede mantenerse el crecimiento económico sólo a través del aumento sistemático del gasto público.

En suma, el crecimiento de los últimos ocho años se dio primero a través de condiciones necesariamente excepcionales para el sector privado, y después a través de políticas públicas expansivas de corto plazo. Para incorporar a la Argentina a los países desarrollados el próximo gobierno deberá ir en una dirección diferente y sentar las bases estructurales del crecimiento.

Nuevos pilares

El crecimiento permanente se logrará si se consigue una economía con las siguientes características. Primero, deberá ser una economía dinámica, es decir, que existan oportunidades de trabajo y de negocios para la mayoría de los habitantes, y espacio y valoración social del emprendedor.

Segundo, deberá ser una economía productiva, una en que el valor de producción por trabajador sea alto y, por lo tanto, los salarios reales también. Para ello es necesario alta inversión en capital físico, humano, organizativo y tecnología.

Tercero, deberá ser una economía competitiva, es decir una en que los productos locales tengan alta calidad, y por lo tanto gran parte de ellos logren la posibilidad de ser exportados. En este sentido, se busca una economía en que cada bien o servicio tenga la característica que un exitoso empresario agroindustrial le adjudicó a la biotecnología nacional, utilizando una metáfora futbolística: “Somos Nueva Zelanda, pero jugamos el mundial”.

Cuarto, deberá ser una economía federal, es decir,con crecimiento y dinamismo en todo su territorio. Esto no implica que haya zonas con mayor o menor concentración de actividad que otras, pero sí implica que el nivel de vida sea parejo en todo el territorio, y que partes cruciales de la política económica (como la tributación) esté más descentralizada.

Quinto, que sea una economía legal, es decir, una en la que se minimice la evasión y la informalidad.

Sexto, que sea una economía solidaria, es decir que, si por razones excepcionales, un individuo (parte de una pequeña minoría de la población) no puede incorporarse a este sistema económico, el Estado le brindará ayuda para que lo haga en el futuro y, en su defecto, contención por el resto de su vida.

Sabemos que tenemos una economía con fuertes falencias en estas seis características. Si obtenemos una economía de la sugerida arriba, el crecimiento y el desarrollo estarán asegurados. Ahora, ¿cómo alcanzar esa economía?

Para ello, debemos implantar las bases estructurales (como contrapartida de bases excepcionales o temporarias) del crecimiento. Ellas están compuestas por tres premisas generales.

Tres rectores

Nos referiremos a las políticas necesarias en futuras oportunidades, pero las premisas generales son:

1. Previsibilidad, lo que implica que los actores económicos puedan planear su vida económica.

2. Seguridad jurídica, lo que implica que esos planes tengan cierto nivel de certidumbre, en particular sobre los retornos de las inversiones.

3. Ganancia social de la actividad económica, lo que implica que todas las actividades económicas tengan una ganancia para la sociedad en su conjunto (y no que la ganancia de uno implique una pérdida equivalente para el resto de la sociedad). Esta última premisa puede resumirse en reemplazar actividades de suma cero o negativa por actividades de suma positiva. En breve, equivale a desincentivar actividades de lo que se denomina rent-seekers (buscadores de renta) por actividades de ganancia genuina, basadas en la inversión, el talento, la innovación y la escala.

(Este texto fue escrito en febrero de 2011. Más de dos años más tarde podemos decir que el Gobierno tomó el camino inverso al aquí planteado. Por eso la economía ha entrado en un embudo de estancamiento, aumento del desempleo y de la desigualdad y caída del salario real, tal cual previéramos. Lamentablemente, la perspectiva para los próximos tres años es similar, dada la poca respuesta de política a los problemas fundamentales de la economía, como la alta inflación y la baja productividad. El costo para la gran mayoría de los argentinos será menor cuanto antes se enderece el rumbo en el sentido arriba indicado)

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