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La economía del 2013

¿Arranca o no?

12 marzo de 2013

(Columna de Maximiliano Castillo Carrillo, director de la consultora ACM)

Los resultados de los últimos indicadores sobre la evolución de la actividad económica siguen sin mostrar una tendencia clara, exhibiendo algunos registros positivos y otros negativos. Visto de otra manera, la economía no se ubica en un sendero de recuperación sostenida, pero tampoco continúa deteriorándose, al menos en términos de su nivel de actividad.

Datos mixtos

Desde el costado positivo, algunos datos sobre el gasto agregado mostraron una leve mejora en los últimos meses. Tal es el caso de la confianza del consumidor, que dejó de caer y acumula un crecimiento de 12% en los últimos tres meses, aunque todavía se encuentra 20% por debajo de su máximo. Al mismo tiempo, las ventas en supermercados mostraron un crecimiento real en enero, luego de tres meses consecutivos de variaciones negativas. Por otra parte, el Indice Líder de la UTDT, indicador que intenta anticipar cambios en el ciclo económico, creció en enero 7,4% mensual y mostró su mayor nivel desde abril de 2012, a pesar de que aún se encuentra 14% por debajo del máximo y 4,4% por abajo con respecto un año atrás.

En contraposición, la actividad de la construcción no muestra indicios de mejora, hecho que reflejan tanto las estadísticas oficiales como privadas. Particularmente, el Indicador Sintético de Actividad de la Construcción del Indec (ISAC), mostró una caída desestacionalizada de 0,7% mensual en enero, la cuarta retracción en el último semestre. Además, las perspectivas en este sector tampoco son muy positivas tomando en cuenta la reciente dinámica del mercado inmobiliario, que cerró con un nivel de escrituras 29% menor en diciembre y acumuló una merma de 27% interanual en 2012.

Tampoco la marcha del empleo y del salario real son positivas, teniendo en cuenta que en el último trimestre del año pasado la cantidad de puestos de trabajo habría crecido a un ritmo cercano al 1% interanual (con un posible aumento del empleo informal), mejora que sólo alcanza a cubrir el crecimiento vegetativo de la población, justificando el estancamiento que se observa en la tasa de empleo. Asimismo, el salario real continúa desacelerándose y en el segmento privado formal se habría observado la primera caída interanual desde diciembre de 2008 que, incluso, es mayor si se tiene en cuenta el impacto del Impuesto a las Ganancias. Sin embargo, es posible que en los próximos meses se recupere parcialmente cuando se efectivicen los ajustes por las paritarias y el cambio del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias.

De todas maneras, este contexto, en combinación con un menor dinamismo del crédito en términos reales, tampoco permiten anticipar un mejora significativa del consumo.

En línea con estos registros menos auspiciosos, la evolución reciente de las importaciones (sin combustibles), variable particularmente buena para seguir la evolución del nivel de actividad industrial, mostró una nueva caída en enero de 3,8% mensual, aunque este baja fue algo menor a la retracción promedio observada en los últimos dos meses. Más allá de que las a estadísticas del primer bimestre de cada año hay que analizarlas con cautela, toda vez que pueden esconder resultados ambiguos por la influencia de las vacaciones y las paradas técnicas de planta, lo cierto es que los diversos indicadores relevados no sólo no permiten confirmar una recuperación sostenida, sino que señalan que la economía sigue virtualmente estancada, incluso exhibiendo una dinámica algo más moderada que la prevista hace algunos meses.

Factores externos

Al mismo tiempo, los factores exógenos que permitían anticipar un desempeño económico algo más favorable este año, hoy muestran perspectivas menos optimistas. Por un lado, las previsiones sobre la cosecha de soja se siguen corrigiendo a la baja y hoy se estima una producción de 48 millones de toneladas. Aunque este resultado sigue siendo 20,8% más alto a la producción de la campaña anterior, esta mejora es más exigua en contraposición a los 55 millones de toneladas que se preveían al comienzo de la campaña. De todas maneras, el segundo trimestre del año debería mostrar un comportamiento algo más dinámico en la medida en que el impulso sobre la actividad de la cosecha del “yuyo” se concentrará en este período.

Por otro lado, tampoco ha sido del todo favorable la evolución de las perspectivas de crecimiento en Brasil, que hoy estiman una expansión de 3,1% en 2013 mientras que a fines del tercer trimestre del año pasado preveían un mejora de 4%. En este sentido, las exportaciones de automóviles, que parecían recuperarse hacia fines de 2012, volvieron a mostrar una retracción en el primer bimestre del 12% interanual, concordante con la caída en el patentamiento de autos importados en el vecino país de casi 9%. A pesar de ello, la producción mantuvo el nivel resgistrado en el primer bimestre de 2012, apoyado en un aumento en las ventas internas de producción nacional.

Incertidumbre

Adicionalmente, estos elementos se combinan con un escenario político local que promete ser, cuanto menos, más incierto que en contiendas electorales anteriores, factor que en ninguna medida ayudará a sostener y mejorar las expectativas de los consumidores y los empresarios. Tampoco se observa ninguna voluntad por parte de las autoridades para corregir las evidentes inconsistencias que presenta la política económica, principalmente en términos de la coherencia entre la política monetaria y fiscal, comportamiento que limitará aún más los márgenes de acción para utilizar las herramientas de política macroeconómica disponibles.

En este contexto, es difícil prever que las posibles mejoras en el nivel de actividad se profundicen o que se mantengan en forma sostenida. Así, nuestra hipótesis inicial de que el aumento del PIB real este año sería muy moderado (del orden del 2%) hoy también luce algo optimista. Sin embargo, tampoco hay que perder de vista que este escenario es particularmente sensible a la resolución final del litigio con los holdouts en New York, en la medida en que un resultado positivo para la Argentina permitiría mejorar las expectativas y, también, las condiciones de financiamiento.

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