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La economía (y la política)

Entre el estancamiento y el desencanto

04 febrero de 2013

(Columna de Juan Miguel Massot, director del Instituto de Investigaciones

Económicas de la USAL)

Uno de los temas tratados en los análisis de coyuntura es la creciente pérdida de capacidad de seducción del Gobierno Nacional y, en particular,de la Presidenta de la Naciónen la sociedad. En las encuestas y en los análisis de opinión, esta pérdida se materializa en estadísticas que abarcan diversas dimensiones, tales como la confianza en el Gobierno y en sus políticas, en la imagen o la intención de votos de la Presidenta y de importantes funcionarios nacionales y provinciales.

La pregunta es por qué seduce cada vez menos o, dicho de otra manera y hasta personalizando al extremo la cuestión, por qué Cristina ya no enamora como antes a todos sus votantes. También es relevante preguntarse si esta situación se puede revertir en el corto plazo, toda vez que las elecciones parlamentarias están a la vuelta de la esquina y constituyen un hito en el devenir próximo de la política nacional.

Para responderlo puede recurrirse a las estadísticas y a los comunicados oficiales: se espera un crecimiento económico bajo o nulo por segundo año consecutivo,también un estancamiento del empleo, mayor inflación, reducción del salario real, menos ganancias empresarias y oportunidades de negocios rentables y legales, aumento de la inseguridad y mayores restricciones para realizar operaciones comerciales y transacciones financieras incluso dentro del país, presión tributaria récord y en crecimiento.

Aunque el listado no es exhaustivo ni tampoco novedoso, es suficiente para comprender el porqué de la situación: el Gobierno Nacional no seduce como antes porque hace unos dos años que la situación económica y social dejó de mejorar, y no se percibe una reversión a corto plazo. Claramente, no puede negarse que no haya otros factores de gran importancia que soportan los ciudadanos, como la inseguridad y las reformas que afectan las definiciones y alcances de los derechos y libertades, pero el tema que determina un quiebre en el comportamiento electoral de una amplia mayoría de votantes, en especial de una franja de los votantes de CFK, es la situación económica, actual y futura, tanto la real como la “percibida”.

Ahora bien, la otra pregunta es si el Gobierno puede revertir esta situación de potencial erosión electoral antes de las parlamentarias del corriente año. Si el Gobierno sigue optando por la profundización de su política económica, no puede esperarse un mágico cambio de humor social que impulse el voto hacia el oficialismo.

Hay que tener en cuenta, además, dos factores relativos a la situación económica. Primero, “el viento de cola” será este año algo más parecido a una suave brisa y no empujará mucho a la economía nacional. Segundo, aun cuando se aplique una política fiscal y de ingresos expansivos financiados por los pesos emitidos por el Banco Central, la mayoría de los desilusionados por el Gobierno no verán mejorar su situación, debido a que ni el empleo se reactivará ni mejorará la capacidad real de consumo.

Desde otro punto de vista, lo dicho implica que el Gobierno y muchos oficialismos subnacionales enfrentarán un año electoral con situaciones más complejas que en el pasado, cuando el boom económico llenaba las arcas públicas, permitía ganar votos ?en parte, por efecto arrastre de CFK?- y disimular la falta de eficiencia y de honestidad en la gestión pública.

Una oportunidad para la oposición

Sin embargo, hay otros factores a tener en cuenta que se relacionan con la estrategia opositora. El escenario político del oficialismo se complicaría realmente si los contrincantes políticos logran imponer un discurso medianamente atractivo o, al menos,arrancan un poco de simpatíay cuentan con una reconocida trayectoria personal. También parece que jugarán un rol los acuerdos electorales con peso territorial.

Lo contrario también es cierto. Si la propuesta opositora fuesepercibida como pobreo de poco peso político por la franja del electorado bajo disputa, mejoraría la posición electoral de los oficialismos de todo tipo aún bajo condiciones de estrés económico. Hasta el momento, no se observa ninguna propuesta electoral con capacidad seria de disputar el terreno al oficialismo. Por lo tanto, el armado de acuerdos opositores competitivos durante los próximos meses tendrá un peso no despreciable en la determinación del resultado y, lógicamente, en el delineamiento del escenario político de la segunda parte del mandato presidencial.

Debe remarcarse que si bien este año la economía no jugará a favor del Gobierno,tampoco existen razones serias que permitan avalar a este momento una hipótesis de colapso o de una crisis de tal calibre que genere un masivo voto castigoque impulse a opositores de cualquier tipo. En síntesis, el Gobierno Nacional ya no seduce como antes por la falta de mejoras concretas en materia económica y social para importantes franjas de la población. Sin embargo, esta dificultad no debe confundirse con la posibilidad de un fracaso en las elecciones del corriente año ni de un pronto ocaso de su propuesta política.

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