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Involucramiento creativo

El rol de la integración.

29 diciembre de 2012

(Columna de Enrique S. Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina -CERA-)

Reflexionando sobre la Historia Argentina entre 1806 y 1853 uno puede encontrar fundamentos para dudar sobre la Teoría de la Predestinación. Si además se recuerda la carta de Simón Bolívar a Santander (28-7-1825) en la cual se refiere al proceso de independencia señalando “?si seguimos en la perniciosa soltura en la que nos hallamos, nos vamos a extinguir por nuestros propios esfuerzos en busca de una libertad indefinida?” puede comprender las raíces profundas de los problemas de la integración en Latinoamérica, territorio en el cual los límites entre las declaraciones y la realidad han sido ambiguos.

En el orden económico, la lectura de “La Preferencia Espacial y la División Internacional del Trabajo”, de Julio H. Olivera, puede ser un aporte para comprender que cada inversor tiene una estructura de preferencias en relación al espacio territorial para localizar sus inversiones. Es decir, no hay neutralidad valorativa. Asimismo, es conveniente entender que puede haber crecimiento sin desarrollo económico, como sucede en algunos modelos neokeynesianos, lo que neutraliza los efectos de cambio estructural que implica un proceso efectivo de integración. Por eso es importante entender la dimensión económica del Mercosur como un elemento central para la ampliación de los mercados y profundizar ganancias dinámicas.

La integración permite inducir un proceso de localización de inversiones para fomentar una industrialización con alta productividad e inclusiva, y que permita competir con otras regiones como la Asia-Pacífico. Por lo tanto, es razonable el interés que hay sobre la marcha del proceso de integración. Sin embargo, el Mercosur después de veinte años de lanzado presenta una estructura comercial que, a grandes rasgos, exporta a extrazona el 80% y sólo tiene un comercio intrazona del 20%. En el caso del Estado clave, Brasil, esta proporción disminuye al 10%.

Esta particular estructura es una de las explicaciones de las segmentadas demandas de coordinación efectiva y detalla, por ejemplo, por qué el presidente Lula acuñó el término “paciencia estratégica”. Lo hizo cuando los exportadores brasileños solicitaban aplicar los mecanismos de solución de controversias del Mercosur y prefirió regular la problemática con eventos políticos y no en base a reglas prepactadas. En ese momento se evaluó que Lula apoyó su decisión en una de las doctrinas de Itamaraty que señala que, en las vinculaciones entre estados soberanos, hay que analizar cuidadosamente las relaciones de poder: si hay superávit, conviene bilateralizar; si hay déficit, multilateralizar e intentar fijar reglas.

Esta fue la señal para que las empresas desarrollaran la estrategia de involucramiento creativo en base al diseño de una matriz de riesgos institucionales potenciales y de mercados dinámicos, teniendo en cuenta que los Estados partes del Mercosur estaban actuando un derecho sin reglas. Había quedado claro que entre lo imaginado, lo acordado, lo escrito, lo interpretado y lo efectivamente actuado podían existir amplias distancias. El nuevo concepto demostró su utilidad al momento de la toma de decisiones.

El giro estratégico

A partir de fines del 2011, la Argentina comenzó a realizar un giro estratégico con relación a su sector externo. Sus principios fueron explicitados en discursos presidenciales. 22.11.2011: Comercio administrado, preferencia por relaciones bilaterales, sintonía fina a través de un proceso de integración generoso en el Mercosur y ampliado a América Latina. 28.11.2012: En esta integración, “...es necesario adoptar un sistema, una metodología que sea mucho más activa, que sea menos burocrática, que permita ir caso por caso solucionado problemas”. La integración, “...ya no es un reclamo, ya no es el Tratado de Ouro Preto, es una necesidad que tenemos que ampliar a toda la región, los tiempos urgen?”.

El Mercosur también realizó su propio cambio: la prioridad es ampliarlo. Se decidió acelerar el proceso de incorporación de Venezuela, que ya tenía el ALADI/ ACE 59 firmado con el Mercosur. Esto implica un viraje de altas proporciones cuando se firma también el Protocolo de Adhesión de Bolivia. Venezuela traerá al Mercosur su experimento de Socialismo Siglo XXI sin haber solucionado el desafío que su productividad socialista no es superior a la capitalista (más del 20% de sus importaciones tienen origen en EE.UU.). El 93 % de sus exportaciones son de recursos naturales y su comercio de importación es altamente controlado, donde la clave no es el arancel bajo sino conseguir autorización del CADIVI para cobrar las exportaciones. Este hecho parece difícil de compatibilizar con el concepto de Unión Aduanera. A lo que cabe agregar su proyecto ALBA- Tratado de Comercio de los Pueblos y su vínculo estratégico con la OPEP. Todo un desafío cuando se traten los temas institucionales. Pero es un mercado clave en nuestro superávit comercial.

Los objetivos

Hay un consenso en el discurso político que el objetivo fundamental del Mercosur, en esta etapa, es convertirse en un núcleo central de estabilidad frente a un mundo con alta incertidumbre. Esto se lograría mediante la fijación de nuevas metas, la apertura de nuevas opciones y compromisos para profundizar su integración política e intercambios comerciales, sustituyendo importaciones extrazona. El desafío para el sector exportador es tratar de identificar cuáles serán los esquemas conceptuales, los modelos de decisión e instrumentos que configurarán la nueva hoja de ruta de la trayectoria integracionista.

Comprender cómo serán los procesos de formación de la voluntad política y la real calidad de los instrumentos resulta necesario para distinguir los elementos estables de los que pueden presentar riesgo institucional. Por eso es necesario fortalecer la estrategia de involucramiento creativo. Se trata de aprovechar las oportunidades de la nueva etapa. En este cuadro de situación, parece fundamental saber cómo se resolverá el problema de identificación de las políticas sobre preferencia espacial y la división regional del trabajo en el marco de los desafíos competitivos de los mercados mundiales y las nuevas tendencias de localización de las inversiones y de los términos de intercambio. Hay que tener en cuenta que conocer el objetivo no es lo mismo que saber qué hay que hacer para lograrlo y cuál es el punto óptimo.

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