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Las expectativas económicas

¿Por qué son tan importantes?

27 noviembre de 2012

(Columna de Marcos Leonetti, director de laeconomiaonline.com)

Si en la economía existe un momento en el cual fueran sumamente importantes las expectativas, ese momento es hoy. En todo el mundo, permanentemente se esperan buenas noticias que permitan la construcción de una realidad favorable a los ánimos de los agentes que operan en la actividad económica, sean estos consumidores, inversores, trabajadores, productores o analistas. ¿Hasta dónde llega la trascendencia de las expectativas? El comportamiento de los diferentes agentes económicos está condicionado por las mismas. Las decisiones de inversión, de ahorro o de consumo dependen de las perspectivas futuras.

El manejo que hace Estados Unidos es una muestra práctica de la importancia que le da al tema. Es muy común que los datos macroeconómicos preliminares que publican las oficinas gubernamentales o las proyecciones que hacen con los indicadores económicos sufran ajustes al siguiente trimestre, generalmente a la baja. Conocen muy bien las consecuencias de las expectativas si éstas son negativas y, por tal motivo, en general son generosos al divulgar lo que esperan, porque necesitan dar “buenas nuevas” y animar a los inversores a que se sumen con sus esfuerzos a colaborar con las metas de crecimiento.

Nouriel Roubini, conocido como doctor Doom, en una videoconferencia brindada a la Cámara Argentina de la Construcción la semana pasada, habló del optimismo en los países centrales sobre la recuperación económica, a pesar de que Europa pelea por salir de la recesión y Estados Unidos no logra despegar. La Argentina En nuestro país, en cambio, es muy común que pase lo opuesto. Hay un importante número de consultoras y estudios económicos que por cuestiones de negocios, intereses o por la poca afinidad con las políticas aplicadas por la administración de turno, hacen proyecciones poco promisorias y aportan poco y nada al flujo de las expectativas.

En 2004, el Banco Central diseñó el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), el cual ponderaba una política monetaria que tendía a converger en un sistema de metas de inflación. Para ello se invitó a estudios y consultoras a participar del REM, alcanzando un total de 46 integrantes. Al año de haber comenzado, la participación comenzó a disminuir hasta llegar a 18 en el mes de setiembre de este año, lo que habla a las claras de lo difícil que es proyectar en un ambiente de tanta volatilidad y cuando la interrelación de las economías a nivel global se hace cada vez más sensible. Lo cierto es que al reducirse tanto el número de participantes, la fortaleza del REM inicial se había limitado sensiblemente. Como resultado, el directorio del BCRA decidió un estudio de readecuación del REM y hasta entonces se suspendió la publicación mensual.

Las proyecciones

¿En qué elementos, entonces, podemos fijar nuestra atención para analizar la coyuntura de tal manera que podamos realizar proyecciones? Analizar los alcances de la implementación de la reciente modificación de la Carta Orgánica del BCRA es un buen comienzo. La misma incluye “la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social”. El giro hacia una economía de corte heterodoxo permite una flexibilidad en temas críticos que hasta el momento eran intocables. Todavía está por verse el total despliegue de la reforma. En la misma línea podemos continuar con el proyecto de ley de la reforma de los mercados de capitales, que ya fue aprobada por Diputados, la cual abre nuevos escenarios que permiten capturar todo el excedente en pesos que, en parte, van a los plazos fijos y canalizar el ahorro dentro del sistema financiero para destinarlos a programas de inversión.

Pero yendo a lo más concreto, los indicadores tradicionales son los resultados esperados de las cosechas de granos en general, y de la soja en particular. Otros indicadores relevantes son la salud económica de nuestros principales dos socios estratégicos, China y Brasil, segunda y sexta economías del mundo, respectivamente; pero, en forma indirecta, la evolución de Estados Unidos y Europa, aunque menos, también nos incumben. Todavía están por verse las implicancias que los recambios en el liderazgo de la cúpula del Partido Comunista de China tendrán en los mercados, y cómo afectarán nuestras exportaciones al Gigante Asiático.

Por otro lado, Brasil que viene de un profundo giro en sus políticas económicas, como consecuencia de los cambios que sufrió el país por los profundos movimientos de los flujos de capitales, y está terminando de revisar sus decisiones económicas y evaluando el éxito de las mismas.

En el plano local, la construcción y el mercado inmobiliario en general, en plena readecuación para operar plenamente en pesos, está atravesando la transición más resistente. Pero creo que acá vale una aclaración. Es muy común manejar datos de la evolución de la actividad publicados por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y no distinguir que estos no son representativos a nivel nacional. La realidad de la CABA es muy particular y su divulgación afecta los ánimos del resto de los mercados en el resto del país. Estamos hablando de expectativas. El consumo sigue fuerte. Parecería que la mayor disponibilidad de pesos como producto de los controles de cambios establecidos invita a mantener el gasto privado en niveles sostenidos. Los depósitos en pesos siguen creciendo, al igual que los préstamos en igual moneda. La morosidad financiera del sistema se mantiene por debajo del 3%.

Un gran revés para las expectativas es el reciente fallo del juez Thomas Griesa que ordena pagar el 100% a los fondos que no ingresaron en las renegociaciones de 2005 y 2010. Más allá de los alcances reales en términos cuantitativos, la lectura es una derrota en términos políticos que afecta el humor de los mercados. A pesar de ello, 2013 y los años siguientes tienen una bajísima carga de cancelación de compromisos externos en dólares por las condiciones y plazos de pagos que se lograron en la renegociación. En los '90 una frase que sobrevivió al olvido fue: “Estamos mal pero vamos bien”, pero culminamos en la crisis de 2001. Hoy el camino es diferente a pesar de los desafíos que cada día se enfrentan.

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