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La creación de empleo enfrenta desafíos

El mercado de trabajo perdió impulso.

02 noviembre de 2012

(Columna de Belén Rubio, economista de Fundación Capital)

En los primeros nueve meses de 2012, la actividad económica mostró una marcada desaceleración, con una caída del producto en el segundo cuarto que podría extenderse al tercero. Como podía esperarse, esto tuvo repercusiones directas en el mercado laboral. La velocidad de creación de puestos de trabajo fue notoriamente afectada, evidenciándose una caída en la tasa de empleo de cerca de medio punto porcentual en el segundo cuarto. En efecto, de no mediar una baja en la cantidad de personas dispuestas a ofrecer su fuerza de trabajo, la proporción de desocupados en el total habría aumentado en un punto, alcanzando al 8,2% de la población económicamente activa. Entre las razones por detrás de este comportamiento se señala el “efecto desaliento” y un paso de trabajadores a la inactividad tras la destrucción de puestos de trabajo precarios. En este último caso, no sólo cuenta la desaceleración de la demanda agregada sino también la erosión de la relación costo-beneficio de mantenerse activo: frente a una inflación persistente el poder adquisitivo de los ingresos se redujo.

Desde fines de 2011 el empleo viene evidenciando un comportamiento más débil, afectado por los crecientes costos en dólares y factores estructurales como la dificultad para alinear las demandas con los perfiles disponibles. Tras exhibirse un ritmo de creación de puestos del 2% interanual en 2011, en el primer semestre de este año el promedio fue de sólo 0,3%. Es interesante tener en cuenta que en 2011 la creación de empleo resultó mucho menos dinámica que en el período previo a la crisis de 2009, cuando se expandía al 4% anual.

Como suele ocurrir en momentos de tensión macroeconómica, la desaceleración no afectó a todos por igual. Los que recibieron el mayor impacto fueron los trabajadores más vulnerables, fundamentalmente del sector informal, con una caída del 1,3% en el primer semestre. La baja tendría un tenor positivo de observarse una completa absorción de estos trabajadores por parte del sector formal (especialmente el privado); no obstante, este también se vio afectado.

En primer lugar, el empleo en el sector privado creció 1,4%, un ritmo 3,5 veces menor al registrado en el primer semestre del año pasado. Por su parte, los puestos de trabajo en el sector público se expandieron a una tasa que más que cuadriplicó la del sector privado. Sin embargo, es incapaz de absorber a la masa de trabajadores que ingresan al mercado cada trimestre. Lamentablemente, la demanda laboral privada se mantiene en los niveles más bajos de los últimos cuatro años. Estas trayectorias no se modificarían en lo que queda del año debido a que la menor actividad continuó en el tercer trimestre y para el cuarto sólo se espera un leve repunte. Probablemente, las mismas también se propaguen en 2013, en tanto el rebote de la economía será de corto aliento.

A la dificultad para modificar factores persistentes que limitan la creación de empleo se le suma el desaliento a la inversión, la cual ha caído en forma abrupta en lo que va de 2012. Párrafo aparte merece el alza en los costos laborales en dólares. Desde el año 2008 el costo de un trabajador registrado es superior al vigente previo a la crisis de convertibilidad, habiéndose perdido ya el colchón de competitividad surgido de la devaluación.

Asimismo, para el próximo año las perspectivas de una depreciación de la moneda del 17%, sumadas a salarios registrados que rondarían el 26% de aumento, auguran una continuidad en la tendencia creciente. Esto se conjuga con una relación más tensa en la tríada que define la política salarial, compuesta por los sindicatos, los empresarios y el Gobierno. Sin un incremento de la capacidad productiva que impulse la incorporación de mano de obra, la elasticidad empleo-producto se mantendrá en valores mínimos, lo que enciende luces de alerta en una economía que se aleja de las tasas “chinas” de crecimiento.

El rebote del 3% en el producto esperado para el 2013, en confluencia con una baja elasticidad empleo-producto, no serán suficientes para sostener la tasa de desempleo. En otras palabras, la generación de puestos de trabajo no logrará absorber la fuerza laboral que ingresa año tras año, afectando el principal factor de inclusión social.

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