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El BCRA, satisfecho con la A-5319.

15 noviembre de 2012

El 4 de julio pasado la Presidenta anunció que por medio del Banco Central iba a obligar a los 20 principales bancos a que destinen el 5% del promedio mensual de los saldos diarios de los depósitos a créditos productivos en pesos. La iniciativa está destinada al sector privado no financiero y entre otras cosas busca ampliar la oferta de créditos para toda la economía, en particular para el sector Pyme.

Lo novedoso es que la circular A- 5319 de la entidad presidida por Mercedes Marcó del Pont resolvió que los bancos destinen, como mínimo, el 50% de los nuevos créditos a micro, pequeñas y medianas empresas, en un intento por empezar a paliar las escasas posibilidades de financiamiento que atraviesan estas firmas, mientras que la otra mitad, o menos, se destinará a las grandes compañías. Los préstamos tienen una tasa de interés de 15% (máximo) a un plazo no menor a tres años, condiciones que difícilmente podrían haberse encontrado en el mercado si no se hubiera lanzado esta medida.

Metas

El objetivo del Gobierno es llegar a poner en circulación buena parte de esos fondos (unos $ 15.000 millones) antes de fin de año. Sin embargo, no se trata de una medida aislada sino que se da en el marco de una estrategia por redireccionar el crédito y que inició a principios de año con la reforma de la Carta Orgánica del BCRA.

Sin ir más lejos, las dos últimas normas impulsadas por el oficialismo van en ese sentido. Por un lado, por medio de la reforma en el mercado de capitales se le dará un mayor poder de regulación a la Comisión Nacional de Valores, al mismo tiempo que se reducirán los requisitos para formar parte del sector. Por otro lado, la nueva norma para las empresas aseguradoras les hará invertir una porción mayor de sus carteras en emprendimientos productivos. En este último caso, Cristina anunció que busca llegar a los $ 7.000 millones, multiplicando en varias veces lo que actualmente destinan esas compañías.

El Central le dio plazo a las entidades para desembolsar la totalidad de los préstamos hasta el 31 de diciembre de este año. Pero luego fue adaptando sus expectativas a los inevitables tiempos de los bancos, que deben analizar la solvencia y calificar al cliente antes de salir a entregarlos. Es que, en un primer momento, Marcó del Pont sólo se conformaba si los bancos ya habían entregado la suma correspondiente a sus clientes. “Ahora no exigen que esté todo desembolsado sino que alcanza con que haya un acuerdo”, comentó a El Economista un operador del mercado.

Fuentes del BCRA ratificaron que los préstamos deben estar acordados antes de fin de año, pero que el desembolso se podrá realizar hasta fines de junio de 2013. Las fuentes oficiales consultadas se mostraron optimistas y hablaron de $7.159 millones desembolsados entre julio y octubre, es decir, 48% de lo planteado para este año. De ese total, estas estimaciones calculan que 48% correspondió a grandes empresas y el 52% a MiPyMes.

Asimismo, quienes están más cerca de cumplir los requisitos son los bancos grandes, quienes ya comprometieron entre 80 y 90% de los fondos. Los más pequeños están más rezagados. “El 36% de los créditos fueron desembolsados por bancos públicos y el 64% por bancos privados”, remarcaron las fuentes oficiales. “Están marchando bien en los dos segmentos y no dudamos de que se vayan a cumplir con las condiciones y plazos”.

Sin embargo, también reconocieron que se está dando un “proceso de aprendizaje” tanto por parte de los bancos como de las pequeñas y medianas empresas, que tienen que rebuscárselas para cumplir con toda la documentación requerida.

Diferencias

Sin embargo, el camino no está despojado de dificultades, no sólo para quienes quieren colocar los préstamos sino también para quienes quieren tomarlos. En ese sentido, existe una diferencia sustancial en la posibilidad de hacerse de un crédito dependiendo del tamaño de la empresa. Así, desde un banco explicaron que las grandes empresas no tienen inconveniente alguno para financiarse y el 50% destinado a su sector está más que cubierto, incluso con una demanda que empieza a sobrepasar a la oferta. “Se está viendo que la demanda suple ampliamente el cupo”, describieron. Estas compañías se vieron muy favorecidas porque cuentan con necesidades de inversión cíclicas, de manera constante, que antes debían pagar tasas de interés significativamente más altas que el 15% al que ahora pueden acceder gracias a esta disposición.

Pero es más complicado para los bancos cumplir con lo que le corresponde a las Pymes, cuyas necesidades de financiamiento son mucho más reducidas. Es que sus proyectos de inversión son más reducidos y las ampliaciones de planta son mucho menos frecuentes que para una compañía de gran capital. “Se están encontrando limitaciones, aunque eso no significa que no se vaya a cumplir con el plan”, comentan desde este mismo banco. Un caso diferente es cuando los empresarios quieren solicitar el préstamo pero los requisitos de formalidad los deja fuera del mercado. Y ahí empieza a jugar un factor estructural de las Pymes: la alta tasa de evasión e informalidad que caracteriza al sector.

Con las nuevas reglas de juego “tendrían que mostrar los balances, abrir el juego, y eso es muy complicado”, apuntó un encargado de lidiar con el sector Por su parte, Rodrigo Alvarez, director de la consultora Analytica, explicó que “lo que estamos viendo es que hay un problema no sólo de oferta sino también de demanda, muchas Pymes en la práctica no tienen completamente aceitados los mecanismos, incluso desde el punto de vista contable, para salir a tomar deuda. Muchas tienen una situación patrimonial en los libros que no se condice con la realidad, y si bien son viables y solventes, no pueden justificarlo y ese es uno de los factores que condicionan la iniciativa, porque tienen una parte que está en negro”, agregó.

“Tienen una realidad que no está ajustada desde el punto de vista impositivo y tienen que salir a buscar alternativas de financiamiento, y eso les cuesta”. Pero en este punto señala un segundo problema, que tiene que ver con las garantías necesarias para tomar un crédito. “Es otra de las trabas para acceder al crédito”, añadió. “Lo interesante es que se están abriendo diversas fuentes, hay ofertas tanto por el lado de los bancos, obligaciones negociables o, por ejemplo, los fideicomisos para Pymes, que es lo que más ha crecido”, se esperanzan desde Analytica. Hay un tercer factor, según Alvarez, que es el desconocimiento por parte de estos empresarios para ver los beneficios del financiamiento a largo plazo.

Por otro lado, hay un componente psicológico del trauma que significó la crisis del 2001. “Les costó mucho salir de la crisis”, argumentó para señalar una de las causas por las que las Pymes se resisten a entrar en el sistema financiero. “Creo que hay una actitud bastante diferenciada. Hay bancos nacionales que están aportando claramente a alcanzar estos objetivos, mientras que otros prefieren reducir la estructura e incluso rechazan depósitos para achicarse y así tener menos obligación de financiar”, disparó.

De todas formas Alvarez consideró que la meta original de los $15.000 que se propuso el Central “va a costar, pero se ve un avance significativo. El punto central es que empezó a girar la rueda, que era muy pesada de mover”, concluyó.

La encrucijada de la inversión

A pesar de estas iniciativas, los datos oficiales respecto a la inversión vienen siendo bastante pobres. Incluso en el último mes las cifras del Indec fueron peores que las que surgen de los relevamientos de Fiel o de Orlando Ferreres.

Según datos del Estudio Broda, el promedio mensual de créditos a empresas entre enero y junio fue de $2.045 millones. La cifra se disparó a $6.066 millones en julio y bajó a $4.953 y $4.199 millones en agosto y septiembre, respectivamente. “A partir de julio se acelera crédito a empresas a medida que los bancos comienzan a cumplir con la obligación de prestar el 5% de sus depósitos”, dice en su último informe. Broda sostiene que por más que el Gobierno aumente la oferta de crédito será difícil que aumente mucho la demanda, porque en los últimos meses el “clima de negocios” se ha visto muy deteriorado. Aún así, tiene expectativas de que la inversión dejará de caer o incluso podría llegar a crecer algo el año que viene.

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