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El empleo en el mundo

Cambios en la economía global.

22 octubre de 2012

(Columna de Marcos Leonetti, director de laeconomiaonline.com)

Hace cuatro años que el mundo dejó de ver ciertos problemas socioeconómicos donde supuestamente los había y empezó a enfrentar dificultades donde hasta el momento aparentemente no los había. Este replanteo del entorno a nivel global a partir de la crisis financiera con epicentro en Estados Unidos, y su posterior transferencia a Europa, dejó sobre relieve un reordenamiento de prioridades que de otra forma no hubiera existido. Hasta hace unos pocos años la pobreza era un problema para determinadas economías. El crecimiento económico y la creación del empleo eran retos que alcanzaba a un conjunto más amplio de países.

Hoy la pobreza avanza en el país con mayor cantidad de multimillonarios (Estados Unidos), alcanzando al 15% de la población de acuerdo a los registros oficiales. El desempleo es relativamente alto en los países desarrollados si los comparamos con los registros históricos, los cuales pierden cada año puestos de trabajo de determinados servicios que se trasladan a economías emergentes para emplear allí mano de obra más barata. La eurozona, en promedio, alcanzó el 11,4% como tasa de desempleo en agosto de 2012, cifra récord para la zona. A excepción de Alemania, en los últimos siete años todos los países han ido aumentado su tasa de desempleo, incluyendo a Francia, de acuerdo a los últimos datos brindados por Eurostat este mes.

El crecimiento de una economía tiene relación directa con su capacidad para crear nuevos puestos de trabajo para las generaciones que ingresan al universo de la PEA. En general, son más las personas que ingresan que las que se despiden de dicho conjunto (salvo algunas economías europeas que afrontan situaciones muy complejas con el envejecimiento de su población en general, en el cual su recambio generacional disminuye).

Históricamente la problemática del empleo estaba ligada principalmente a países emergentes y a los que estaban en vías de desarrollo, los cuales presentaban los mayores desafíos. Hoy dicha problemática se ha extendido y universalizado alcanzando a los países desarrollados, lo que implica que organismos multilaterales y supranacionales confronten con retos que en otras épocas hubieran sido impensados. El empleo, tanto la creación de los nuevos puestos como el mantenimiento de los ya existentes, está cobrando cada vez mayor relevancia en los mitines, agendas y foros internacionales.

La semana pasada en Tokio se realizó la reunión anual del FMI y el Banco Mundial en la cual llamaron la atención algunas novedades. A los desarrollados se los insta a que deben implementar planes fiscales creíbles, a través de medidas que promuevan el crecimiento y el empleo a escala nacional. La debilidad de la economía global deja en evidencia que el sector privado ya no cuenta con el vigor necesario para liderar la creación de empleos y se menciona que ante la situación que se atraviesa, el sector público puede aportar su cuota, al cual se le asigna un papel importante. Parece que el pragmatismo está desplegando lo suyo, lo que desnuda la profundidad de la cruda realidad global.

En el 2000 el FMI publicaba un informe acerca del empleo en los países desarrollados bajo el título: “¿Por qué algunos países logran crear más empleo que otros?”. Allí resaltaba los logros que Estados Unidos había demostrado principalmente en la segunda mitad de la década de los '90, en comparación a los resultados obtenidos en Europa. Entre sus conclusiones destacaba los bajos costos de despidos y una carga tributaria reducida, pero lo que quiero enfatizar de la conclusión del informe es lo siguiente: “La presencia de amplios mecanismos de protección del empleo parece frenar la creación de nuevos puestos de trabajo.” Algo cambió.

El discurso y los temas ahora son diferentes. Hoy la prioridad la tienen las políticas customizadas por cada país y pensadas en su propia realidad “para promover el empleo y el crecimiento, asegurar la sostenibilidad de la deuda, sanear los sistemas financieros y reducir los desequilibrios mundiales son una prioridad clave”. Este giro les da total libertad a los países en desarrollo para que cada uno diseñe sus propias políticas según le resulte apropiado. Los países emergentes han transitado y entendido con anterioridad dicha situación y han abandonado algunos hábitos y convenciones más temprano que los países desarrollados para girar al pragmatismo puro. La Argentina se encuentra en este grupo de países.

Que el BM y el FMI levanten hoy la bandera de la creación del empleo y el crecimiento económico como motor de la lucha contra la pobreza es una clara señal de la gravedad coyuntural que atraviesa el mundo. También es alentador que este “baño de realismo” por parte de los organismos multilaterales se cristalice en los comunicados. Al menos, es una buena señal. De continuar con la tendencia de los índices de bajo o nulo crecimiento de las economías más representativas en términos de volumen y los índices de desempleo en franco crecimiento, las consecuencias venideras no tendrán una fácil solución.

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