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No es un buen año para Moreno

Sus políticas están en duda.

01 agosto de 2012

Había picado en punta pero ya no está tan solo. El año no juega a favor de Guillermo Moreno. Y nada indica que eso cambie en los próximos meses. Moreno había arrancado con todo. Su poder se había visto fortalecido cuando Cristina Kirchner lo ratificó en su cargo. Durante la campaña presidencial había hecho saber que se iría del Gobierno. Y sostenía que Iván Heyn sería su sucesor. Pero nada de eso sucedió.

Y además empezó a tomar funciones que antes no tenía. Moreno ya no solo tenía injerencia sobre el INDEC o la política de precios. Ahora también accedía al control de las políticas cambiaria y comercial. Moreno, junto al jefe de la AFIP, se mostró a favor de las restricciones para la compra y venta de dólares. Y al mismo tiempo acaparó competencias que hasta entonces habían sido de la ministra de Industria, Débora Giorgi. El trámite para aprobar las declaraciones juradas de importaciones pasó a manos de Beatriz Paglieri, la mano derecha de Moreno en la Secretaría de Comercio Exterior. Hace poco Paglieri confesó que por su escritorio circulan 4.000 declaraciones por día.

El secretario también se mostró a favor de la intervención en el mercado energético como estrategia para aumentar el superávit comercial. Creía que si el Gobierno se quedaba cruzado de brazos la Argentina corría el riesgo de terminar el año con un superávit menor. Y eso podía poner en riesgo la estabilidad macroeconómica. ¿Pero acaso las trabas a la importación y el cepo cambiario no aseguraron un superávit comercial de más de U$S 10.000 millones y el fin de la corrida sobre el dólar?

Si se tiene en cuenta el enfriamiento de la economía y las restricciones que ello plantea sobre la política económica, los resultados parecen no ser buenos para Moreno. Uno de los precios que los Kirchner siempre monitorearon de cerca fue el del dólar. Y es evidente que la estrategia del secretario no sirvió para estabilizar el mercado cambiario. Hasta desde el Gobierno admiten la existencia de una brecha cambiaria (aunque el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, dijo que no afecta a la economía real). La brecha cambiaria antes no existía. Pero ahora sí. ¿Y por qué, se preguntará la Presidenta?

El diálogo entre Cristina Kirchner y el secretario de Política Económica, Axel Kicillof, encuentra cada vez más condiciones para que la Presidenta tome conciencia del mal desempeño de las variables macroeconómicas. El economista de la UBA le explica además las causas de los problemas. Básicamente, señala, la implementación de algunas políticas erróneas. Alguien que conoce a la Presidenta y al secretario de Comercio lo pone del siguiente modo: “Lo más sutil del proceso que se inició en diciembre de 2011 es el desgaste de la figura de Moreno”.

La contrapartida de ello será el ascenso de Kicillof, vaticina. Sin embargo el horizonte no está libre de interrogantes. Por ejemplo habría que ver las condiciones de la economía cuando Kicillof asuma más responsabilidades. ¿Podrá llevar a cabo sus planes con la economía estancada? Y más importante, ¿llegarán finalmente las condiciones, que tantas veces se anunciaron, para que Moreno se vaya del Gobierno?

Hay razones para pensar que Moreno seguirá en su sillón. Primero que su alejamiento sería una muestra de debilidad de la Casa Rosada. Entonces podría continuar en su cargo pero con menos injerencia sobre las variables macroeconómicas. Es una posibilidad. Kicillof monitorea los números de las cadenas productivas de los sectores que él considera más sensibles. Sigue de cerca los márgenes de las terminales, la siderurgia y la energía. Designó a personas de confianza en los directorios en los que el Estado tiene participación. Y fue el artífice de la estatización de YPF.

Sin embargo, no quiere decir que Moreno no tenga injerencia sobre los sectores que Kicillof trabaja. El joven economista goza de un exceso de competencias, sin embargo no es el dueño de todas las decisiones. El enfriamiento de la economía y el crecimiento de la brecha cambiaria crean condiciones para que el viceministro de Economía le brinde a la Presidenta su interpretación de la realidad. Al revés de Martín Lousteau, Kicillof evita la confrontación. Nunca planteará que la intervención al INDEC es un problema. Tampoco dará a entender que ciertas políticas tomadas fueron erróneas. La Casa Rosada interpretaría ello como una crítica.

Kicillof estaría a favor de un desdoblamiento cambiario para eliminar los desequilibrios sobre el mercado cambiario. Pero la Presidenta por ahora prefiere no pronunciarse al respecto. De la mano de la evolución del nivel de actividad y del dólar en los próximos meses, se sabrá cuál es el futuro de Moreno. Por ahora no atraviesa su mejor momento. Y hay pocas dudas de que Kicillof sea la persona a la que la Presidenta más escucha en cuestiones económicas. Y aun quienes no coinciden con sus puntos de vista entienden que constituye un salto de calidad en materia de gestión.

(De la edición impresa)

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