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La región precisa un cambio estructural

Según un informe de la Cepal.

31 agosto de 2012

Alcanzar mayores niveles de igualdad requiere un cambio estructural de las economías de la región: ese es el mensaje del interesante informe que la Cepal preparó para el trigésimocuarto período de sesiones del organismo que se llevó a cabo esta semana en El Salvador.

El documento, de más de 300 páginas, intercala logros con deudas aún no saldadas. “En la última década la región ha reducido las brechas de ingresos con el mundo desarrollado, pero no las brechas tecnológica y de productividad. También ha impulsado una mejor distribución por medio de la revitalización del mercado de trabajo y de políticas sociales más vigorosas, pero no ha logrado expandir el empleo de calidad en la magnitud necesaria. La informalidad continúa caracterizando a buena parte del sistema productivo en la región”, sostiene el documento.

La variable fetiche del éxito económico (el PIB) muestra luces y sombras. Entre 2001 y 2010, los países de la región crecieron a una tasa de 3,8% en promedio. Lo bueno es que crecieron más que en la década precedente y mucho más que en la “década perdida de los '80”. Lo malo, que la tasa fue menor a la de los '70 (5,7%) y a la de sus pares emergentes. En la primera década del Siglo XXI, América Latina y el Caribe creció 0,4 punto menos que Asia oriental y el Pacífico; 3,7 puntos menos que Asia meridional; 1,4 puntos menos que Africa subsahariana; 1,1 puntos menos que los países árabes y 1 punto menos que Oriente Medio y Africa septentrional. El crecimiento latinoamericano, además, ha sido más volátil (lo que literatura ya demostró que no es positivo).

Si bien la Cepal destaca los logros en materia laboral, distributiva, de crecimiento y estabilidad, insta a los países a no dormirse en los laureles. “No es la primera vez que ciclos favorables en la 'lotería' de productos básicos traen prosperidad a algunos países de la región sin que esta sea sostenible”. Aún si se mantuvieran los actuales términos de intercambio, ya hay riesgos. “Aunque persistieran estas condiciones favorables en el contexto externo, hay motivos para preocuparse por las tendencias en la estructura productiva, en particular la reprimarización de la especialización exportadora”, dice la Cepal.

El desarrollo económico implica no solo altas tasas de crecimiento, sino también cambios cualitativos en la estructura productiva y, particularmente en economías abiertas, en el patrón de especialización e inserción en los mercados mundiales, añade. La gran apuesta pasa, entonces, por cambiar la estructura productiva: “En la literatura sobre el desarrollo económico, y el estructuralismo en particular, se ha enfatizado el cambio estructural como una dimensión clave para superar los problemas del crecimiento, el empleo y la desigualdad en la región. La convergencia con el mundo desarrollado y entre sectores y unidades productivas dentro de cada país exige el cierre de la brecha tecnológica, proceso que no se logra sin un peso creciente de sectores y actividades más intensivos en tecnología, tanto en la producción como en las exportaciones”. Para ello se precisa, además de un tipo de cambio alto, mayor crédito a las Pymes, entre otras cosas.

Traducir la bonanza externa en riqueza interna no es algo automático ni fácil. Sin cambios estructurales, habrá ?dicho coloquialmente- más “plata” pero no más riqueza. Hay que evitar convertirse en “una sociedad en que el consumo y la importación crecen en gran medida a partir de las rentas de los recursos naturales, pero que es incapaz de crear los encadenamientos necesarios para absorber el subempleo y la informalidad”.

A continuación, advierte: “En una sociedad de este tipo, el juego político estará polarizado en torno a la captación de las rentas del sector exportador y su distribución mediante políticas sociales, en oposición a una sociedad en que la inversión de esas rentas y la búsqueda de la productividad redefinen la matriz de producción y empleo”. Cualquier parecido con la Argentina es mera coincidencia.

Las políticas sociales han mejorado y, sin duda, son importantes, pero “en el mediano y largo plazos, las políticas sociales deben complementar a las políticas industriales que permitan generar empleos de calidad y avanzar en el aseguramiento de la universalización de los derechos”. El objetivo, recuerda la Cepal, es reducir la desigualdad por medio del movimiento de trabajadores desde el subempleo hacia empleos de calidad que representen una trayectoria de capacitación y remuneración crecientes.

Otra deuda es el sistema impositivo: la carga tributaria es baja, depende de ingresos indirectos y, al igual que la política fiscal, aún mantiene un sesgo regresivo.

El documento puede descargarse aquí: http://www.cepal.org/cgi-bin/getprod.asp?xml=/pses34/noticias/documentosdetrabajo/4/47424/P47424.xml&xsl=/pses34/tpl/p38f.xsl&base=/pses34/tpl/top-bottom.xsl

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