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La Argentina ante la crisis

Las políticas anticíclicas y Brasil.

23 agosto de 2012

(Columna de opinión del economista Federico Pastrana, profesor de Macroeconomía de la FCE  de la UBA y miembro de AEDA)

Independientemente de las razones internas que pueden estar operando en la actualidad, resulta indiscutible que el empeoramiento del contexto externo desde fines del año pasado está influyendo en la trayectoria reciente de la economía argentina. En particular, el desempeño de nuestro principal socio comercial, Brasil, muestra una fuerte desaceleración que debe considerarse, en particular si se quiere hacer un pronóstico de nuestra economía en el segundo semestre y el año próximo. Además, la fuerte recuperación de Brasil fue una de las principales causas, junto con las políticas anticrisis implementadas por el Gobierno, por las que nuestro país consiguió volver a crecer luego del estallido de la crisis de fines de 2008.

De hecho, el análisis de los impactos de la crisis internacional sobre nuestra economía en aquel momento puede darnos algunas pistas para pensar la coyuntura y el futuro económico próximo. Algunas de las principales lecciones se enumeran a continuación.

En primer lugar, en ese momento la crisis impactó más por el canal comercial que por el financiero. El superávit externo, la poca importancia de la deuda externa, la acumulación de reservas internacionales y la baja importancia del sector financiero en el crédito productivo explicaron ese resultado. El canal comercial estuvo explicado por la fuerte caída de los precios internacionales (que actualmente no se evidencia) y por la fuerte desaceleración y caída de nuestros vecinos. En 2009 Brasil registró una leve caída de su PIB (-0,3%) y las exportaciones hacia ese país disminuyeron 14%.

En la disminución de las exportaciones entre noviembre de 2011 y marzo de 2012, este país explicó el 60% de su reducción. En la actualidad la economía brasileña representa alrededor del 20% de las exportaciones argentinas. La relevancia de Brasil en el comercio argentino es indudable y, por lo tanto, también en la intensidad del impacto de la crisis a través del canal comercial.

En segundo lugar, un factor que explicó el desempeño de la Argentina (y Brasil) en aquellos tiempos fue la fortaleza del mercado interno. La evolución de los salarios (que en aquel momento mostraron un comportamiento inercial similar al que muestran en este momento), si bien implicaron un desafío a los niveles de competitividad en algunos sectores, sin lugar a dudas permitieron que la crisis no impactara tanto en los sectores asalariados y que la economía en su conjunto no se hundiera en la crisis. Es decir, la inercia salarial implicó ganancias reales por parte de los asalariados que se transformó en demanda de bienes locales que amortiguó el impacto negativo en la demanda agregada. En este sentido, las políticas de protección al empleo (mediante el Repro y la Ley de Blanqueo de Personal), así como el incremento del salario mínimo, influyeron en el mismo sentido.

En tercer lugar, la Argentina llevó a cabo un conjunto de políticas que amortiguaron el impacto de la crisis y ayudaron a su rápida y enérgica recuperación.

El conjunto de políticas tuvo características comunes a las implementadas por Brasil en el mismo período. Si bien Brasil tenía y continúa teniendo un esquema macroeconómico basado en un régimen de metas de inflación, contiene un abanico de políticas que imprimen un cariz diferente a otras experiencias, lo cual puede evidenciarse en el desempeño del mercado de trabajo y la distribución del ingreso en ese país. La importancia del crédito canalizado por el Banco Nacional de Desarrollo, el establecimiento de programas de inversión mediante el Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC), el programa de vivienda Minha Casa, Minha Vida y la ampliación de la protección social permitieron contrarrestar, en parte, el sesgo de la política macroeconómica (principalmente impuesta por la intensa apreciación del tipo de cambio y la elevada tasa de interés real). La ampliación de estas políticas, sumadas a algunas otras, impulsó a la recuperación brasileña.

Por su parte, la Argentina ante la crisis llevó a cabo la estatización de los fondos de las AFJP, incrementó el salario mínimo e implementó la Asignación Universal por Hijo, con un fuerte impacto en los hogares de más bajos ingresos. Además, se llevaron a cabo políticas de crédito para incentivar la demanda de productos locales y se expandió la obra pública.

Escenario 2012

A partir de estos puntos podemos pensar en el escenario actual. En principio cabe señalar que Brasil llevó, ante la aceleración inflacionaria en 2010, un ajuste fiscal que, sumado al empeoramiento del contexto externo, explican el magro resultado que muestra actualmente la economía brasileña. Además, las políticas implementadas como reacción a la fuerte desaceleración no fueron tan enérgicas como en el pasado y están más basadas en incentivos fiscales (Plan Brasil Maior) que en una inyección directa de fondos. De todas maneras, el sector automotriz (depositario de varias de los incentivos puestos por el Gobierno) comenzó a reaccionar con consecuencias positivas para nuestro país.

El plan de obra pública anunciado recientemente por Dilma Rousseff implicará, probablemente, un impulso mayor, en particular porque están destinadas a incentivar directamente el gasto en infraestructura con importantes efectos multiplicadores.

A las políticas mencionadas se suman dos aspectos que ayudan a pensar un escenario más optimista en el futuro próximo. Por un lado, aún no se ha realizado el aumento de salario mínimo pautado (de 7% en términos reales, a realizarse a fines de este año), por lo que se espera que haya un fuerte impulso sobre la demanda agregada (no solamente por el efecto en los salarios sino en instrumentos de protección social indexados a éste). Por otro lado, si bien los efectos sobre los distintos sectores económicos (en particular la industria) son evidentes, el empleo no muestra una caída, por lo que el mercado de trabajo no está, por el momento, acentuando la crisis sobre los ingresos de los hogares.

En la Argentina, si bien existe un sesgo contractivo en parte de la obra pública y los Presupuestos provinciales, la expansión del crédito para los jubilados, la presión del Banco Central hacia los bancos comerciales para prestar un porcentaje mayor al sector productivo y el lanzamiento del plan Pro.Cre.Ar resultan políticas que ayudarán a amortiguar la crisis. Además, aún no se implementaron los ajustes en el salario mínimo y en las asignaciones familiares. Ambos implicarán un efecto expansivo sobre la economía que puede ser importante para los próximos meses.

Además, al igual que en Brasil, si bien la creación de empleo mostró una desaceleración, no se evidencia una caída en los puestos de trabajo por lo que los aumentos salariales pautados derivarán en un incremento en la masa salarial con su consecuencia positiva sobre la demanda de bienes.

(De la edición impresa)

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