El Economista - 70 años
Versión digital

vie 29 Mar

BUE 22°C

La economía no es una empresa

El conflicto Gobierno vs. Repsol-YPF

28 marzo de 2012

En un viejo artículo de divulgación, Paul Krugman explicaba que la economía no es una empresa. Una empresa es un sistema abierto, en el cual entran insumos, se procesan y salen productos. En cambio la economía global es un sistema cerrado, en el cual todo está interconectado. Esta sutileza se le escapa al Gobierno. Las actuales restricciones a las importaciones y a la compra de dólares responden a la ansiedad del Gobierno por mantener el superávit en cuenta corriente. No se quieren quedar sin dólares.

Pero el problema de la falta de dólares sucede por decisiones que tomó el Gobierno con anterioridad, en particular, la apreciación del tipo de cambio real y la pésima política energética. Todo tiene que ver con todo. Concentrémonos en el tema energético: en 2011 importamos U$S 7.000 millones en combustibles, y en 2012 llegaremos a los U$S 10.000 millones. Hace menos de diez años, éramos exportadores netos de energía, pero la producción local no alcanzó para sostener el ritmo de crecimiento de la demanda y nos volvimos importadores. Si no tuviéramos que importar tanta energía, quizás el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, no trabaría la importación de libros, lo cual los encarece, reduce la variedad y por lo tanto nos empobrece culturalmente. Un caso emblemático del fracaso energético del Gobierno es YPF.

En la Memoria y Balance de del año 2011 se afirma que “YPF es una sociedad controlada por Repsol YPF, con sede en España, con un 99% de capital accionario desde el 2000 hasta el 2008, cuando Petersen Energía adquirió el 15,5% del capital social. A partir de 2011 Petersen aumentó su participación al 25,5%”. Actualmente Repsol lo redujo al 57,4%. Desde la privatización en 1993 y hasta mediados de 1999, YPF era una empresa con accionistas variados, entre los que el Estado nacional tenía 15%, gran parte del capital se transaba en la Bolsa de Valores de Argentina y Nueva York, y algo aún quedaba en las arcas provinciales, que habían ido desprendiéndose de estos activos para atender las necesidades de financiamiento.

Quienes evalúan el desempeño de las empresas petroleras saben que los requerimientos de capital son mayúsculos en esta industria si se desea garantizar el crecimiento, y que éstos proceden o bien del endeudamiento o de las utilidades. Existen relaciones de deuda/activos y de reparto de utilidades a los accionistas aconsejables para la expansión de estas firmas. De hecho, la falta de financiamiento y la fijación de precios por debajo de sus costos fueron responsables del mal desempeño de la YPF Sociedad del Estado hasta su privatización. Nada que ver con la capacidad de sus cuadros técnicos, que estuvieron siempre en la frontera del conocimiento y formaron parte del nuevo management cuando les tocó conducir a la YPF con reglas e incentivos de mercado. Por ejemplo, entre los años 1995 y 1999 en que YPF creció 12% en su producción de gas y petróleo la firma mantenía relativamente constante su flujo de deuda y los dividendos representaban algo más del 40% de la utilidad.

Contrariamente, durante el período controlado por Repsol, estas relaciones se fueron revirtiendo, lo que le permitió a la empresa ibérica recuperar rápidamente su inversión. En este contexto es que surge la idea de promover la participación del empresariado local, que para comprar acordó con quien detenta la Acción Dorada (el Gobierno nacional), en que la compra se haría posibilitándole a Repsol la transferencia de mayores flujos hacia su casa matriz. Este acuerdo implicó que la distribución de dividendos entre 2008 y 2011 fuera en promedio del 140%, es decir superior a las utilidades de estos ejercicios, y los flujos de fondos de financiación generaron transferencias hacia el exterior. Como contrapartida, en estos años la inversión resultó insuficiente y la producción conjunta de gas y petróleo cayó un 25%.

En definitiva, el desempeño actual de YPF no es causa sino consecuencia de una mala política energética, por más que Cristina Kirchner intente ahora hacer de la empresa el chivo expiatorio de su fracaso en aumentar la producción de energía. En economía, todo tiene que ver con todo. El kirchnerismo priorizó el capitalismo de amigos (compra de YPF con dividendos) por sobre los incentivos a producir. La consecuencia es que ahora faltan dólares, y entonces Cristina manda a Moreno a que cierre las importaciones. Recuerde esto, lector, la próxima vez que busque un libro y no lo encuentre.

(De la edición impresa)

últimas noticias

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés