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La industria argentina

El modelo pos 2008-2009.

29 diciembre de 2011

(Columna de Diego Coatz, economista jefe del Centro de Estudios de la UIA, profesor FCE-UBA y FCE-UCES. En colaboración con Florencia Balestro)

Luego de la caída de la actividad industrial durante el año 2009, producto del impacto de la crisis internacional, las variables económicas en general y la industria en particular, han mostrado una sostenida recuperación, motorizadas por políticas de estímulo de la demanda interna y por mejoras en las condiciones externas. La actividad industrial creció 12,5% durante 2010 mientras que en el primer semestre de 2011 la expansión superó el 9%. En los últimos meses, sin embargo, la producción manufacturera se desaceleró y se espera que en el último bimestre del año el crecimiento interanual sea del l 4,5% (CEU-UIA). Esta desaceleración durante el segundo semestre del año es resultado de un conjunto de factores tanto internos como externos. Un  contexto internacional incierto, tanto en Europa como ?principalmente? en Brasil, implica menor demanda que la esperada de manufacturas de origen industrial y de automóviles en particular.

Por su parte, luego de una notable recuperación, el mercado local comenzó a estabilizarse en

niveles de expansión más moderados, en un contexto de tasas de interés más altas. Por estos motivos, el sector industrial continuará transitando por un sendero de expansión, aunque más moderado durante 2012, reacomodándose al nuevo contexto global y local. Una de las características principales de la actividad manufacturera de los últimos dos años fue la marcada

heterogeneidad en el crecimiento sectorial, representando un cambio en el patrón de crecimiento en relación al período 2002-2008. Desde la segunda mitad del 2010 hasta los primeros seis meses de 2011, la expansión evidenció un mayor nivel de concentración, liderada por sectores intensivos en importaciones, capital recursos naturales. En primer lugar se encuentra el sector automotriz, que alcanzó niveles récord de producción; luego alimentos y bebidas, resultado de la recuperación del sector de molienda de oleaginosas luego de la sequía que afectó al sector hasta principios de 2010: y en tercer lugar la metalmecánica, impulsada por el consumo de bienes durables y la recuperación de la inversión en equipos durables.

La producción de minerales no metálicos y materiales, también hizo un aporte considerable como resultado de la evolución de la construcción. Esta dinámica de crecimiento incidió sobre dos ámbitos: el del comercio exterior, a través de la elevada elasticidad de las importaciones y en el mercado de trabajo, por la menor elasticidad empleo-producto. En lo que se refiere al comercio exterior, el patrón productivo luego de 2008 resultó ser más intensivo en importaciones, registrándose incrementos interanuales superiores al 50%, conforme avanzó la recuperación. El hecho de que el sector automotriz y el de bienes durables sean algunos de los principales sectores

que traccionaron la actividad industrial implicó un aumento de las necesidades de partes y piezas de capital, así como insumos intermedios. Es por esto que el déficit MOI retornó a sus máximos históricos, especialmente con Brasil y China, los principales socios comerciales del país. Aunque a un menor ritmo (23% promedio entre 2010 y primeros meses de 2011), las exportaciones también crecieron, destacándose el desempeño de las Manufacturas de Origen Industrial, que pasaron a representar el 35% del total exportado. Las MOI fueron impulsadas fundamentalmente por tres sectores: dos de los más dinámicos como el automotriz y la metalmecánica, y por los productos químicos (fundamentalmente biocombustibles). Por su parte, las Manufacturas de Origen Agropecuario, segundo rubro de exportación, crecieron impulsadas en un principio por las cantidades, invirtiéndose en los últimos meses la causalidad a los precios.

El sector manufacturero empleaba 1.187.423 de personas en 2008, mientras que durante el 2009, como consecuencia de la crisis, descendió a 1.150.423. Si bien durante 2010 el empleo se fue recuperando y en lo que va de este año ya supera los niveles anteriores a 2008, la creación de nuevos puestos de trabajo se dio a un menor ritmo que el de la actividad. Los sectores de mayor dinamismo resultaron ser menos intensivos en mano de obra, a lo cual se sumó un aumento de la incertidumbre respecto la estabilidad de la demanda futura y la posibilidad de desaceleración del comercio con Brasil, especialmente en manufacturas. Este último factor implicó una actitud de mayor cautela en las contrataciones y por lo tanto los incrementos en la actividad se alcanzaron mediante una mayor intensidad laboral, es decir, contrataciones temporales y una mayor cantidad de horas extra.

Perspectivas

El mayor nivel de incertidumbre deriva de la evolución en la demanda externa. Otro posible canal de riesgo puede ser el aumento de la competencia desleal a medida que muchos países liquiden su producción frente al derrumbe de sus tradicionales mercados de exportación. A ello se suma el incremento de los costos industriales y la depreciación de las monedas de los principales socios

comerciales. Los empresarios argentinos, como los de cualquier país del mundo, persiguen beneficios definiendo un mix de producción en función de la rentabilidad actual y esperada que presenta el segmento productivo versus el negocio comercial importador. Si en algún sector o empresa no existe un mix favorable (algo que ocurre en diversas ramas de la industria), gana el mercado importador.

La clave para sostener un ritmo de crecimiento industrial cercano al 5% durante el próximo año es la coordinación de los instrumentos de política macro, de forma de fortalecer la demanda interna mientras se minimiza la pérdida de la competitividadprecio de los transables. Ello debería

contemplar no sólo el tipo de cambio nominal sino la evolución de los costos, aranceles, retenciones y reintegros, de la mano de otros incentivos fiscales según el grado de agregación de valor, tanto para satisfacer la demanda local (sustitución de trabajo importado por trabajo nacional) como para la dinámica de las exportaciones, particularmente las de mayor valor agregado. Todo esto es, sin embargo, condición necesaria pero no suficiente. Con la “sintonía fina”

tendría que surgir un programa de desarrollo que incluya una política industrial integral.

Décadas de retroceso en la integración del entramado industrial derivaron en un elevado requerimiento de bienes intermedios importados. La administración del comercio exterior es clave para morigerar los efectos de la crisis frente a la competencia desleal, pero no deja de ser un

instrumento más dentro de una batería de políticas necesarias para converger en forma gradual a los es tándares de integración de los países desarrollados.

(De la edición impresa)

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