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Brasil navega la crisis global

¿Cómo sigue el Gigante?

01 noviembre de 2011

(Artículo del economista Iván Baumann Fonay)

Una de las implicancias para que esta crisis actual sea global es que prácticamente no existe país que se encuentre exento de sufrir sus efectos, ya sea porque lo golpea directamente o porque fue afectado vía los canales comercial, financiero o crediticio. Brasil no es la excepción. El gigante sudamericano está lejos del podio de los países más afectados por la crisis internacional. No obstante, la desaceleración del crecimiento mundial está condicionando inevitablemente las perspectivas del país, no sólo por el desempeño anémico de Europa, Estados Unidos y Japón, sino también porque este a su vez genera una moderación en China, que compromete el avance brasileño. No es de extrañar entonces que la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, haya criticado  a los dirigentes europeos por su indefinición para resolver la crisis que hoy en día tiene su centro en el Viejo Continente.

Por la incertidumbre mundial, las estimaciones de crecimiento de la economía brasileña para este año han sido revisadas a la baja en varias oportunidades, y hoy se ubican más cerca del 3% que del 4%. Para el año que viene, las perspectivas también están en caída, previendo ahora un avance del PIB del 3,5% para 2012. Para paliar los efectos de la crisis, el Gobierno está impulsando medidas proteccionistas para sostener el empleo y ayudar a su sector industrial, que está estancado, en particular al automotriz. Entre los ejemplos se puede encontrar el impuesto nuevo a los autos importados o el eventual programa para incorporar mayor porcentaje de autopartes locales en los vehículos producidos en el país.

Hace dos semanas, el Comité de Política Monetaria del Banco Central de Brasil (BCB) decidió unánimemente reducir en medio punto porcentual su tasa de referencia (Selic) al 11,5%, argumentando que el deterioro en el escenario internacional manifiesta un sesgo desinflacionario en el horizonte cercano. Por ello, considera que la inflación en el país tuvo su pico en el trimestre que acaba de pasar. Esta fue la segunda baja desde que en julio había alcanzado el 12,5%. En general, los movimientos en las tasas de interés tienen un correlato en el tipo de cambio. El valor del dólar en Brasil, que había alcanzado un mínimo de tres años, subió considerablemente desde agosto, aunque ya en los últimos días ha retrocedido unos centavos. No obstante, esta devaluación tuvo más que ver con lo sucedido con el dólar en el mundo que con una política deliberada del BCB. Es más, se lo vio más activo tratando de evitar que caiga demasiado el real que impulsando su devaluación.

De cualquier manera, el real más débil pareció ayudar al sector exportador, al registrarse un aumento en el superávit comercial y reducirse inesperadamente el déficit de cuenta corriente en septiembre. Las bajas en la tasa de interés y la suba vista en el tipo de cambio también podrían tener, en principio, un impacto en los precios. Al momento de la primera baja, la inflación no sólo estaba por encima de la meta que debía ser alcanzada a fin de año, sino que además estaba en aumento. Sin embargo, la autoridad monetaria sostuvo que el impacto del nuevo nivel de la Selic sobre el aumento de precios estaría más que compensado por la desaceleración económica en el país y en el mundo. De hecho, un día después de la baja, se dio a conocer que el alza anual de los precios del consumidor a mitad de septiembre había descendido ligeramente frente al valor de la segunda quincena de agosto, convalidando en parte la postura del BCB. Por otra parte, ahora el consenso de los economistas brasileños cree que incluso se podría alcanzar el techo de la meta de inflación para fin de año (6,5%), cuando hasta hace poco se suponía que la superaría. De ser así, Brasil seguiría cumpliendo con las metas impuestas, como lo ha venido haciendo desde 2003.

Expectativas infladas

Hay una preocupación exagerada sobre el crecimiento brasileño. El crecimiento de este año, así como el proyectado para 2012, resultan ser más o menos la tasa de crecimiento de largo plazo del país. Fue el valor inusualmente alto del año pasado (7,5%) el que había inflado las expectativas de crecimiento. Solamente hace falta recordar que en los últimos años, el país vecino aumentó su PIB a un ritmo del 3,8% anual en promedio, una tasa que duplica el producto en diecisiete años y medio. La insistencia en controlar la inflación, aunque relajada en alguna medida en estas últimas semanas, es consistente con un crecimiento a estas tasas.

El crecimiento de Brasil se ha visto amenazado por la desaceleración de la economía mundial. Su Gobierno no parece estar dispuesto a comprometerlo, y ahora que la inflación comienza a ceder, está tomando medidas para apuntalarlo. Es probable que no volvamos a ver a nuestro vecino registrar las tasas de 2010, pero las políticas que está adoptando probablemente vayan en camino a asegurar un crecimiento sostenible y saludable.

(De la edición impresa)

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