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La locomotora europea se frenó

Siguen las malas noticias.

01 septiembre de 2011

(Artículo de Iván Baumann Fonay)

Durante los últimos dos años, la expansión de la actividad económica en Europa ha estado linderada por Alemania. Las tasas de crecimiento del país han sido sutancialmente superiores a las del bloque (en parte porque el país había sido golpeado más fuertemente que el promedio europeo), a la vez que el desempleo ha descendido más rápidamente. Pero en el segundo trimestre del año, Alemania avanzó por debajo del promedio de la eurozona por primera vez desde entonces.

La recuperación de la crisis internacional ha sido bastante heterogénea entre los miembros de la unión monetaria, mostrando no dos, si no tres polos marcadamente diferentes. Por un lado, está la  eurozona periférica, quizás el más mediático de los tres, con los casos de España, Portugal, Grecia e Irlanda como los más paradigmáticos. En segundo lugar, aparecen los países bálticos (Estonia, Lituania y Letonia), los cuales sufrieron un ajuste muy fuerte al inicio de la crisis y que hoy son los países que más crecen de la eurozona (en rigor, Letonia no se encuentra formalmente en la unión pero su moneda está atada al euro). En particular, el PIB de Estonia ha crecido por encima del 8% interanual en los últimos dos trimestres, aunque los tres vecinos aún están muy lejos de alcanzar los niveles previos de actividad y empleo que tenían.

Por último, se encuentra Alemania, que venía guiando el crecimiento europeo...hasta ahora. En el segundo trimestre de 2011, el PIB teutón aumentó sólo un 0,1% frente al trimestre anterior, el valor más bajo desde que retomó el crecimiento. Si bien es cierto que el crecimiento a principio de año había estado por encima de lo esperado y, por lo tanto, se dudaba que podría replicarse en el segundo trimestre, el dato es preocupante. Además, la economía de Francia, otro de los países centrales de la eurozona, se estancó en el segundo trimestre.

En los últimos años Alemania había mostrado un mayor dinamismo que buena parte de Europa. La recesión había durado “sólo” un año, cuando al promedio del continente le había costado todavía un trimestre más. La tasa de desempleo alemana, además, ya se encuentra por debajo de la que se registraba antes de comenzar la crisis, cuando en la eurozona se mantiene amesetada muy cerca de su pico. El crecimiento acumulado desde el piso también fue considerablemente superior al de sus vecinos europeos (7,1% contra 3,7%). Vale aclarar, sin embargo, que el PIB alemán todavía no ha alcanzado el pico anterior a 2008.

En las últimas décadas, el comercio se convirtió en un factor importantísimo para la actividad económica y la integración de los países del continente. Por ejemplo, para Alemania las exportaciones de bienes y servicios representan el 49% de su PIB y algo menos las importaciones. Para el resto de la Unión Europea, estas cifras no son muy distintas, y el comercio intra-bloque explica la mayor parte de ellas. Por lo tanto, el hecho de que Alemania se desacelere (o se frene), siendo además el principal motor europeo, es preocupante para todo el continente. Es más, sus dos socios comerciales más importantes no se encuentran mucho mejor: el crecimiento de los EE.UU. también se está debilitando, mientras que Japón lleva tres trimestres consecutivos de caídas en la actividad económica.

En Europa, del lado fiscal el enfoque está centrado en consolidar las cuentas públicas y no en buscar un estímulo, amén de las discusiones por la sostenibilidad de la deuda pública y de la eventual emisión de “eurobonos”. Del lado monetario, ya se han dado los primeros pasos hacia la contracción de las políticas acomodaticias iniciadas en 2008.  A diferencia de sus pares de EE.UU. y Japón (aunque en sintonía con las autoridades monetarias de varias economías emergentes), este año el Banco Central Europeo (BCE) subió su tasa de referencia en dos oportunidades: en abril y julio. Al momento de la última alza, la inflación en la eurozona se encontraba en 2,7% anual, una tasa “relativamente alta” según las autoridades, cuya meta es “debajo, pero cerca del 2%”. Si bien admitía que aquellos niveles eran causados por subas en los precios de la energía y las materias primas, el Consejo de Gobierno consideró necesaria la suba para evitar que ese alza influyera sobre las expectativas y las negociaciones salariales, y de esta manera llevara a mayores presiones sobre los precios vía los eventuales efectos de segunda ronda. Aquí es importante recordar que, a diferencia de la Reserva Federal, el BCE tiene como objetivo sólo la estabilidad de precios.

En realidad, la situación actual de Europa no difiere mucho de la del año pasado. Crisis de confianza, déficits fiscales, deuda pública alta y crecimiento débil. Las respuestas de política sólo han logrado ganar tiempo pero no se ha avanzado demasiado: la respuesta a cada nueva “minicrisis” ha sido esencialmente la misma a la anterior, generalmente de un tamaño mayor.

Pero a medida que pasa el tiempo el blanco se vuelve más grande, y más difícil de salvar: primero Grecia, luego Irlanda, Portugal y España, más tarde Italia y ahora hasta la misma Francia, en algunamedida fue golpeada por especulaciones. Hasta hoy Alemania había liderado la recuperación europea. Queda por ver si esta desaceleración es un hecho aislado o el inicio de una nueva tendencia. Sin la locomotora alemana, el crecimiento en la eurozona se vería amenazado.

(De la edición impresa)

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